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Número 71º - Diciembre 2.005


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JENUFA EN OVIEDO

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Oviedo, Teatro Campoamor. 19 de diciembree de 2005. Janacek: Jenufa. A. Roocroft, J. Barstow, M. Obiol, I. Storey, S. Margita, V. García Sierra, A. Echeverría, B. Alberdi, M. L. Martínez, S. Galiano, F. Masino, M. Acuña. Coro de la AAAO (Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera). Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Dir. musical: Maximiano Valdés. Dir. de escena: Robert Carsen.


Nunca se había presentado en el Campoamor, desde su reinauguración en 1948, una ópera de Janacek, y la producción del autor checo, uno de los pilares del repertorio operístico del siglo XX, constituía por tanto una asignatura pendiente de capital importancia para el coliseo ovetense, de cara a "normalizar" su repertorio a la altura de lo que debe ser un teatro de ópera de hoy. Por esto la programación de Jenufa tenía en principio una trascendencia similar a la que tendrá en la temporada siguiente la inclusión por primera vez de un título de Britten, otro de los "grandes olvidados" hasta ahora en la Ópera de Oviedo.

La responsabilidad de presentar un título (y autor) nuevo al público ovetense era muy grande, y el reparto parece haberse cuidado especialmente, de manera que no presentara puntos débiles. Las "estrellas" de la velada eran, por supuesto, Amanda Roocroft como Jenufa y Josephine Barstow como su madrastra, la Sacristana, dos cantantes de prestigio y con una discografía importante al lado de nombres como Rattle o Karajan, respectivamente.

La elección de ambas fue acertada, pues hoy día no debe ser fácil encontrar intérpretes más adecuadas a sus personajes tanto en lo vocal como en lo escénico. Roocroft, expresando la dulzura de su personaje, con un conmovedor rezo de la "Salve" en el acto 2, y una cierta fragilidad ante los golpes que le reserva la vida, y ayudada también por su buena presencia física, que en este papel no deja de tener su importancia escénica (debe hacer creíble a una mujer primero disputada por dos hombres y luego aceptada por uno de ellos pese a haber tenido un hijo con el otro). De hecho en su papel apenas se le podría reprochar algún pasaje del acto 1, en el que su voz costó trabajo percibirla, pero en conjunto su labor fue espléndida. Y a mayor altura aún, si cabe, estuvo la Barstow, encarnando a la perfección el carácter atormentado de la Sacristana, que le lleva al crimen contra el bebé de Jenufa para que su hijastra pueda casarse con otro hombre distinto del padre de la criatura. Los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa (desde el odio contra Steva, el padre del niño que luego se desentiende de su responsabilidad, hasta el remordimiento final cuando su crimen se descubre) fueron expresados por la Barstow de una forma magistral, algo que define a una gran intérprete.

Pero no se acaban aquí las virtudes del reparto de esta Jenufa, pues como se ha dicho fue muy homogéneo y ningún cantante desmereció del resto. Debe citarse, al menos, a Ian Storey como Steva, a Stefan Margita como Laca (el otro pretendiente de Jenufa) y a Mercè Obiol como la abuela, aunque todo el resto del reparto merecería mención.

La actuación de la OSPA con su titular, Max Valdés, fue de lo mejor que hemos escuchado en la temporada, sabiendo extraer colorido orquestal a la obra. La puesta en escena de Robert Carsten, procedente de la Ópera de Flandes (Vlaamse Oper) fue sencilla, sobria, jugando con pocos elementos (paredes que movían los figurantes para formar el interior de una vivienda, o el exterior), pero consiguió una gran belleza visual que fue importante para el éxito de esta producción.

Esta Jenufa del Campoamor, acogida por el público de un modo tan favorable que venía a desmentir el carácter de "apuesta arriesgada" de haber programado este drama rural (cuyo argumento, al fin y al cabo, es capaz de conmover a un público amplio) puede muy bien convertirse en el máximo logro de la temporada 2005-2006, a falta de un título, la Favorita que veremos en enero.