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ANDREW
PARROTT, NUEVO ARTISTA
DE SONY
CLASSICAL
Por Ignacio
Deleyto Alcalá.
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Andrew Parrott, uno de los
pioneros de la interpretación con instrumentos
originales, ha aterrizado en Sony Classical
convirtiéndose en una de las estrellas del sello. De la
mano de sus inseparables Taverner Choir & Consort con
los que realizara numerosas grabaciones en los años
setenta y ochenta, Parrott llega a Sony con el propósito
de explorar nuevos caminos en su ya dilatada carrera.
Empecemos por J.S. Bach. En la interpretación de su
música coral, Parrott ha reconocido la deuda para con
las ideas del polémico director americano Joshua Rifkin
que defiende el uso de una sola voz por cada parte y por
tanto rechaza el uso de grandes coros. Hay que decir que
aunque esta teoría haya sido rebatida por la mayoría de
los directores y musicólogos, sí ha conseguido insuflar
nuevos aires a esta música acercándose así a las ideas
interpretativas del propio compositor. Este espíritu
inquieto ha servido principalmente para ofrecer
diferentes posibilidades al aficionado al que debiera
resultarle secundario quién es más fiel al Bach de la
época.
El disco (SK 60155) presenta así un Bach de
carácter intimista donde cada parte adquiere una mayor
presencia y protagonismo. Los solistas están arropados
por un cuidado acompañamiento instrumental que ofrece
una variada paleta de colores y matices: en la Oda
además de cuerda y varios instrumentos de viento como el
melancólico oboe damore, el continuo incluye dos
violas da gamba, dos laúdes (construidos especialmente
para esta grabación) además de órgano y clavecín.
Es conocida la aversión de Andrew Parrott por los
contratenores para este repertorio, voces masculinas que
cantan en falsete (otra polémica que no tendrá fin);
los solistas, especialistas en este repertorio, buscan
una mayor expresividad aunque las voces femeninas pequen
de cierta frialdad. No así el barítono o el tenor,
Charles Daniels, que en su aria hace una interpretación
redonda convirtiéndola en uno de los mejores momentos de
todo el disco. Con tempi, en general, lentos el resultado
es de un gran recogimiento que va muy bien con el
carácter funerario del programa. En definitiva, un disco
con un enorme trabajo filológico detrás que supone una
muy digna tarjeta de presentación para el director
inglés.
El segundo disco (SK
60713) es un viaje musical a lo largo de diferentes
épocas con la Navidad como hilo conductor. Y como todo
viaje largo es preferible no hacerlo de una sola vez.
Parrott ha realizado un original trabajo de recopilación
y, entre otras cosas, nos ofrece: coros a capella, piezas
del folklore irlandés y galés, antífonas anónimas
medievales, obras con instrumentos poco usuales como el
arpa galesa o la concertina, (un tipo de acordeón) junto
a clásicos contemporáneos (Holst, Britten y Maxwell
Davies, etc) quizás lo más interesante por ver como
estos autores han adaptado la música medieval al
lenguaje de nuestro siglo. Todo ello orientado a
satisfacer los gustos más variados.
Este trabajo pretende descubrir al aficionado música
desconocida y a pesar de la diversidad, el programa tiene
un planteamiento coherente. Alejado de tópicos es un
disco, que en pequeñas dosis, resulta muy estimulante y
que seguro no duplicará contenidos de otros discos
navideños.
Llegamos al Dido &
Eneas de Purcell (SK 62993), una de esas obras
imprescindibles en cualquier discoteca. Considerada por
muchos como la mejor obra del maestro inglés, ya en la
primera escena tenemos una buena muestra de la intensidad
y variedad que recorre los pentagramas de esta partitura.
En poco menos de una hora el compositor alterna sencillas
canciones, alegres o melancólicas, en la mejor
tradición inglesa (en la cual fue un maestro, digno
heredero de Dowland, Morley o Byrd) con páginas de gran
profundidad como el intenso "Lamento de Dido"
seguido por uno de los coros más tristemente bellos de
todo el Barroco "With drooping wings...". Todo
ello en una obra que rezuma modernidad por los cuatro
costados con un lenguaje armónico muy avanzado para su
tiempo.
Como queda dicho, no es la
primera vez que el director inglés se acerca a esta
obra. Su pionera grabación, allá a comienzos de los 80,
está considerada como una de las grandes del movimiento
historicista junto a las de Hogwood, Pinnock, Harnoncourt
o Christie I.
Para empezar hay que
decir que la nueva lectura no defrauda. Aún más que en
su versión anterior, Parrott reduce el coro y la cuerda
a mínimos históricos (sólo igualado por Christie II).
Sorprende como tan pocos instrumentos pueden arropar de
forma tan expresiva a las voces tocando con precisión y
equilibrio a lo largo de la obra. Un mérito del director
británico es dar un papel preponderante al
acompañamiento instrumental que sugiere todos los
estados de ánimo que inundan la partitura sin caer en la
monotonía. El efecto (que ya hizo en su grabación
anterior) de introducir tras el coro final la repetición
en la cuerda del tema coral resulta fascinante.
Naturalmente estamos ante
una versión de cámara, muy intimista, no apta para un
teatro de ópera actual. Su dirección relajada e
imaginativa también resalta el contraste entre las
diferentes escenas. Parrott explica la maldad de las
brujas con atrevidas disonancias en la primera escena
para luego hacer uso de una cuerda dulce apoyada de
guitarra barroca en la segunda (con truenos y cantos de
pájaros incluidos). Otro momento conseguido es el famoso
coro de los marineros cuyo comienzo nunca ha sonado tan
"auténtico" como aquí cantado por el
extrovertido Douglas Wooton (en otro tiempo director de
The City Waites) y no el tenor engolado de otras
versiones. Sin grandes estrellas en el reparto, el
conjunto vocal es uniforme; voces ligeras y ágiles con
una Emily van Evera (Dido) que dibuja una reina joven de
suficiente expresividad. Mención especial para el
violín de Andrew Manze. En definitiva, una versión de
altura que hace justicia a esta obra maestra del Barroco
cuyo único defecto es su brevedad.
Bajo el título
"Out of the Night" (SK 61753), Parrott reúne
varias obras de los compositores contemporáneos Arvo
Pärt y John Tavener. Este último se hizo conocido para
el gran público con su "The Protecting Veil"
que permaneció en las listas británicas de música
clásica durante diez meses en la grabación de Steve
Isserlis. Para este artista compuso "Threnos",
obra para cello solo que encontramos en este nuevo disco.
La música de Tavener, de marcada influencia oriental y
misticismo, se revela austera y pobre en ideas. Una de
las obras más interesantes aquí recogidas es
"Canticles of the Mother of God" para soprano y
coro con textos en griego y hebreo en la que la voz
solista (una estupenda Claron McFadden) debe poseer
sobrados recursos interpretativos para acometer la parte
que se inspira en técnicas vocales del canto litúrgico
ortodoxo.
Aunque en un principio el
estonio Arvo Pärt tenía como principal fuente de
inspiración la liturgia de la iglesia católica, en los
últimos años su preocupación por aspectos de la
espiritualidad ortodoxa ha cobrado fuerza y queda
reflejada en las obras compuestas en los años 90. De
ellas destacamos el contemplativo Magnificat y las Siete
Antífonas-Magnificat, obra que contiene un tratamiento
único del contraste tonal y la disonancia, en la línea
del último Stravinsky. El Taverner Choir (cuyo nombre
deriva del gran compositor renacentista inglés)
demuestra estar en gran forma y canta con dedicación e
intensidad bajo la excelente dirección de Andrew
Parrott.
El último disco publicado
(SK 62977) nos devuelve a una de las especialidades del
director inglés, la polifonía renacentista de la que en
otro tiempo realizara grabaciones modélicas como la Misa
Gloria Tibi Trinitas de John Taverner.
Parrott centra su
atención esta vez en la polifonía italiana del
aristócrata Carlo Gesualdo cuya truculenta vida ha dado
pie a todo tipo de conjeturas y fantasías. Algunos
hechos, no obstante, parecen ser verídicos: tras
descubrir a su mujer en flagrante adulterio, no sólo
mandó asesinarla junto a su amante, el Duque de Andria,
sino que ordenó que sus cuerpos fueran mutilados!
También mató a un hijo sobre cuya paternidad dudaba,
enfermó tras la muerte de otro de sus hijos, se hacía
flagelar a diario puesto que, al parecer, el dolor le
reconfortaba y acabó sus días en una especie de
melancolía cercana a la locura.
Su fama musical se debe fundamentalmente a sus
Seis Libros de Madrigales (un séptimo, apareció
póstumamente) en los que su atrevido cromatismo llegó a
cotas desconocidas hasta entonces. Este nuevo disco nos
presenta una interesante reconstrucción de los
Responsorios de Tinieblas para el Viernes Santo donde el
canto llano comparte protagonismo con los nueve motetes a
seis partes de Gesualdo. Esta obra, comparable a los
Responsorios de Tomás Luis de Victoria, se caracteriza
por el uso de recursos cromáticos y por repentinos
cambios de tempo que refuerzan el efecto teatral del
texto. Estos cambios de tempo (por ejemplo, en el nº 6
"Animam meam dilectam") son servidos con
maestría por Parrott que resuelve así uno de los
aspectos más complicados de esta obra. Como era de
esperar, Parrott asigna cada parte a una sola voz solista
lo cual refuerza el carácter intimista de la
interpretación. El Taverner Consort que demuestra una
compenetración y afinación ejemplares está formado por
varios de los mejores cantantes ingleses del momento. A
lo largo de esta bellísima obra, nos entregan frases
maravillosamente dibujadas como la "Deus meus, ut
quid me dereliquisti" del nº 5, donde expresan toda
la angustia del texto dentro del marco general de
recogimiento y contención de esta lectura.
Estamos, pues, antes una
soberbia lectura de esta obra de Gesualdo en un disco que
ningún aficionado a la polifonía se debe perder.
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