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MACBETH EN OVIEDO, CON CARLOS ÁLVAREZ
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
Oviedo, Teatro Campoamor. 30 de enero de 2008. Verdi: Macbeth. C.
Alvarez, T, Serjan, V. Kowaljow, A. Roy, G. Hernando, M. Nogales, V.
Cecchini, A. Feria, J.M. Muruaga, A. Gómez. Ballet Ensemble Micha van
Hoecke. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Dir. musical:
Miquel Ortega. Dir. escena y coreografía: Micha van Hoecke.
Se cerró la temporada 2007-2008 del Campoamor con el único título verdiano
previsto, el Macbeth, contando en el rol protagonista con el
barítono Carlos Álvarez. Se repetía así la situación de hace cuatro
temporadas, cuando el divo malagueño clausuró la temporada con otra ópera
de Verdi, Rigoletto, obteniendo un éxito apoteósico como
intérprete del papel titular.
Siempre hemos admirado en Carlos Álvarez, más que lo puramente vocal, la
personalidad que imprime a sus papeles, y este Macbeth no fue una
excepción: el carácter inseguro, con remordimientos, de Macbeth estuvo
aquí perfectamente expresado, incluyendo una gran versión de su aria
"Pietá, rispetto, amore". En conjunto, el barítono malagueño volvió a
recibir una merecida ovación del público, aunque me atrevería a decir que
la del Rigoletto de hace cuatro años fue mayor aún. La razón tal
vez fuera que Álvarez se vio eclipsado en parte por el joven tenor gijonés
Alejandro Roy, quien interpretaba a Macduff, y que ya compartió escenario
con el malagueño cuando ambos cantaron en Gijón el Pelagio de
Mercadante en septiembre de 2005. Roy, que cantó con entrega y recibió
quizá la mayor ovación del público, debutaba en la Temporada de Ópera de
Oviedo, pero tras este éxito lleva camino de convertirse en un favorito
del público ovetense.
El resto del reparto no desmereció, y todos estuvieron a gran altura,
comenzando por la Lady Macbeth de la soprano rusa Tatiana Serjan, que dio
una lectura de su personaje muy válida en todos sus registros, desde la
ferocidad del primer acto hasta la desolación de sus momentos de locura
final. Y también merece una mención especial el Banco de Vitalij Kowaljow.
El resto, siempre a buen nivel, incluyendo al coro (que tiene
intervenciones decisivas en la obra, como el "Patria oppresa"), el ballet
de Micha van Hoecke (con mención especial para la bailarina solista Marzia
Falcon) y el buen rendimiento de la Oviedo Filarmonía, a las órdenes de
Miquel Ortega, del que sin que se pueda decir que extrajera un especial
refinamiento de la partitura, al menos cumplió eficazmente su labor.
La puesta en escena, original del mismo Van der Hoecke, trasladaba la
acción al Japón feudal, un poco siguiendo la estela de la película
Trono de Sangre, de Kurosawa. Si bien los conceptos "guerreros" de
ambición, honor y lucha quedan muy propios al trasplantarse al mundo de
los samurais, no deja de ser algo chocante escuchar a japoneses cantar en
italiano y referirse a Macbeth como Rey de Escocia. Al menos los samurais
de Kurosawa hablaban en japonés y se referían al Japón. Aparte de esta
incoherencia (algo que es habitual en las puestas en escena actuales),
pudimos presenciar un Macbeth más que válido como cierre de
temporada.
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