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Número 6º - Julio 2000


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LA SECCIÓN DEL APÓCRIFO

Por Antonio Pérez Vázquez

Si quieren que les sea sincero, no pensaba que pudiera sacar temas de los que hablar en esta sección que ya cumple seis ediciones. Pensaba que mis limitaciones en materia musical condicionarían la vida de la "sección del apócrifo". Afortunadamente para todos he encontrado una fuente de inspiración prácticamente infinita la vida misma.

El hombre es un ser que se desplaza de un lugar a otro continuamente, ¿se han parado a pensar la cantidad de kilómetros que podemos recorrer en un día normal de la semana? Ir a la facultad o lugar de trabajo, regresar a casa, hacer la compra, ... Eso sin contar con la forma de transporte, algo que puede incrementar de forma muy significativa el tiempo dedicado al transporte. Se puede ir a pie o en el coche de San Fernando (en el que siempre se va a pie, y en todo caso, andando), en autobús (versión motorizada de una lata de sardinas, pero sin el escabeche, gracias a Dios), en taxi (método más cómodo pero más caro) y, finalmente, en coche propio.

Usted, inteligente y sagaz lector donde los haya se estará preguntando qué tiene que ver el contenido de lo que acaba de leer con la música. Si se ha hecho esta pregunta le felicito. En caso contrario...siga leyendo y lo sabrá.

Algo que se puede hacer en todas las formas de transporte anteriormente mencionadas es oír música. Lo que a veces algunos llaman "la banda sonora de nuestra vida". No me digan que nunca han vivido ese momento en el que lo que estaban oyendo encajaba perfectamente con la situación o el entorno que lo rodeaba en ese momento. Personalmente, mi momento preferido es el de viajar en coche. Viajar tranquilamente mientras suena el Canon de Pachelbel. Imagínense unos prados verdes a lado y lado de la carretera, un cielo azul y algunas nubes salpicándolo. En ese momento, todos los sentidos están siendo agraciados con lo mejor de su especialidad un paisaje hermoso para los ojos, un olor agradable (el pino del retrovisor del coche, olor a campo,...), una temperatura adecuada (climatizador o hábil combinación de ventanilla) y, por supuesto, el Canon de Pachelbel.

Este cuadro idílico se puede producir en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sea a través de walk-mans, radio de bolsillo, etc. Es justo reconocer que el grado de intensidad depende de las condiciones del momento, imagínense ustedes si se va escuchando el Canon de Pachelbel por la calle y, sin querer, se mete el pie en una de esas benditas zanjas del super-cable, se da un traspiés y se termina con los huesos en el suelo. Si en ese momento continuamos escuchando el Canon, seguro que no le sacamos el mismo jugo. Sobre todo si se compara la paz que transmite esa pieza con el vocabulario que se suele usar en esas ocasiones (en particular el reparto de heces entre los que hacen la zanja y sus respectivas familias, a partes iguales, eso si).

Cierto es también que el hecho de meter el pie en la zanja depende del grado de reflejo que tenga el individuo, siempre hay tiempo para meter el pie en una zanja. La verdad es que la escena quedaría totalmente conjuntada si después del batacazo sonara "La cabalgata de las Walkirias", junto con la mirada que se le echa al obrero que esta haciendo la zanja. Por cuestión de buen gusto, lo que dijera habría que entenderlo leyendo los labios. El resto lo haría el amigo Wagner. Si se le preguntara al obrero seguro que preferiría a las rubias a caballo, pero por desgracia no esta en su mano decidirlo.

El grado supremo se alcanza cuando la situación no ha sido forzada, es decir, es fruto de la casualidad. Pongamos por ejemplo un paseo por el parque a las nueve de la mañana con el sonido de los pájaros resonando en el ambiente. Si encima hay una radio cerca con la música apropiada...entonces es el delirio. En esta situación seguro que si hay una zanja se esquiva a tiempo.

Una vez más queda de manifiesto que la música forma parte de nuestras vidas, tanto si se es músico como si no.

Como alguien dijo en una ocasión, la vida es como una caja de bombones, nunca sabes cual te va a tocar. A veces te toca el que tiene tu relleno favorito, pero también te puede tocar el que esta caducado (entonces es como si te acordaras del que hizo la zanja de super cable).