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Número 48º - Enero 2.004


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NI MOISÉS NI AARÓN 

 Por Fernando López Vargas-Machuca.  

 

La noticia ya es oficial. Ni Moisés ni Aarón aparecerán el próximo julio por el Teatro Real. Tampoco Barenboim. La visita anual de las huestes de la Staatsoper berlinesa, convertida felizmente en tradición en los últimos cuatro años, no cuenta con el beneplácito de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ni del director artístico del coliseo madrileño, Jesús López Cobos. Se ha venido así al traste no sólo el estreno en la capital española de una obra clave como Moses und Aron de Schoenberg (y de su menos conocida Von heute auf morgen), sino también la presencia de un músico genial, especialmente querido en nuestra tierra, que ha deparado a juicio de la mayoría de críticos y aficionados algunos de los mejores momentos vividos en la historia reciente del Real.

Los motivos de Aguirre son bien conocidos por quien esté al tanto de la política española. La que fuera presidenta del Senado representa dentro del Partido Popular una línea marcadamente más conservadora que la de su antecesor en el cargo, el buen melómano Alberto Ruiz Gallardón, que acaba de pasar a la alcaldía de Madrid y con quien mantiene, aunque nieguen la existencia de un enfrentamiento personal, unas relaciones políticas bastante tensas. Hace pocos días esta señora puso seriamente en entredicho las obras del Teatro del Canal, una de las obras culturales de mayor envergadura preparadas por aquél, y ahora se niega a financiar la visita apalabrada verbalmente (aunque aún no formalmente contratada) de Barenboim y la Staatsoper que tantos melómanos esperábamos con extraordinaria ilusión.

López Cobos ya había expuesto en su momento sus particulares razones: es bueno que la gente compare, que tenga acceso a la variada oferta del mercado lírico mundial, y resulta injusto que el dinero se destine a traer exclusivamente a una única compañía de ópera. Razones que se pueden compartir con toda lógica, independientemente de que se salten a la vista la relación calidad-precio que ofrecen los berlineses y la particularidad de que éstos nos obsequiaban con un repertorio que en España difícilmente podemos preparar con semejante nivel (¿tendría el mismo interés hacer tan importante desembolso para que teatros extranjeros nos ofreciesen lo que nosotros mismos hemos demostrado saber hacer con acierto?).

Sospechamos que otras circunstancias se esconden tras la argumentación de López Cobos. Barenboim, sobre cuyas presuntas ambiciones berlinesas el de Toro realizó hace tiempo comentarios que delatan unas relaciones personales no muy afectuosas, resulta ser el músico de la tensión, de la creatividad a raudales, del riesgo y del compromiso expresivo. El zamorano, sin discutir en modo alguno su admirable profesionalidad y su contrastada excelencia técnica, es por el contrario un intérprete distante y escasamente creativo, preocupado ante todo por la belleza del sonido, que no pocas veces cae en la flacidez e incluso la cursilería. No es de extrañar que prefiera que el público le compare con otros antes que con el de Buenos Aires: si las comparaciones resultan siempre odiosas, lo son especialmente en ciertos casos.

Al firmante de este artículo, que es firme partidario de que no sean Barenboim y su equipo los únicos visitantes que reciba el Real, le gustaría que finalmente imperase la lucidez y no perdiésemos este evento que tanto ha venido aportando a la vida musical española. Menos aún siendo la del próximo julio una actuación que estaba ya concertada y anunciada en la página web de la Unter den linden, y que nos traería una obra maestra que Madrid necesita urgentemente ver en escena. Por ello, al igual que hay antibarenboinianos confesos que desde sus particulares y poderosas tribunas -también a través de sus influencias en la propia cúpula del Real- ha hecho todo lo posible para impedir la nueva visita del bonaerense, nosotros reivindicamos la presencia de Barenboim, de la Staatsoper y de la verdadera ópera del siglo XX, que tanta falta hace en las programaciones de nuestros teatros, desde esta modestísima revista que lleva por nombre lo que precisamente escasea en muchos de los políticos de uno y otro signo que pululan por nuestro país: Amor a la Música.

 

Página de la Staatsoper donde aún se anuncia la visita a Madrid el próximo julio: http://www.staatsoper-berlin.org/en/fs_b7_02.htm?ct_b7_02.htm