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"LA PEQUEÑA CRÓNICA DE ANA MAGDALENA BACH"
El libro al que me refi
Por que el texto del que estamos hablando no
es anónimo, y si alguna razón ha debido tener la Editorial Juventud
-octava edición, 1998, traducción del alemán de Carlos Guerendiain-
para mantener al lector español sometido a este engaño, cuesta sostener
que ésta sea la ignorancia -no puede haber tanta-, ya que tal y como
puede leerse en la solapa, este libro, cuya primera edición apareció
en Alemania en forma anónima,... no parece tener precisado ni el
siglo de su aparición en el mercado, no ya la identidad de su autor. Quizá
porque es más romántico así, o porque se vende mejor un libro cuya
autora podría ser la esposa del personaje biografiado.
Hubiera sido preferible que la editorial española
se comportara con más seriedad. Porque sí, “La pequeña crónica...”
tiene una autora, pero no es Ana Magdalena, sino Esther Meynell, que pasa
por ser una musicóloga inglesa, y que publicó el libro en inglés en
1925, de forma anónima, aunque ante el éxito de ventas obtenido, se dice
que se vio obligada a reconocer su propia autoría y desde entonces se
publica así, tal y como sucede con las traducciones francesa y alemana
que pueden adquirirse hoy en día en los países en los que se hablan
estas lenguas. En el caso especifico del idioma alemán, la traducción más
antigua que he podido hallar data de 1957, de forma que me temo que ni la
primera edición del libro apareció en Alemania, ni se trata, aunque lo
parezca, de un testimonio del aumento del interés por Bach en el mercado
editorial de los primeros decenios del siglo XIX.
Reconozco que la lectura del texto me resultó
en ocasiones irritante, ya que está lleno de detalles de los que, aún
teniendo a la fuente documental por cierta, habría que poner en duda,
como es el caso del final de la narración, donde J.S. Bach una vez ciego,
recupera la vista unos instantes para contemplar por última vez a su
amada, antes de morir -otro cuadro genuinamente romántico. Pero quizá no
anda tan mal encaminada Esther Meynell, ya que si bien la anécdota
resulta en apariencia fantasiosa, sería por otra parte reveladora del
amor que ambos esposos se profesaban, conclusión a la que ninguno de los
biógrafos de Bach, anteriores a Klaus Eidam, habría llegado salvo este
mismo -vease el Capítulo VI de “La verdadera vida de Johann Sebastian
Bach”, Siglo XXI editores, primera edición: diciembre de 1999- y la
propia Esther Meynell, aunque en este caso de forma poética.
De manera que parece ser que, pese a nuestros
propios prejuicios, “La pequeña crónica...” tiene una autora, que es
posible que en algún caso se dejará llevar por la fantasía pero que se
documentó bien para llevar a cabo el trabajo que realizó -en definitiva,
una suerte de novela histórica-, hasta el punto de que fue ella la que en
primer lugar contradijo a todos los anteriores biógrafos de Bach, y a los
posteriores hasta Eidam, sobre determinados aspectos de la “bondad” de
su estancia en Leipzig. Léase a tal efecto, el final del capítulo XVIII
de la obra citada de Eidam.
De manera que, y esto lo digo a modo de colofón,
si bien no podemos, por la forma que presenta, catalogar al libro como una
buena fuente documental, deberíamos al menos otorgarle el respeto de lo
que en el fondo es: una historia novelada y bastante bien documentada.
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