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Número 6º - Julio 2000


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ENTREVISTA A ALDO CECCATO.

Por Daniel Mateos  y Anuska Requena.

 Entrevista realizada al finalizar un concierto ofrecido por este director en Málaga.

¿Cuál es su opinión sobre la Orquesta Ciudad de Málaga?
 Tengo una opinión muy positiva de esta orquesta, es el motivo por el que estoy aquí. Hago música con ellos hace ya años y creo que es una orquesta profesional de muy buena calidad. 

¿Ha notado algún cambio positivo desde cuando la dirigía en sus principios hasta ahora?
Sí, claro. La orquesta tiene más madurez, más calidad y homogeneidad. Opino que con el tiempo, aún va a mejorar.

En un principio se pensaba que usted iba a dirigir esta orquesta, ¿cómo es que al final no ha sido así?
Fue solamente un asunto político, y cuando la política va a condicionar la música, entonces es una condición imposible para mí. Es todo.

¡Qué lástima!...
Si, es una lástima porque yo amo muchísimo esta orquesta, amo muchísimo Málaga, me encanta la costa del sol, tengo muchos amigos aquí, el público me encanta. Mi último concierto aquí fue un éxito increíble, y fue una demostración no sólo de apreciación del trabajo, sino también de una empatía verdaderamente increíble. Me conmoví muchísimo. Fue una cosa extraordinaria.

 ¿Y cual es la orquesta(s) que mejor impresión le ha causado en su larga trayectoria como director?
Sin duda, la Orquesta de Cleveland (EEUU), en los años 70 y 80 también. Fue la orquesta más perfecta que dirigí en mi vida, al lado de la Filarmónica de Berlín (en los tiempos de Karajan), la Filarmónica de Viena, la Filarmónica de Londres y la Filarmónica de Nueva York. Todas estas orquestas las dirigí muchas veces, muchísimas veces... Las orquestas americanas -norteamericanas- son de una perfección técnica impresionante, pero la orquesta más fundida y más perfecta técnicamente fue la Cleveland, dado que años y años trabajaron con un director muy severo, muy duro y muy exigente como George Szell, un húngaro que murió en los años 70. Fue un director legendario, con una disciplina enorme. Y sólo a través del trabajo se pueden conseguir resultados.

 ¿Con qué solista se ha compenetrado mejor en un concierto?
El solista que más tocó mi corazón y que fue un grandísimo honor para mí hacer música con él, es Nathan Milschtein, uno de los más grandes violinistas de todos los tiempos.

 Si tuviera que mencionar algún director de orquesta que haya influido en su carrera, ¿a cuál mencionaría?
Seguramente dos. Primero fue mi suegro, el grande Victor de Sabatta, uno de los más grandes directores de todas las épocas. Yo lo vi dirigiendo en la Scalla en el año 1950 y por esta razón, dejé de tocar el piano para empezar la carrera de director. Pero el director que me donó una educación, una cultura musical de gran importancia y del que aprendí toda la técnica de la dirección de orquesta fue el director rumano Celebidache. Sin él, creo que no podría haber hecho el curso artístico, no le llamo carrera porque la carrera es solamente para los militares y no los artistas -se sonríe-. Entonces no fue sólo influencia, sino fue también un contacto muy profundo del arte directorial.

 ¿Tenía claro desde un principio que su vocación era ser director de orquesta?
El comienzo de mi experiencia musical fue como pianista. También tenía mucho interés para tocar jazz... de hecho toqué mucho jazz. Fue muy importante para comprender todos los autores clásicos que compusieron música con elementos de jazz, como Stravinsky, Ravel, Hindemith, Bernstein... Después, el piano es un instrumento estupendo pero con cierta limitación; en cambio, la orquesta es un instrumento inmenso para los colores, para conseguir sonidos que no se pueden conseguir con ningún instrumento aislado... es una posibilidad cromática con la que se pueden producir cosas fantásticas. Por esta razón es muy importante para un director conocer cada instrumento de una orquesta, el potencial de cada instrumento, y enseñar a una orquesta cómo se toca o cómo tienen que tocar.

Precisamente en ese aspecto, ¿considera necesario que un director de orquesta sepatocar a un nivel medio la mayoría de los instrumentos de la orquesta?
Yo conocí solamente a un hombre que, no sólo tenía conocimiento de cada uno de los instrumentos de la orquesta, sino que podía tocar cada instrumento; éste, fue mi suegro. Ni Toscanini ni nadie de la historia de la música podía tocar cada instrumento... y no sólo tocar el instrumento, sino como compositor fue muy interesante. También Richard Strauss dirigió obras de mi suegro y fueron muy amigos. Un director, para ser un director de altura, tiene que ser un compositor también, por el hecho de que tiene que conocer la orquesta de manera muy profunda. Yo he compuesto bastante música pero no de nivel del que se puede escuchar -se sonríe- Lo tengo todo guardado en mi casa, pues ya hay muchos compositores de gran nivel y prefiero ocuparme de ellos antes de que de mí mismo.

Con respecto al jazz y la composición, quizás sea el jazz una de las mejores vías que existen para adentrarse en el mundo de la composición e internarse en el lenguaje de la música, ¿qué opina usted?
Sí, eso es... Por esta razón, todos mis estudiantes y todos mis alumnos les recomiendo que estudien antes que nada la composición de manera seria. Porque dirigir por dirigir es una técnica superficial de ponerse en la tarima. La composición, conocer la música para analizarla, interpretarla y respetarla, eso es lo importante. Y después, el conocimiento de los instrumentos, la técnica de la batuta, y lo importantísimo de hoy en día es la psicología, para tratar una masa de manera equilibrada. Antes, los directores fueron dictadores... hoy eso ya no está permitido. Es siempre un dictador, pero de una forma diferente... mmm, de una forma en la que tiene que dominar una orquesta con el conocimiento y no con la pistola en la mano.

Y de los directores de orquesta antiguos, ¿cuál citaría como especial influencia en usted?
Charles Munch fue antes de todo un gran violinista; fue primer violín de la orquesta filarmónica de Berlín. Tenía una experiencia inmensa en la orquesta; él también fue un hombre que conocía la música de manera muy profunda.
En Italia también hay un hombre que fue un grandísimo director y que estuvo enfermo desde que tenía 40 años, que se llamaba Franco Ferrara. Era un hombre de una naturalidad increíble e inmensa, pero no tenía los nervios sanos para ser un director de orquesta y hacer una carrera como director... se ponía a la tarima y a los 5 minutos se caía. Fue una tragedia. El hombre conocía el mundo de la composición profundamente porque la había estudiado durante 10 años en el conservatorio. Tenía diploma en composición, en órgano, en piano y en violín. Fue 10 años concertino de la orquesta de Florencia (Teatro Comunal de Florencia). Tenía una práctica, una cultura y una naturalidad extraordinaria... el destino fue terrible con él y no permitió que hiciera una carrera mundial sólo porque no tenía los nervios necesarios para hacer esta vida de director, que es muy dura, durísima: estudiar, ensayar, dirigir, viajar...

¿Merece la pena pasar una vida tan dura por la música o es mejor no destacar tanto y vivir una vida más feliz y tranquila? ¿Ha merecido la pena tanto sacrificio?
Creo que si... yo no podría haber hecho ninguna otra profesión...

¿Y cuando era joven también lo tenía claro o tenía sus dudas?
Antes de empezar los cursos de dirección de 3 años en Berlín, los profesores de allí me informaron y me dijeron que iba a estudiar para tener la posibilidad de dirigir, pero que tenía que saber desde el primer momento que me iba a encontrar con millones de problemas y con una vida muy dura. Me tomé dos días para reflexionar y mi decisión fue: “lo voy a hacer”, con una decisión y una entrega total desde el primer momento y... bueno, hasta hoy no me arrepiento.

¿Qué compositor ha dirigido más a gusto?
Para mi no hay preferencia particular de Verdi más que de Wagner, o Tchaikowsky más que de Mahler, o Bruckner más que de Beethoven... Si un autor es un genio o genial (que es distinto), toma mi interés sin condiciones; desde Monteverdi hasta Berlioz, desde Bach hasta Stockhausen, desde Stamitz hasta Penderecky... No soy un especialista, no me gusta ser un especialista. Yo tengo interés por toda la música, como por toda la pintura, toda la literatura, todos los deportes, no sólo el fútbol... esperemos que esta noche “el Italia” venza -bromea- pero, no soy un especialista. Yo creo que ser un especialista es una limitación. Por ejemplo, sólo Bach, y sólo barroco una y otra vez es como comer siempre la misma sopa. No, para mí es imposible.

Pero si uno se dedica exclusivamente a un tipo de música es posible que la conozca más a fondo...
 Sí, sí, pero... ¿qué pasa con la otra música? ¿por qué no puede haber interés en otros estilos, con otros mundos?. Se puede profundizar, pero también tener interés por otras músicas y no sólo por el barroco, o para la música electrónica o la clásica o romántica... Sólo Tchaikowsky, ¡oh, madre mía!, yo adoro a Tchaikowsky y he dirigido casi todas sus obras, todas las sinfonías de Mahler, todas las sinfonías de Bruckner, todas las sinfonías de Schubert, todas las sinfonías de Schumann, de Brahms, de Dvorak, muchísimas sinfonías de Mozart y de Haydn... Toda esta música me encanta, pero sólo ... ¿¿¿Tchaikowsky usted se fija??? ¡¡eso sería la muerte!! -bromea-.

¿Qué opina usted sobre la interpretación actual?
Yo creo un director de orquesta tenía más tiempo para entrenar su orquesta, primer punto. Lo segundo es que tenía más tiempo para profundizar con todos, no sólo para entrenar una orquesta sino para ensayar, porque antes las orquestas eran menos técnicas y menos perfectas en general a las orquestas de hoy. Pero creo que los resultados en aquella época fueron mayores que hoy en día, porque hoy no hay tiempo de hacer casi nada. Sí, hoy en día una orquesta reacciona más rápidamente, sin duda, pero falta tiempo para profundizar cosas. No hay dinero, la orquesta es demasiado cara... y no sólo en Málaga, sino en Nueva York, en Berlín, en Londres, en París y en Tokio... Depende también mucho de qué nivel tiene un director. Cada orquesta del mundo, desde la Filarmónica de Berlín, que he dirigido unas 50 ó 60 veces, a la Filarmónica de Usuawa, tierra de fuego, que no existe -bromea-... todos los músicos quieren trabajar y quieren hacerlo bien si el director es muy exigente y con razones, no aquel que solamente dice “da capo” y “da capo” sin justificación y sin una construcción orgánica de una partitura, una "reconstrucción". Como he dicho antes, una orquesta quiere trabajar bien y está interesada siempre en tocar para un director que inspira, que pone un extraordinario entusiasmo en el trabajo, y que dona a los músicos una importancia y una entrega que no es diaria. Y la gente prefiere irse a su casa después de un ensayo cansado, pero con un trabajo positivo, antes que irse a su casa cansado físicamente y muy desilusionado porque el trabajo fue vacío, sin interés. Vivimos una época en la que todo es rápido, todo es muy superficial...
Por otro lado,
el disco es el enemigo de la música porque la gente se acostumbra a escuchar discos que son una fotografía de la música. Ponen toda la música a un nivel, le cortan el alma y la emoción. Mejor escuchar una ejecución, una versión con fallos pero con una emoción verdaderamente interesante.

A cuento de ello, parece que en la actualidad escasean los genios que antes había no?, ¿o es que quizás estamos muy cerca de la historia ahora mismo y todavía no podemos distinguir quién pasará a la posteridad? No conocemos la existencia de ningún Rachmaninov, ningún Liszt, ningún Chopin...
El tiempo tiene que decidir quién va a pasar a la eternidad, a la historia. Ahora es demasiado temprano para poder expresar un juicio... aún así, hay gente de gran nivel hoy en día. Pero como he dicho, siempre más y más perfección técnica, y siempre menos y menos emoción, intensidad y perfección estilística... La tendencia agógica esta reducida al máximo. No hay más un adagio que sea adagio, ni  un andante que sea un andante...  todo es más rápido y más rápido. Yo tengo que luchar para convertir y convencer a mis alumnos de dirección de que un adagio verdaderamente tiene que ser un movimiento muy lento, y tiene que vivir, porque sino se cae. Tiene que vivir, pero en adagio. Un grave tiene que ser un grave... un tempo solemne y lleno de fuerza. Nunca tomar un andante como un allegretto, un allegretto como un allegro, un allegro demasiado rápido y un presto en donde no se comprende una articulación musical. En la actualidad no hay más un abanico agógico ancho. Todo es reducido: bastante más rápido en la rapidez y no existe el tiempo calmo, en donde se puede expresar todo de una manera justa.

¿En dónde imparte clases de dirección de orquesta?
En distintos países del mundo.

¿Y cuál considera que es la mejor escuela para aprender dirección de orquesta, tanto en Europa como en el mundo entero?
Conozco muchas escuelas, porque yo mismo he estudiado en muchas escuelas, pero la escuela en la que el método y la organización me convenció y me donó una visión de la dirección de orquesta más científica y natural es la escuela de Celibidache, porque él organizó la dirección de orquesta de manera orgánica, científica y al mismo tiempo natural. Yo conozco muchas escuelas, como la de Markevich, Svarovsky y muchas otras que son muy distintas y en mi opinión no encuentran la naturaleza de la batuta, la naturaleza de la reacción psicofísica de un director.

¿Cuál es el sentido de la música para usted?
Para mí es vida. Es un vehículo muy potente para muchas cosas. Puede ser un vehículo extraordinario para la comunicación de vida, de paz, de inspiración, de consolación, de educación... para los enfermos también (para recuperar la salud). Es un elemento muy importante para el ser humano como ilusión, como esperanza... El vivir la música en vivo es una experiencia única y muy singular. El concierto de ayer no sólo fue una experiencia musical conmigo, la orquesta y la cantante solista... la experiencia del público, de cómo participa, es un elemento directo en un evento musical. Por eso, el disco es la muerte de la música.

¿Qué opina sobre la evolución del lenguaje compositivo actual? ¿Por qué el público prefiere un lenguaje mucho más antiguo que el actual?
El público en general, no sólo en España, sino en el mundo entero, es muy "lento", muy tradicional, muy conservador. Quiere escuchar siempre la 5ª Sinfonía de Beethoven, la Sonata en La Mayor de Franck, o la 6ª Sinfonía de Tchaikowsky (la Patética) y cuando se programa Stockhousen o Penderecky, el público esta prevenido. Nosotros en Milán, que no es la última ciudad musical del mundo...  si en el programa de la orquesta (es una orquesta de cámara con 55 años de historia) no ponemos Mozart, el público (según las estadísticas) participa un 20% menos, automáticamente. Como he dicho antes, el público es muy conservador. Una segunda razón es que necesitamos estimular al público, empujarlo y decirle que no sólo se puede escuchar Mozart, Beethoven, Verdi o Falla, sino escuchar también la música de hoy, que el mundo no se puede parar y no se puede convertir en una institución o un museo, tiene que seguir adelante. Es el deber de nosotros de ir ilustrando, proponiendo y convenciendo a la gente de que hay otros idiomas. Por otro lado, los compositores no hacen nada... hacen demasiado poco para comunicar con un idioma nuevo. Hay un compositor que vino aquí -se refiere a Málaga-, que se llama Penderecky, que ha hecho de todo en su vida, de todo: cualquier estilo, cualquier mezcla, cualquier tentativa y experimento de composición. Entonces, después de toda esta experiencia, volvió a componer música muy melódica porque el no comunicar con el público es una palabra muerta...

Quizás antes existía la necesidad de innovar en el lenguaje, pero parece que se ha llegado a un punto en que todo lo que se podía hacer con los doce sonidos se ha hecho, parece que ahora se ha vuelto un poco atrás, otra vez a la búsqueda de una música que transmita sentimientos...
Sí, y es por una razón muy simple: el alma humana, el ser humano, no es un robot, es un ser humano de carne, sangre, un corazón, un cerebro... Todo esto no ha cambiado, es lo mismo. Naturalmente, tenemos otro biorritmo, pero fundamentalmente somos los mismos y si queremos comunicar solamente a través de música que no comunica en el mismo nivel, en la misma línea de la natura humana, hay una fractura en la comunicación. Después de dos minutos, la gente no escucha más... rechaza todo esto. Son fantásticos los colores, la atmósfera, un mundo nuevo... es todo estupendo e interesante, pero si no hay una comunicación, que no es sólo atmósfera, colores, etc., etc., si no hay un sentido, un mensaje musical, para comprender y para apreciar, todo esto después de dos minutos se acaba.

Precisamente, mucha música que componen compositores como Xenakis, Ligetti, etc., que ahora están muy en boga y son actuales, a veces, se escapan a la capacidad de comprensión del cerebro humano porque, sobre la partitura tienen mucha lógica y formalmente también tienen una estructura clara, pero sin embargo, por muy avezado que sea un músico y por mucha comprensión que tenga sobre el lenguaje de la música, no puede entender cuando oye ese tipo de música lo que hay ahí dentro, por la gran cantidad de melodías, tal cantidad de complicaciones... por ahora parece impensable que la capacidad humana pueda llegar a comprender eso.
Sí... pero hay un hombre como Ligetti, que es muy inteligente, y que una obra como “Lontano” o una obra como “Atmósfera”, son sólo 10 minutos de música, no más. Cuando un tipo (y no voy a mencionar ningún nombre) intenta la misma cosa, pero de una media hora o 40 minutos, la gente se levanta, deja la sala y se marcha. Es imposible, es una provocación. Tal vez es la razón de la composición, de provocar a la gente. Pero la gente no va a escuchar un concierto sólo para asumir una provocación. Ya están los políticos que provocan bastante -se ríe-.

 ¿Qué cualidades considera de importancia dentro de una obra musical?
 Como he dicho, antes de todo, lo fundamental es la comunicación. No importa el estilo, ni la formación orquestal, ni qué instrumento, ni los instrumentos tradicionales o instrumentos de otros mundos (africanos, asiáticos, de no sé dónde...). Lo importante es que debe haber una estructura sólida, con una base importante. En un señor como Ligetti o Penderecky se nota que son músicos de grandísimo conocimiento musical.

¿Cuáles son los pasos que sigue cuando se enfrenta por vez primera a una obra musical?
Hay un proceso muy preciso. Mucha gente hace esta profesión pero no es profesional. Demasiados. Es una lástima para la mayoría de las orquestas. Tengo que tocar con gente que no es profesional y que molesta en las orquestas... no hablemos de ese tema...
Volviendo a tu pregunta...
antes de todo, leer la partitura, desde el principio hasta el final. Después, hacer un análisis formal preciso. Como tercer paso, trabajar todos los detalles: musical, instrumental, agógico y dinámico. Condensar todo de forma precisa para saber exactamente cómo realizar esta obra. Y no sólo así, improvisando, sino de manera más bien científica y muy consciente, que es importante. La orquesta lo notará todo esto enseguida. Después, a los 10 segundos, no 10 minutos, sino 10 segundos, si usted conoce una obra, si usted lo puede dirigir, si usted escucha y tiene oído, tiene un carisma suficiente para inspirar verdaderamente a una orquesta, y ser un estímulo necesario para realizar una obra, todo ello lo notará la orquesta que está enfrente suya.

¿Qué proyectos tiene?
Hay siempre proyectos porque sin proyectos no se puede vivir. Mi proyecto es de realizar para la televisión “El Anillo del Nibelungo” de Wagner, explicándolo. La gente escucha “El Anillo del Nibelungo” sin comprender todos los elementos que forman el anillo, `pues se trata de un asunto musical, psicológico, mitológico y social. Entonces, puede ser una materia interesante para los estudiantes de distintas universidades del mundo, para tocar y profundizar verdaderamente todas las materias de esta gran obra musical. Hay mucha gente que escucha esta obra y que sólo se despierta cuando llega “La Cabalgata de las Walkirias” o las páginas sinfónicas del “Anillo” que son conocidas, pero la mayoría del tiempo o duermen o hablan de cosas distintas. Hay gente que conoce el “Anillo” muy bien, pero es un porcentaje muy pequeño. Con este tipo de música hace falta una preparación previa y muy seria. Este es mi sueño. De realizarlo, explicaré todos los motivos y elementos que componen el “Anillo”, que es muy complicado.
También en diciembre tengo un proyecto de ir a la Filarmónica de Londres para grabar los tres poemas sinfónicos de mi suegro, Víctor de Sabatta. Hay una razón histórica y lógica de hacerlo con la Filarmónica de Londres ya que él dirigió prácticamente sólo esta orquesta. Lo invitaron a asumir la titularidad y rechazó cualquier titularidad. Por esta razón fue un hombre especial, porque ser titular de una orquesta es un trabajo ingrato: hay mucho trabajo y una tensión que molesta muchísimo (hay trabajo de administración, de personal, de programación... un montón de cosas que no tienen nada que ver con la música). En fin, son los proyectos más próximos que tengo.