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NO ES EL ACONTECIMIENTO
OPERÍSTICO DEL AÑO
Por
Rubén Flórez
Bande
Muchas veces uno
se pregunta cuáles son los criterios que tienen las casas discográficas
para contratar -o fichar- a ciertos "personajes" La verdad es que muchas
de estas preguntas quedan sin respuesta, simplemente no lo entiendo.
Pienso -y creo que es un pensamiento generalizado- que desde que las
compañías de música clásica quisieron vender su "producto" como si de
"pop" se tratase, la industria de esta música se fue a la basura. Primar
la imagen al talento. Pero se equivocan, la música no entra por los ojos,
sino por los oídos, aunque ellos se empeñen en hacernos creer lo
contrario.
Uno de los últimos ejemplos es el caso de Anna Netrebko, soprano
procedente de la compañía del Mariinsky, y que de la noche a la mañana
pasa de cantar Ilia en Idomeneo a convertirse en la Violetta del
momento, la Donna Anna del momento, la Lucia del momento...-¿por arte de
magia?-, con un contrato en exclusiva para la Deutsche Grammophon. Yo, por
más que estrujo la cabeza, sigo sin entenderlo. A no ser, claro, por la
imagen. Si es por la imagen, la Netrebko es un gran fichaje. En el futuro,
los musicólogos y tratadistas tendrán que incluir en la clasificación de
las voces las de: "soprano-florero", "tenor-florero", "barítono-florero"
porque, cantar no cantarán mucho, pero adornar, adornan, y este es uno de
esos casos, anunciado a bombo y platillo como "el acontecimiento
operístico de 2005": La Traviata de Salzburgo del verano pasado.
Y no fue para tanto.
La verdad, siempre se espera con entusiasmo lo que se pueda decir en este
manido título, qué cosas nuevas puedan escucharse, nuevas personalidades
para estos personajes. El entusiasmo decae cuando se escuchan cosas como
las remitidas. Empezamos.
Anna Netrebko físicamente da el papel como Violetta Valery: joven, bella,
alocada (¿por qué la DG no saca el DVD de la producción de la ópera, con
una austera y eficiente puesta en escena de Willy Decker; seguro que
vendería el doble que sólo con el audio... si de vender se trata, claro);
pero vocalmente tiene grandes insuficiencias. El primer acto es demasiado
ligero para ella, correcta la dicción en italiano, le superan las
coloraturas de su última escena, es verdaderamente sangrante escucharle la
repetición del "Follie, follie! Delirio vano è questo!" se ahoga ella
sola, las agilidades le superan, y se limita a "graznar", inventándose
parte de la notación, aparte de hacer las respiraciones donde mejor le
viene en gana. El final, sin agudo, con un calderón ciertamente efectista.
El segundo acto, mucho más lírico, le va mucho mejor a su tesitura; al
estar ella más cómoda tiene momentos ciertamente bellos y creíbles como el
"Non sapete quale affetto" y otros con una gran sobreactuación, como el
"Amami Alfredo!", lleno de jadeos y sollozos que se hacen ciertamente
insoportables. Esta sobreactuación le queda de perlas en el último acto,
donde se muestra una Violetta sufrida, y abatida, quizá lo mejor de la
interpretación, no muy verdiana, más verista que otra cosa, pero creíble
al fin de cuentas. La escena final llega a emocionar, eligiendo un "tempo"
pausado, donde la agonía se va prolongando. Resumiendo, Netrebko es una
Violetta insuficiente, no se puede salvar un personaje escogiendo escenas
puntuales, no lo sabe redondear, queda bastante inconexo. No sería ni
justo ni conveniente compararla con las grandes Violettas de todos los
tiempos, pero es que hasta con compañeras de su generación, como por
ejemplo Stefania Bonfadelli, la Netrebko sale perdiendo.
El caso de Alfredo es parecido. Antes de nada, ¿alguien me puede indicar
dónde está en Villazón el arte de Plácido Domingo, de quien es su supuesto
sucesor? ¿En qué parte de esta interpretación? ¿En la voz baritonal?... no
he encontrado yo esos paralelismos. Villazón canta con ímpetu, físicamente
también da el personaje, pero eso no es suficiente: su fraseo a veces peca
de amanerado, con constantes cambios de intensidad, los agudos suenan
rajados. Mejor es la zona media, lo malo es que siempre canta de forte
hacia arriba, matiza muy poco, y cuando lo hace se convierte todo en un
susurro. Aun así su "Oh mio rimoroso!" del segundo acto está muy logrado,
muy insolente y decidido, con rabia incluso. Más encorsetado se encuentra,
sin embargo en los dúos ("Un di felice, eterea" o "Parigi o cara"). Aun
así, pienso que madurando el personaje, y puliendo ciertos "feísmos" del
timbre puede ser un Alfredo competente... que ya es mucho.
Germont lo encarna aquí Thomas Hampson, y como siempre, o casi siempre,
hace lo que quiere. Es el suyo un Germont muy expresionista, en ocasiones
parece más estar declamando, que cantando, esto le da cierta verosimilitud
al personaje, pero en otras este "parlato" queda completamente fuera de
sitio. Puede discutirse esta forma de abordar el personaje (de hecho, a mí
no me gusta), pero Hampson la defiende hasta el final, asimila a su modo a
Germont, otra cosa es que esto sea Verdi. Como con la Netrebko, tanto
grito, y tanto gruñido, acaban cargando... con efectismos canoros es
difícil mantener una ópera a flote.
Correctos sin más los secundarios, potente, y en ocasiones tumultuoso el
coro. La Filarmónica de Viena no es la orquesta ideal para interpretar a
Verdi. Tampoco Carlo Rizzi ayuda mucho en su faceta de
director-concertador, es la suya una lectura de "brocha gorda" sin
matices, con "tempi" en ocasiones arbitrarios: la escena de la fiesta en
casa de Violetta, intrascendente, el coro de las gitanas ruidoso, los
finales de acto ruidosos, se echa en falta, una batuta más detallista
(como la de un Muti) para esta ópera, teniendo la orquesta que se tiene.
En resumen, no es para nada el acontecimiento operístico del año, ni mucho
menos. Más bien es un producto ideal para los nuevos fan de la Netrebko, y
poco más. Creo que las compañías deben replantearse muchas cosas... si no
lo están haciendo ya.
REFERENCIAS:
VERDI: La Traviata
Anna Netrebko, Rolando Villazón, Thomas Hampson.
Orquesta Filarmónica de Viena. Dir: Carlo Rizzi.
DG 477 5936 (2 CD's)
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