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Número 6º - Julio 2000


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LA MÚSICA AMERICANA SEGÚN LEONARD BERNSTEIN

Por Angel Riego Cue

La edición "Bernstein Century", en curso de publicación, parece ser la definitiva que Sony Classical dedicará al carismático director de orquesta y compositor norteamericano. Previamente, tras su muerte en 1990, se había editado la llamada "Royal Edition", que aparte de ser menos completa, tenía una presentación que dejaba mucho que desear, consistente en portadas con acuarelas del príncipe Carlos de Inglaterra. Como hacía falta una edición más completa, y por otro lado el prestigio de Charles había caído bajo mínimos, en 1998 Sony se decidió a sacar esta nueva serie, con presentación (siempre fotografías de Bernstein en la portada) de auténtico lujo, incluyendo los artículos originales de los LP´s, etc.

Como esta nueva edición de Leonard Bernstein es ya inmensa (aunque gran parte de sus grabaciones siguen editadas únicamente en la "Royal Edition", están pasando poco a poco a esta), y además tampoco la conocemos en su integridad, hemos decidido seleccionar para nuestros lectores aquellos discos que correspondan a música de compositores americanos (lo que, excepto un solo caso, querrá decir norteamericanos). Las razones son muchas, entre ellas que esta música es, posiblemente, la que mejor interpretaba Bernstein ya desde su primera época, y donde tiene poca competencia, a no ser él mismo en grabaciones posteriores: aparte de que muy pocos maestros puedan llegar a su altura en el repertorio americano, de muchas de estas obras, simplemente, no contamos en el mercado con ninguna otra grabación.

En sus últimos años, cuando Bernstein grababa para DG, repitió parte de este repertorio; las versiones de su última época son mucho más sofisticadas, con más matices, mientras que las primeras son generalmente más frescas y espontáneas, aunque menos refinadas.

Un ejemplo, pasando ya a comentar discos concretos, lo tenemos en la "Rhapsody in Blue" de Gershwin: en la grabación CBS de 1959, reeditada por Sony en esta serie, Bernstein casi no parece un músico "clásico", sino proveniente del cine o un campo similar; en cambio, en la de DG de 1983, la Rapsodia parece música de Mahler, de tan refinada y "clásica" como la hace. Si uno no le hace ascos a tanta sofisticación, la segunda sería preferible; sin embargo, las otras dos obras del disco no las volvería a grabar, por lo que este sigue siendo imprescindible para escuchar a "Lenny" en el "Americano en París" de Gershwin, y la "Suite del Gran Cañón" de Grofé, una evocación del Oeste Americano del autor que orquestó la "Rapsodia" de Gershwin.

Lo dicho para este disco se va a repetir en adelante: muchas veces sólo el Bernstein maduro puede competir con éxito contra el Bernstein joven, pero como en su etapa de CBS (hoy Sony) grabó muchas más obras que las que luego repetiría para DG, los primeros discos siguen siendo imprescindibles, aparte de su indudable valor intrínseco.

Otro ejemplo: la música de Aaron Copland (1900-1990), íntimo amigo de Bernstein, y quizás el más famoso compositor americano de línea, digamos, "académica". De Copland tenemos un disco con sus obras orquestales más populares, en gran parte también evocaciones del Oeste americano: "Primavera Apalache", "Billy el Niño" y "Rodeo", además de la "Fanfarria para el Hombre Corriente", que utilizaría en su "Tercera Sinfonía". Un disco ideal para introducirse en la obra de este compositor, con buen sonido (1959-61) y versiones extraordinarias (¡qué final de "Rodeo"!). De todas estas obras sólo repetiría en DG la "Primavera Apalache".

De las piezas orquestales más populares de Copland se quedan descolgadas dos, "El Salón México" (quizás la más famosa de todas) y el "Danzón Cubano", que debido a su temática se incluyen en un CD titulado "Latin American Fiesta", con música de compositores latinoamericanos. Muchos conocimos por primera vez que existían obras como "Batuque" de Fernández, "Sensemayá" de Revueltas o la "Sinfonía India" de Chávez gracias al programa de TV "Conciertos para jóvenes", que presentaba el propio Bernstein; entonces no había aún ningún director "importante" que se ocupara de esta música, y aún hoy, casi 40 años después, el disco sigue siendo una introducción ideal a un repertorio no lo suficientemente conocido, con la única excepción de la "Bachiana Brasileira nº 5" de Villa-Lobos.

Siguiendo con Copland, otro CD presenta obras suyas de muy diversos estilos: de su primera época son "Música para el Teatro" (1925) y el Concierto para piano y orquesta (1926), que mezclan la inspiración "clásica" y el jazz; de 1962 es "Connotaciones" para orquesta, una de sus obras más atrevidas y vanguardistas, incomprendida en su día; el disco también incluye una toma "mono" (1951) del "Salón México", anterior a la más difundida en estéreo. El programa es muy parecido al de un disco Copland que grabó Bernstein para DG en sus últimos años, sólo que el de DG traía el concierto para clarinete y este de Sony trae el de piano y, dato importante, con el propio compositor como solista.

La obra orquestal más "prestigiosa" de Copland, al menos en círculos académicos, es su Tercera Sinfonía, estrenada en 1946, que en otro CD encontramos acoplada con su juvenil "Sinfonía para órgano y orquesta" (que, tras quitar la parte del órgano, pasaría a ser su Primera Sinfonía). A menudo se escucha la opinión que las tres obras maestras del sinfonismo "académico" norteamericano son tres Terceras Sinfonías: las de Copland, William Schuman y Roy Harris, las tres presentes en esta edición, y las tres que serían asimismo regrabadas por Bernstein en sus últimos años, aunque generalmente estos últimos discos son más difíciles de encontrar.

Y para terminar con Copland, un disco conteniendo dos rarezas: "El segundo huracán", una ópera sobre los valores de la solidaridad humana, compuesta para ser interpretada por estudiantes de instituto en los años de la Gran Depresión, y que Bernstein rescató en 1960 para su programa de TV, y "En el Principio" (In the Beginning), para mezzo, coro y orquesta, una obra de admirable sencillez donde Copland sale airoso de la difícil tarea de poner en música la Creación del Mundo según la Biblia; curiosamente, la toma de 1953 se publica ahora por primera vez.


Junto a Copland, otro de los autores "académicos" más conocidos de Estados Unidos es indudablemente Samuel Barber (1910-1981), aunque no sea más que por su archiconocido "Adagio para cuerdas", que suena en tantas películas, y que encontramos en un CD junto a su bello "Concierto para violín", de un lirismo neo-romántico, y del que "la" versión por excelencia ha sido siempre esta, con Isaac Stern como solista. El disco se completa con dos obras de William Schuman (1910-1992): "A Ti, vieja causa" y "En alabanza a Shahn". Ambs son elegías fúnebres: la primera, en un estilo neoclásico que recuerda a Stravinsky, por los hermanos Kennedy y Martin Luther King; la segunda, por el artista Ben Shahn, cn evocaciones del folklore judío y de Europa del Este. De toda esta música Benstein sólo volvería a grabar el "Adagio".

Del mismo William Schuman encontramos en otro CD su aclamada "Tercera Sinfonía", de la que en su estreno en 1941 se llegó a decir que era "una de las grandes obras orquestales del siglo XX". El CD añade otras dos sinfonías de Schuman: la "Sinfonía para cuerdas" (en realidad, su 5ª) y su "Octava", de 1962, y puede servir como inmejorable primer acercamiento a este compositor.

La sinfonía que completa la "trinidad sinfónica americana", la Tercera de Roy Harris, se nos presenta en otro CD titulado "American Masters", junto con otras dos sinfonías de autores poco conocidos, aunque nada despreciables: la "Segunda" de Randall Thompson y la "Cuarta" de David Diamond, de las que no disponibles hay más versiones que estas. Es curioso lo que recuerdan a John Williams muchos pasajes de estas obras, y eso que están escritas en los años 30-40...


Pasando a otro tipo de compositor americano, la edición incluye dos CD's del heterodoxo y autodidacta Charles Ives (1874-1954): uno con las sinfonías 2 y 3, y otro con la "Holidays Symphony", el díptico orquestal formado por "La pregunta sin respuesta" y el "Central Park in the Dark", más el "Concierto para orquesta" de Elliot Carter (n. 1908). De estas obras, Bernstein sólo repetiría para el disco la "Segunda" y el "Díptico", precisamente las obras más recomendables para iniciarse en este fascinante autor, cuyo interés nos parece mucho mayor que el de los compositores "académicos".

La nómina de compositores americanos, sin incluir al propio Bernstein, que dejamos para el final, se cierra con Lukas Foss (n. 1922), concretamente con un disco que también puede servir como introducción a su música, dado lo poco que hay disponible de esta, con tres piezas de épocas y estilos muy distintos. "El Cantar de los Cantares", de 1947 (que ya estuvo publicado en la "Royal Edition"), sobre el famoso libro bíblico de Salomón, con su estilo neoclásico con las adecuadas evocaciones orientales, puede gustar a todo tipo de público; más "dura" para un oyente es la colección de canciones "El ciclo del tiempo" (1960), donde Foss experimenta con el serialismo, en la línea del "Martillo sin dueño" de Boulez. "Phorion", de 1966, no pasa de ser un ingenioso divertimento donde el Preludio de la "Partita nº 3" para violín de Bach se escucha deformado de mil maneras, como en una pesadilla.

Para terminar esta sección, una referencia a discos de esta serie que también contienen música de compositores americanos, y que no conocemos: uno titulado "Music of Our Time" donde se escuchan obras de las "Last Pieces" de Morton Feldman o el "Triplum" de Günther Schuller, al lado de Messiaen, Ligeti o Denisov; en otro llamado "Modern Masters", el "Concierto para Orquesta Clásica" de Harold Shapero se ve acompañado por obras de Lopatnikoff y Dallapiccola. Y está próximo a salir el "American Masters 2" con "El Flautista Increíble" de Piston, la "Sinfonía Aerotransportada" de Blitzstein, y el "Preludio para Orquesta" de E.B. Hill.


Como hemos dicho, la parte final de este comentario la dedicaremos a obras del propio Bernstein que, estas sí, volvió a grabar en su práctica totalidad para DG; sólo quedó sin repetir, de las aquí examinadas, la "Misa". De elegir un solo disco para introducirse en la música de Lenny, sería el que reúne alguna de sus piezas más populares, como la jubilosa obertura de "Candide", las Danzas Sinfónicas de "West Side Story", suite orquestal que reproduce algunas de las melodías de la obra que más fama dio a Bernstein, la música de la película "La ley del silencio" (On the waterfront) y el ballet "Fancy Free", en grabaciones estéreo de 1960-63.

Otro disco que vendría a continuación de este sería el que contiene el "Preludio, fuga y Riffs", obra que intenta fusionar el jazz y la tradición clásica, y donde participa al clarinete nada menos que Benny Goodman. Junto a él, otro de los clásicos de Bernstein, los Tres Episodios de Danza de "On the Town" (el musical que en España se llamó en su versión para el cine "Un día en Nueva York"), y una de las mejores obras escritas por Bernstein, la Serenata para violín y orquesta sobre "El Banquete" de Platón. Desgraciadamente, la grabación que se incluye es la estéreo de 1965 con un Francescatti ya no en su mejor momento, en vez de la "mono" que realizó Stern en 1956, poco después de estrenar él mismo la pieza, y que es preferible. Lo que sí incluye el disco en toma "mono" es otro "Fancy Free", de 1956, con la Columbia Symphony, de sabor popular más "auténtico" que el posterior.

La "Serenata" con Stern y la Symphony of the Air se incluye en otro CD con la Segunda Sinfonía, "La Era de la Ansiedad", una obra que intentaba retratar la angustia de la vida "moderna" en 1949, y que hoy nos suena demasiado pretenciosa; se trata también de una toma "mono" anterior a la más conocida, y en la que el compositor Lukas Foss interpreta la parte de piano solista. El sonido "mono" es excelente en las dos obras.

En general, nos parece más soportable su Tercera Sinfonía, "Kaddish", escrita en 1963 sobre el texto del servicio fúnebre judío, y que Bernstein dedicó "a la amada memoria de John F. Kennedy" tras enterarse de su asesinato. La presente versión, grabada apenas cinco meses después del hecho, suena vibrante y "reivindicativa", sobre todo por la voz de la narradora, la propia mujer de Bernstein, Felicia Montealegre. En 1977 el compositor revisó la partitura, y grabó una nueva versión más reposada y madura al año siguiente, con un narrador más sereno, y con la voz solista nada menos que de Montserrat Caballé, que sin embargo no consigue que olvidemos a la gran Jennie Tourel. En conjunto esta segunda versión puede ser preferible para disfrutar la obra como "música pura", aunque el carácter testimonial de la primera no deja de darle interés. Este CD se complementa con los "Salmos de Chichester", escritos para la citada catedral inglesa, que es otra de nuestras obras predilectas del Bernstein compositor.

El resto de obras de Bernstein presentadas, incluye también el ballet "Dybbuk" (sin complemento en el CD, dura sólo 48 minutos), sobre una historia que mezcla el folklore judío, la Cábala y las leyendas sobre poderes ocultos, en una obra que quiere seguir el rastro del primer Stravinsky, aunque sin su genialidad; de todos modos, merece la pena conocerse. Y por último la "Misa", la única de estas obras que Bernstein no volvió a grabar: escrita para la inauguración del Kennedy Center de Nueva York, homenaje póstumo al desaparecido presidente norteamericano, es un conglomerado de estilos que van desde la línea de un Carl Orff en coros con acompañamiento de percusión, hasta incursiones en el "Blues" e incluso en el Rock, mezclando intérpretes sobre el escenario y grabados en cinta magnetofónica, y utilizando el texto en latín de la misa católica junto a otros de diversa procedencia. La obra está pensada para el escenario y, de hecho, se parece a un musical de Broadway, recordándonos a veces a "West Side Story". La parte más "clásica" se encuentra en las tres "Meditaciones" para orquesta y, de hecho, es lo único de esta obra que Bernstein volvería a grabar.

Mencionamos de pasada otros dos discos de esta serie con música de Bernstein, que no conocemos, uno con la sinfonía nº 1 "Jeremías" y la grabación en estéreo de la nº 2, y otro con dos obras para la escena: "Trouble in Tahiti" y "Facsimile".


Como despedida, traemos aquí dos discos, con música que podría no entrar en el campo de lo "clásico", pero que forman parte de esta edición, y cuyo carácter "americano" es indudable. En uno de ellos, titulado "What is Jazz", Bernstein repite para el disco una explicación que hizo en TV en 1955 disertando sobre el jazz, con ilustraciones musicales de algunos de sus más grandes representantes; el disco se complementa con dos obras que utilizan el jazz unido a la música sinfónica, el "Concerto Grosso St. Louis Blues" (con la participación nada menos que de Louis Armstrong) y los "Diálogos para Jazz Combo y Orquesta" de Howard Brubeck. El otro, "Great Marches", recoge 24 de las 25 marchas contenidas en un doble LP (sólo ha quedado fuera la "Marcha de los duendes" de la "Suite Lírica" de Grieg), en las que el autor más representado es el americano J.P. Sousa. Aunque aquí no aparece el Bernstein más sutil, sino casi siempre el más charanguero (hay excepciones, como la marcha de "El Amor de las 3 naranjas" de Prokofiev) el disco sigue teniendo su interés, sobre todo para los amantes de este género: no es fácil encontrar a orquestas y directores importantes tocando "La Marsellesa", "Rule, Britannia" o "Barras y Estrellas".