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LARMORE, CON LUZ PROPIA
Por
Paco
Bocanegra
Si algún peligro
han de sortear los recitales grabados en estudio hoy día es el de la
indiferencia que produce su monotonía expresiva y una cultura estilística
a menudo paradójica, estéril a causa de una ortodoxia cerrada en sí misma
y ajena a una tradición secular. Un indiferencia alimentada también por la
saturación de registros existentes a los que poco o nada aportan muchos
intérpretes actuales cuando no, en el extremo opuesto, inducida por
incursiones en territorios inexplorados no siempre dotadas de la
suficiente entidad, lugares abonados para disimular una mediocridad que
poco a poco parece cobrar carta de naturaleza.
Mas, albricias, este recital que nos presenta la mezzo Jennifer Larmore
bajo la cuidada batuta de Bertrand de Billy brilla con luz propia y supone
una ráfaga de viento fresco dentro del espinoso repertorio francés, donde
el fiasco y el ridículo acechan a cada paso ¡Es tan fácil parecer
insustancial o amanerado, cuando no poco idiomático o simplemente
superficial! No es que Larmore vaya a resucitar por sí sola la extinta
escuela de canto de francesa, pero el trabajo que nos presenta es al menos
consciente de esa herencia y su planteamiento, pues, muestra gran solidez.
Mantiene la mezzo en buen estado sus facultades vocales, desde la
facilidad para las agilidades a la belleza aterciopelada de un timbre
cálido que no carece de tintas sensuales. Como nunca ha carecido de
fantasía y ha adquirido con la experiencia una atractiva madurez, a la
idoneidad del instrumento aúna cierta elocuencia que hace la fortuna de
piezas tan seductoras de Berlioz como "D'amour l'ardente flamme" de La
damnation de Faust o la muerte de Dido "Adieu, fiere cité" de Les
troyens. En ellas como en el postrero canto "Ô ma lyre immortelle" de
la infortunada protagonista de la Sapho de Gounod, la mera densidad del
colorido de su voz ancha y rica de armónicos en el centro, así como una
sabia economía de acentos, redondean un clímax dramático debidamente
calibrado, intenso y convincente.
Similares observaciones merecen su versión de la Dalila concebida
por Saint-Saëns, donde Larmore, en un solo fiato, pero deleitándonos en la
variabilidad de la intensidad de la emisión y el color, esculpe con gran
belleza melódica la frase "Ah! Répons a ma tendresse!" de "Mon coeur
s'ouvre a ta voix". Un retrato sensible y reconcentrado se ofrece asimismo
de la, a su manera, la segunda femme fatal del disco en la célebre escena
de Charlotte en Werther, "Va! Laise couler mes larmes!"
Dentro del capítulo de excelencias, destacar "Ô Palerme! Ô Sicile!" de la
Zerline de Auber, papel escrito para la espectacular Marietta
Alboni, brinda ocasión a Larmore para lucirse en una de sus
especialidades, la coloratura di bravura, con resultados óptimos. Una
lectura brillante y ágil que encuentra eco en la massenetiana
fosforescencia de Cendrillon con "En fin, je suis ici".
Bertrand de Billy realiza un trabajo excelente con la Radio
Symphonieorchester de Viena, en el que la compenetración de voz y orquesta
encuentra un equilibrio muy sutil y susceptible de crear atmósferas en las
que el refinamiento musical inherente a estas páginas encuentra
naturalmente su preciso contenido dramático, sin cargar jamás las tintas
ni descender a la ligereza insustancial de otras batutas. Todo un logro,
fruto de una labor concienzuda de maestro y cantante, la cual nos brinda
con L' heure espagnole de Ravel, Mignon de Thomas y L' etoile
de Chabrier una envidiable muestra de versatilidad.
REFERENCIAS:
"FRENCH ARIAS"
Jennifer Larmore, mezzo.
Orquesta Sinfónica de la Radio de Viena. Dir.: Bertrand de Billy
TELDEC 8573 87193-2
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