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DEBUT DE UNA VOZ
Por
Rubén Flórez
Bande
No es precisamente
este disco un debut, ya que sería el segundo que tiene para EMI (el
primero fueron los no muy acertados Carmina Burana con Simon
Rattle), aunque por fechas de grabación este sí fue el primero. El
protagonista es el tenor norteamericano Lawrence Brownlee, que nos ofrece
un recital con canciones -todas en italiano- de Schubert, Verdi,
Donizetti, Bellini y Rossini, repertorio que le es afín. El pianista que
le acompaña es el ya curtido en estas lides Martin Katz.
El disco se abre con las Cuatro Canciones D.688 de Schubert, con
textos de Vittorelli y Metastasio, que combinan la delicadeza y lirismo de
los lieder del compositor austríaco con el vitalismo y color de Rossini.
Bronwlee, que a lo largo de todo el disco mostrará las mismas
características, canta las cuatro canciones de la misma forma, la alegría
de Da quel semblante appresi está también en la serena canción
Non t´accostar all´una, algo que queda forzado, o no muy
coherente. Es de agradecer eso sí, ese tono reservado que sabe darle, casi
intimista. Katz, como también se verá a lo largo del recital, acompaña
minuciosamente pero sin implicarse demasiado, a las órdenes del tenor.
El disco prosigue con canciones de juventud de Verdi: La graciosa Lo
sparracamino, muy expresiva en la voz del tenor, con algo de
bufonería; Brindisi se mueve por el mismo estilo, muy alegre, muy
vital. Pero en otras obras, como ese canto que es Ad una stella,
o en el Tramonto, Brownlee se muestra "dejado", como si no fuera
con él la cosa, demasiado literal. También hay aquí alguna parte chocante,
por ejemplo cuando canta "a plena voz" que parece que se le va la nota,
que no asienta igual que cuando llega a los graves, que el vibrato hace
acto de presencia, y no es que sea muy molesto, pero sí enturbia el
discurso. En In solitaria stanza que tanto recuerda al aria de
Leonora de Il trovatore, una gran canción "operística", sí que se
encuentra perdido el tenor americano, no entiende el idioma verdiano, ya
bien claro en sus primeros años, y canta como el que da la lección, una
lástima. Katz, mucho más atento aquí, pero no termina de "redondear" el
estilo.
De Donizetti sólo se dan dos canciones. Una es la famosa y breve Me
voglio fa`na casa en dialecto napolitano, que quizá sea lo mejor de
todo el recital, muy optimista, donde Browlee no tropieza con el dialecto,
aquí sí se encuentra en su salsa. Parece que emocionalmente le cuesta
implicarse, y no en estas miniaturas, que parece disfrutarlas, quizá tenga
que madurar. Por otro lado, L´amor funesto sí está cantada con
estilo propio, pero resulta, de nuevo increíble en la voz de Brownlee, sin
recogimiento.
El disco prosigue con Bellini, en teoría otro caballo de batalla, en lo
operístico, del tenor. Lo mejor entre las piezas de Bellini es la
recreación de esa romanza, con cabaletta incluida (Torna, vezzosa
f´illide) donde Brownlee hace todo un alarde de técnica (que tener,
la tiene), con una cabaletta brillantemente terminada. También muy
conseguida La ricordanza donde vuelve al intimismo, con la misma
melodía que el aria "Qui la voce" de Elvira en I Puritani.
El resto de canciones de Bellini (Ma rendi pur contento, Per
pietà, bell`idol mio y Bella Nice, che d´amore) caen de
nuevo en la literalidad del tenor, sin levantar vuelo. Katz hace un
acompañamiento digno.
El recital se termina con Rossini, otro compositor afín al protagonista.
Empezando con una enérgica Danza, y prosiguiendo con una curiosa
La lontananza, canción muy bella, y a la que Brownlee le saca el
máximo partido. L´esule también está muy bien conseguida en la
voz de Brownlee, con una voz muy templada.
Disco interesante por el repertorio, pero donde a la voz se le podía pedir
algo más de implicación, no quiero decir que no la haya, pero puede que si
se hubieran "rodado" más, hubiera salido más redondo este recital. Katz,
atento muchas veces, pero algo impersonal.
REFERENCIAS:
Canciones italianas de Schubert, Verdi, Donizetti, Bellini y Rossini.
Lawrence Browlee, tenor, Martin Katz, piano.
EMI 5 86503 2
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