TELEMANN POR NAVIDAD

Por Fernando López Vargas-Machuca. 

 Jerez, Teatro Villamarta. 17 de Diciembre de 2005. Telemann: Cantatas de Navidad (Nun, komm der Heiden Heiland, TWV 1:174; Der jüngste Tag wird bald sein Zie erreichen, TWV 1:301; Uns ist ein kind geboren, TWV 1: 1451; Gelobet seist du Jesu Christ, TWV 1:612; Magnificat, TWV 9:17). Maria Cristina Kiehr, Greta de Reyghere, Steve Dugardin, Mikael Stenbaek, Huub Claessens, Stephan MacLeod, solistas. Il Fondamento. Paul Dombretch, director.

H asta ahora los conciertos navideños del Villamarta se limitaban a tres posibilidades: el Mesías de Haendel (que escuchamos en mediocres versiones de Harry Christophers y Paul McCreesh), el Oratorio de Navidad de Bach (en flojísima lectura de Frans Brüggen y otra más entonada de Robert King), y la eterna recopilación de valses, polcas y obras populares a cargo de la típica orquesta de segunda fila. La alternativa de este año ha sido mucho menos comercial pero considerablemente más interesante: las cantatas navideñas de Telemann ofrecidas por el conjunto Il Fondamento son de una belleza sobrecogedora. No había más que comparar esta música de extraordinaria creatividad e inspiración con el oratorio navideño del napolitano Nicola Antonio Porpora (Il verbo in carne) que nos ofrecía el día anterior la Orquesta Barroca de Sevilla. Ciertamente el sufrido teatro jerezano, la prensa tan "comprometida" cuando de ópera de trata y las asociaciones de aficionados que pululan por esta tierra deberían concentrar sus esfuerzos no tanto en llenar Barberos de Sevilla y Cármenes, títulos que agotan las localidades por sí solos, como en hacer que el personal acuda a conocer estas acongojantes creaciones del más infravalorado de los compositores del Barroco. Más aún cuando vienen tan estupendamente servidas.

De nuevo la comparación con la noche anterior resultaba reveladora. La Barroca de Sevilla es una agrupación notable, aunque sólo eso, mientras que Il Fondamento se revela como una de las mejores orquestas historicistas del momento: empastadísima, afinada, robusta y sólida en todas sus familias, incluidos los siempre problemáticos metales. A su excelencia no es ajena la labor de su fundador, el oboísta y director Paul Dombrecht, quien se mostró en esta actuación jerezana mucho más acertado que en su lamentable Orfeo de Gluck que ofreciera en Córdoba hace justo un año. Fue el suyo un Telemann quizá un punto tosco y contundente, pero en todo caso intenso y lleno de vida, sensible en los momentos más íntimos y brillante sin caer en la vulgaridad en los más extrovertidos. La seriedad y la falta de pretensiones caracterizaron en todo momento su formidable labor. Lástima que entre los solistas vocales hubiera de todo. Estuvieron muy bien el tenor Mikael Stenbaek y el bajo Stephan MacLeod, e incluso una Maria Cristina Kiehr ya algo cortita para las agilidades pero sensible y comunicativa. El resto dejaba que desear.

La respuesta del público -no más de seiscientas personas- fue todo lo entusiasta que merecía la ocasión. Una felicitación y un reproche al Villamarta para terminar. La primera, por la excelente y tan imprescindible sobretitulación que viene ofreciendo, con su pericia acostumbrada, el profesor Julio Lozano. La segunda, por esos programas de mano que siguen de capa caída: como no había espacio para incluir los currículos de los cantantes, el aficionado que aún no es muy experto no se pudo enterar del prestigio y de la importancia de la soprano Maria Cristina Kiehr, cuyo nombre aparecía además recogido con una letra minúscula. Si se tiene la suerte de contar con estrellas de este calibre, lo menos que se puede hacer es publicitarlo con orgullo, no dejar que pase inadvertido. Por descontado, ni una palabra en la prensa local -cuya presuntamente melómana directiva "pasa" abiertamente de promocionar este tipo de espectáculos- ni en ese folletín publicitario en que ahora se ha convertido la revista del teatro. Lamentable.

Web de Il Fondamento: http://www.ilfondamento.be/

Web del Villamarta: http://www.villamarta.com/