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ENTREVISTA A ALDO CECCATO.
Por Daniel Mateos
y Anuska Requena.
Entrevista realizada al finalizar un
concierto ofrecido por este director en Málaga.
¿Cuál
es su opinión sobre la Orquesta Ciudad de Málaga?
Tengo
una opinión muy positiva de esta orquesta, es el motivo por el que estoy
aquí. Hago música con ellos hace ya años y creo que es una orquesta
profesional de muy buena calidad.
¿Ha notado
algún cambio positivo desde cuando la dirigía en sus principios hasta
ahora?
Sí, claro. La orquesta tiene más madurez, más calidad y homogeneidad.
Opino que con el tiempo, aún va a mejorar.
En un
principio se pensaba que usted iba a dirigir esta orquesta, ¿cómo es que
al final no ha sido así?
Fue solamente un asunto político, y cuando la política va a condicionar
la música, entonces es una condición imposible para mí. Es todo.
¡Qué lástima!...
Si, es una lástima porque yo amo muchísimo esta orquesta, amo muchísimo
Málaga, me encanta la costa del sol, tengo muchos amigos aquí, el público
me encanta. Mi último concierto aquí fue un éxito increíble, y fue una
demostración no sólo de apreciación del trabajo, sino también de una empatía
verdaderamente increíble. Me conmoví muchísimo. Fue una cosa
extraordinaria.
¿Y
cual es la orquesta(s) que mejor impresión le ha causado en su larga
trayectoria como director?
Sin duda, la
Orquesta de Cleveland (EEUU), en los años 70 y 80 también. Fue la
orquesta más perfecta que dirigí en mi vida, al lado de la Filarmónica
de Berlín (en los tiempos de Karajan), la Filarmónica de Viena, la
Filarmónica de Londres y la Filarmónica de Nueva York. Todas estas
orquestas las dirigí muchas veces, muchísimas veces... Las orquestas
americanas -norteamericanas- son de una perfección técnica
impresionante, pero la orquesta más fundida y más perfecta técnicamente
fue la Cleveland, dado que años y años trabajaron con un director muy
severo, muy duro y muy exigente como George Szell, un húngaro que murió
en los años 70. Fue un director legendario, con una disciplina enorme. Y
sólo a través del trabajo se pueden conseguir resultados.
¿Con
qué solista se ha compenetrado mejor en un concierto?
El solista que más tocó mi corazón y que fue un grandísimo honor para
mí hacer música con él, es Nathan Milschtein, uno de los más grandes
violinistas de todos los tiempos.
Si
tuviera que mencionar algún director de orquesta que haya influido en su
carrera, ¿a cuál mencionaría?
Seguramente dos. Primero fue mi suegro, el grande Victor de Sabatta, uno
de los más grandes directores de todas las épocas. Yo lo vi dirigiendo
en la Scalla en el año 1950 y por esta razón, dejé de tocar el piano
para empezar la carrera de director. Pero el director que me donó una
educación, una cultura musical de gran importancia y del que aprendí
toda la técnica de la dirección de orquesta fue el director rumano
Celebidache. Sin él, creo que no podría haber hecho el curso artístico,
no le llamo carrera porque la carrera es solamente para los militares y no
los artistas -se sonríe-. Entonces no fue sólo influencia, sino fue
también un contacto muy profundo del arte directorial.
¿Tenía
claro desde un principio que su vocación era ser director de orquesta?
El comienzo de mi experiencia musical fue como pianista. También tenía
mucho interés para tocar jazz... de hecho toqué mucho jazz. Fue muy
importante para comprender todos los autores clásicos que compusieron música
con elementos de jazz, como Stravinsky, Ravel, Hindemith, Bernstein...
Después, el piano es un instrumento estupendo pero con cierta limitación;
en cambio, la orquesta es un instrumento inmenso para los colores, para
conseguir sonidos que no se pueden conseguir con ningún instrumento
aislado... es una posibilidad cromática con la que se pueden producir
cosas fantásticas. Por esta razón es muy importante para un director
conocer cada instrumento de una orquesta, el potencial de cada
instrumento, y enseñar a una orquesta cómo se toca o cómo tienen que
tocar.
Precisamente
en ese aspecto, ¿considera necesario que un director de orquesta sepatocar
a un nivel medio la mayoría de los instrumentos de la orquesta?
Yo conocí solamente a un hombre que, no sólo tenía conocimiento de cada
uno de los instrumentos de la orquesta, sino que podía tocar cada
instrumento; éste, fue mi suegro. Ni Toscanini ni nadie de la historia de
la música podía tocar cada instrumento... y no sólo tocar el
instrumento, sino como compositor fue muy interesante. También Richard
Strauss dirigió obras de mi suegro y fueron muy amigos. Un director, para
ser un director de altura, tiene que ser un compositor también, por el
hecho de que tiene que conocer la orquesta de manera muy profunda. Yo he
compuesto bastante música pero no de nivel del que se puede escuchar -se
sonríe- Lo tengo todo guardado en mi casa, pues ya hay muchos
compositores de gran nivel y prefiero ocuparme de ellos antes de que de
mí mismo.
Con respecto
al jazz y la composición, quizás sea el jazz una de las mejores vías
que existen para adentrarse en el mundo de la composición e internarse en
el lenguaje de la música, ¿qué opina usted?
Sí, eso es... Por esta razón, todos mis estudiantes y todos mis alumnos
les recomiendo que estudien antes que nada la composición de manera
seria. Porque dirigir por dirigir es una técnica superficial de ponerse
en la tarima. La composición, conocer la música para analizarla,
interpretarla y respetarla, eso es lo importante. Y después, el
conocimiento de los instrumentos, la técnica de la batuta, y lo importantísimo
de hoy en día es la psicología, para tratar una masa de manera
equilibrada. Antes, los directores fueron dictadores... hoy eso ya no está
permitido. Es siempre un dictador, pero de una forma diferente... mmm, de
una forma en la que tiene que dominar una orquesta con el conocimiento y
no con la pistola en la mano.
Y de los
directores de orquesta antiguos, ¿cuál citaría como especial influencia
en usted?
Charles Munch fue antes de todo un gran violinista; fue primer violín de
la orquesta filarmónica de Berlín. Tenía una experiencia inmensa en la
orquesta; él también fue un hombre que conocía la música de manera muy
profunda.
En Italia también hay un hombre que fue un grandísimo director y que
estuvo enfermo desde que tenía 40 años, que se llamaba Franco Ferrara.
Era un hombre de una naturalidad increíble e inmensa, pero no tenía los
nervios sanos para ser un director de orquesta y hacer una carrera como
director... se ponía a la tarima y a los 5 minutos se caía. Fue una
tragedia. El hombre conocía el mundo de la composición profundamente
porque la había estudiado durante 10 años en el conservatorio. Tenía
diploma en composición, en órgano, en piano y en violín. Fue 10 años
concertino de la orquesta de Florencia (Teatro Comunal de Florencia). Tenía
una práctica, una cultura y una naturalidad extraordinaria... el destino
fue terrible con él y no permitió que hiciera una carrera mundial sólo
porque no tenía los nervios necesarios para hacer esta vida de director,
que es muy dura, durísima: estudiar, ensayar, dirigir, viajar...
¿Merece la
pena pasar una vida tan dura por la música o es mejor no destacar tanto y
vivir una vida más feliz y tranquila? ¿Ha merecido la pena tanto
sacrificio?
Creo que si... yo no podría haber hecho ninguna otra profesión...
¿Y cuando
era joven también lo tenía claro o tenía sus dudas?
Antes
de empezar los cursos de dirección de 3 años en Berlín, los profesores
de allí me informaron y me dijeron que iba a estudiar para tener la
posibilidad de dirigir, pero que tenía que saber desde el primer momento
que me iba a encontrar con millones de problemas y con una vida muy dura.
Me tomé dos días para reflexionar y mi decisión fue: “lo voy a
hacer”, con una decisión y una entrega total desde el primer momento y...
bueno, hasta hoy no me arrepiento.
¿Qué
compositor ha dirigido más a gusto?
Para
mi no hay preferencia particular de Verdi más que de Wagner, o Tchaikowsky
más que de Mahler, o Bruckner más que de Beethoven... Si un autor es un
genio o genial (que es distinto), toma mi interés sin condiciones; desde
Monteverdi hasta Berlioz, desde Bach hasta Stockhausen, desde Stamitz
hasta Penderecky... No soy un especialista, no me gusta ser un
especialista. Yo tengo interés por toda la música, como por toda la
pintura, toda la literatura, todos los deportes, no sólo el fútbol...
esperemos que esta noche “el Italia” venza -bromea- pero, no soy un
especialista. Yo creo que ser un especialista es una limitación. Por
ejemplo, sólo Bach, y sólo barroco una y otra vez es como comer siempre
la misma sopa. No, para mí es imposible.
Pero si uno
se dedica exclusivamente a un tipo de música es posible que la conozca más
a fondo...
Sí,
sí, pero... ¿qué pasa con la otra música? ¿por qué no puede haber
interés en otros estilos, con otros mundos?. Se puede profundizar, pero
también tener interés por otras músicas y no sólo por el barroco, o
para la música electrónica o la clásica o romántica... Sólo Tchaikowsky,
¡oh, madre mía!, yo adoro a Tchaikowsky y he dirigido casi todas sus
obras, todas las sinfonías de Mahler, todas las sinfonías de Bruckner,
todas las sinfonías de Schubert, todas las sinfonías de Schumann, de
Brahms, de Dvorak, muchísimas sinfonías de Mozart y de Haydn... Toda
esta música me encanta, pero sólo ... ¿¿¿Tchaikowsky usted se fija???
¡¡eso sería la muerte!! -bromea-.
¿Qué opina
usted sobre la interpretación actual?
Yo creo un director de orquesta tenía más tiempo para entrenar su
orquesta, primer punto. Lo segundo es que tenía más tiempo para
profundizar con todos, no sólo para entrenar una orquesta sino para
ensayar, porque antes las orquestas eran menos técnicas y menos perfectas
en general a las orquestas de hoy. Pero creo que los resultados en aquella
época fueron mayores que hoy en día, porque hoy no hay tiempo de hacer
casi nada. Sí, hoy en día una orquesta reacciona más rápidamente, sin
duda, pero falta tiempo para profundizar cosas. No hay dinero, la orquesta
es demasiado cara... y no sólo en Málaga, sino en Nueva York, en Berlín,
en Londres, en París y en Tokio... Depende también mucho de qué nivel
tiene un director. Cada orquesta del mundo, desde la Filarmónica de Berlín,
que he dirigido unas 50 ó 60 veces, a la Filarmónica de Usuawa, tierra
de fuego, que no existe -bromea-... todos los músicos quieren trabajar y
quieren hacerlo bien si el director es muy exigente y con razones, no
aquel que solamente dice “da capo” y “da capo” sin justificación
y sin una construcción orgánica de una partitura, una "reconstrucción".
Como he dicho antes, una orquesta quiere trabajar bien y está interesada
siempre en tocar para un director que inspira, que pone un extraordinario
entusiasmo en el trabajo, y que dona a los músicos una importancia y una
entrega que no es diaria. Y la gente prefiere irse a su casa después de
un ensayo cansado, pero con un trabajo positivo, antes que irse a su casa
cansado físicamente y muy desilusionado porque el trabajo fue vacío, sin
interés. Vivimos una época en la que todo es rápido, todo es muy
superficial...
Por otro lado, el
disco es el enemigo de la música porque la gente se acostumbra a escuchar
discos que son una fotografía de la música. Ponen toda la música a un
nivel, le cortan el alma y la emoción. Mejor escuchar una ejecución, una
versión con fallos pero con una emoción verdaderamente interesante.
A cuento de
ello, parece que en la actualidad escasean los genios que antes había
no?, ¿o es que quizás estamos muy cerca de la historia ahora mismo y
todavía no podemos distinguir quién pasará a la posteridad? No conocemos
la existencia de ningún Rachmaninov, ningún Liszt, ningún Chopin...
El tiempo tiene que decidir quién va a pasar a la eternidad, a la
historia. Ahora es demasiado temprano para poder expresar un juicio... aún
así, hay gente de gran nivel hoy en día. Pero como he dicho, siempre más
y más perfección técnica, y siempre menos y menos emoción, intensidad
y perfección estilística... La tendencia agógica esta reducida al máximo.
No hay más un adagio que sea adagio, ni un
andante que sea un andante... todo
es más rápido y más rápido. Yo tengo que luchar para convertir y
convencer a mis alumnos de dirección de que un adagio verdaderamente
tiene que ser un movimiento muy lento, y tiene que vivir, porque sino se
cae. Tiene que vivir, pero en adagio. Un grave tiene que ser un grave...
un tempo solemne y lleno de fuerza. Nunca tomar un andante como un
allegretto, un allegretto como un allegro, un allegro demasiado rápido y
un presto en donde no se comprende una articulación musical. En la
actualidad no hay más un abanico agógico ancho. Todo es reducido:
bastante más rápido en la rapidez y no existe el tiempo calmo, en donde
se puede expresar todo de una manera justa.
¿En dónde
imparte clases de dirección de orquesta?
En
distintos países del mundo.
¿Y cuál
considera que es la mejor escuela para aprender dirección de orquesta,
tanto en Europa como en el mundo entero?
Conozco muchas escuelas, porque yo mismo he estudiado en muchas escuelas,
pero la escuela en la que el método y la organización me convenció y me
donó una visión de la dirección de orquesta más científica y natural
es la escuela de Celibidache, porque él organizó la dirección de
orquesta de manera orgánica, científica y al mismo tiempo natural. Yo
conozco muchas escuelas, como la de Markevich, Svarovsky y muchas otras
que son muy distintas y en mi opinión no encuentran la naturaleza de la
batuta, la naturaleza de la reacción psicofísica de un director.
¿Cuál es
el sentido de la música para usted?
Para mí es vida. Es un vehículo muy potente para muchas cosas. Puede ser
un vehículo extraordinario para la comunicación de vida, de paz, de
inspiración, de consolación, de educación... para los enfermos también
(para recuperar la salud). Es un elemento muy importante para el ser
humano como ilusión, como esperanza... El vivir la música en vivo es una
experiencia única y muy singular. El concierto de ayer no sólo fue una
experiencia musical conmigo, la orquesta y la cantante solista... la
experiencia del público, de cómo participa, es un elemento directo en un
evento musical. Por eso, el disco es la muerte de la música.
¿Qué opina
sobre la evolución del lenguaje compositivo actual? ¿Por qué el público
prefiere un lenguaje mucho más antiguo que el actual?
El público en general, no sólo en España, sino en el mundo entero, es
muy "lento", muy tradicional, muy conservador. Quiere escuchar
siempre la 5ª Sinfonía de Beethoven, la Sonata en La Mayor de Franck, o
la 6ª Sinfonía de Tchaikowsky (la Patética) y cuando se programa
Stockhousen o Penderecky, el público esta prevenido. Nosotros en Milán,
que no es la última ciudad musical del mundo... si en el programa
de la orquesta (es una orquesta de cámara con 55 años de historia) no
ponemos Mozart, el público (según las estadísticas) participa un 20%
menos, automáticamente. Como he dicho antes, el público es muy
conservador. Una segunda razón es que necesitamos estimular al público,
empujarlo y decirle que no sólo se puede escuchar Mozart, Beethoven,
Verdi o Falla, sino escuchar también la música de hoy, que el mundo no
se puede parar y no se puede convertir en una institución o un museo,
tiene que seguir adelante. Es el deber de nosotros de ir ilustrando,
proponiendo y convenciendo a la gente de que hay otros idiomas. Por otro
lado, los compositores no hacen nada... hacen demasiado poco para
comunicar con un idioma nuevo. Hay un compositor que vino aquí -se
refiere a Málaga-, que se llama Penderecky, que ha hecho de todo en su
vida, de todo: cualquier estilo, cualquier mezcla, cualquier tentativa y
experimento de composición. Entonces, después de toda esta experiencia,
volvió a componer música muy melódica porque el no comunicar con el público
es una palabra muerta...
Quizás
antes existía la necesidad de innovar en el lenguaje, pero parece que se
ha llegado a un punto en que todo lo que se podía hacer con los doce
sonidos se ha hecho, parece que ahora se ha vuelto un poco atrás, otra
vez a la búsqueda de una música que transmita sentimientos...
Sí, y es por una razón muy simple: el alma humana, el ser humano, no es
un robot, es un ser humano de carne, sangre, un corazón, un cerebro...
Todo esto no ha cambiado, es lo mismo. Naturalmente, tenemos otro
biorritmo, pero fundamentalmente somos los mismos y si queremos comunicar
solamente a través de música que no comunica en el mismo nivel, en la
misma línea de la natura humana, hay una fractura en la comunicación.
Después de dos minutos, la gente no escucha más... rechaza todo esto.
Son fantásticos los colores, la atmósfera, un mundo nuevo... es todo
estupendo e interesante, pero si no hay una comunicación, que no es sólo
atmósfera, colores, etc., etc., si no hay un sentido, un mensaje musical,
para comprender y para apreciar, todo esto después de dos minutos se
acaba.
Precisamente,
mucha música que componen compositores como Xenakis, Ligetti, etc., que
ahora están muy en boga y son actuales, a veces, se escapan a la
capacidad de comprensión del cerebro humano porque, sobre la partitura
tienen mucha lógica y formalmente también tienen una estructura clara,
pero sin embargo, por muy avezado que sea un músico y por mucha comprensión
que tenga sobre el lenguaje de la música, no puede entender cuando oye
ese tipo de música lo que hay ahí dentro, por la gran cantidad de melodías,
tal cantidad de complicaciones... por ahora parece impensable que la
capacidad humana pueda llegar a comprender eso.
Sí...
pero hay un hombre como Ligetti, que es muy inteligente, y que una obra
como “Lontano” o una obra como “Atmósfera”, son sólo 10 minutos
de música, no más. Cuando un tipo (y no voy a mencionar ningún nombre)
intenta la misma cosa, pero de una media hora o 40 minutos, la gente se
levanta, deja la sala y se marcha. Es imposible, es una provocación. Tal
vez es la razón de la composición, de provocar a la gente. Pero la gente
no va a escuchar un concierto sólo para asumir una provocación. Ya están
los políticos que provocan bastante -se ríe-.
¿Qué
cualidades considera de importancia dentro de una obra musical?
Como
he dicho, antes de todo, lo fundamental es la comunicación. No importa el
estilo, ni la formación orquestal, ni qué instrumento, ni los
instrumentos tradicionales o instrumentos de otros mundos (africanos, asiáticos,
de no sé dónde...). Lo importante es que debe haber una estructura sólida,
con una base importante. En un señor como Ligetti o Penderecky se nota
que son músicos de grandísimo conocimiento musical.
¿Cuáles
son los pasos que sigue cuando se enfrenta por vez primera a una obra
musical?
Hay
un proceso muy preciso. Mucha gente hace esta profesión pero no es
profesional. Demasiados. Es una lástima para la mayoría de las
orquestas. Tengo que tocar con gente que no es profesional y que molesta
en las orquestas... no hablemos de ese tema...
Volviendo a tu pregunta...
antes de todo, leer la partitura, desde el principio hasta el final. Después,
hacer un análisis formal preciso. Como tercer paso, trabajar todos los
detalles: musical, instrumental, agógico y dinámico. Condensar todo de
forma precisa para saber exactamente cómo realizar esta obra. Y no sólo
así, improvisando, sino de manera más bien científica y muy consciente,
que es importante. La orquesta lo notará todo esto enseguida. Después,
a los 10 segundos, no 10 minutos, sino 10 segundos, si usted conoce
una obra, si usted lo puede dirigir, si usted escucha y tiene oído, tiene
un carisma suficiente para inspirar verdaderamente a una orquesta, y ser
un estímulo necesario para realizar una obra, todo ello lo notará la
orquesta que está enfrente suya.
¿Qué
proyectos tiene?
Hay siempre proyectos porque sin proyectos no se puede vivir. Mi proyecto
es de realizar para la televisión “El Anillo del Nibelungo” de Wagner,
explicándolo. La gente escucha “El Anillo del Nibelungo” sin
comprender todos los elementos que forman el anillo, `pues se trata de un
asunto musical, psicológico, mitológico y social. Entonces, puede ser
una materia interesante para los estudiantes de distintas universidades
del mundo, para tocar y profundizar verdaderamente todas las materias de
esta gran obra musical. Hay mucha gente que escucha esta obra y que sólo
se despierta cuando llega “La Cabalgata de las Walkirias” o las páginas
sinfónicas del “Anillo” que son conocidas, pero la mayoría del
tiempo o duermen o hablan de cosas distintas. Hay gente que conoce el
“Anillo” muy bien, pero es un porcentaje muy pequeño. Con este tipo
de música hace falta una preparación previa y muy seria. Este es mi sueño.
De realizarlo, explicaré todos los motivos y elementos que componen el
“Anillo”, que es muy complicado.
También en diciembre tengo un proyecto de ir a la Filarmónica de Londres
para grabar los tres poemas sinfónicos de mi suegro, Víctor de Sabatta.
Hay una razón histórica y lógica de hacerlo con la Filarmónica de
Londres ya que él dirigió prácticamente sólo esta orquesta. Lo
invitaron a asumir la titularidad y rechazó cualquier titularidad. Por
esta razón fue un hombre especial, porque ser titular de una orquesta es
un trabajo ingrato: hay mucho trabajo y una tensión que molesta muchísimo
(hay trabajo de administración, de personal, de programación... un montón
de cosas que no tienen nada que ver con la música). En fin, son los
proyectos más próximos que tengo.
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