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Número 87º - Enero-febrero 2.008


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EL IDILIO DE LA ROSS 

Sevilla, Teatro de la Maestranza. 14 de febrero de 2008. XVIII Temporada de conciertos de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Wagner: El idilio de Sigfrido. Liszt: Concierto para piano y orquesta nº 2. Brahms: Sinfonía nº 1. Jean-Yves Thibaudet, piano. Pedro Halffter, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca.   

Los resultados interpretativos son en algunas ocasiones muy satisfactorios y en otras bastante menos, pero  lo que está claro es que Pedro Halffter y la Sinfónica de Sevilla parecen vivir un momento de excelente sintonía. La ejecución de la música para orquesta es, como el amor, cosa de dos, por lo que a la habilidad técnica de la batuta se han de sumar el virtuosismo y la musicalidad de la formación que se ponga a su servicio: es justamente el caso. El día de San Valentín la ROSS y su titular confirmaron este romance en un concierto que comenzó con otro idilio, el del mismísimo Sigfrido, con el que la agrupación hispalense ofreció una sonoridad especialmente tersa, hermosa y cuidada. A pesar de algún desajuste puntual en las entradas la cuerda se mostró redonda y aterciopelada; las maderas derrocharon tanta belleza sonora como buen gusto musical y el metal estuvo mucho más afortunado que en otras ocasiones, no revistiendo importancia la falta de empaste de los trombones en el final de la Primera de Brahms. Magníficos el trompa solista en el Idilio y el chelo en el Segundo Concierto de Liszt.

Interpretativamente hablando la velada resultó un tanto irregular. Lo mejor fue la referida obra de Wagner, una espléndida recreación en la que Halffter desgranó la emotiva partitura con sensibilidad, idioma y belleza, sin acaramelamientos ni blanduras, trazando muy bien el arco sonoro sin que decayera la concentración. La página de Liszt comenzó estupendamente por parte de la batuta, que supo ofrecer muchos momentos mágicos, pero al llegar al marziale se contagió de la rutina y desgana de Jean-Yves Thibaudet. Y es que el pianista francés, que tan genial estuvo allá por 1992 en la memorable interpretación de la Turangalila bajo la batuta de Chailly, pasó como una apisonadora por la genial partitura con una sonoridad monocorde y algo percutiva, un fraseo cuadriculado y una manifiesta tendencia hacia lo prosaico, aun luciendo, no hace falta decirlo, una extraordinaria limpieza digital. Es de esperar que Eldar Nebolsin lo haga mejor en la gira que emprende la ROSS por Euskadi y Navarra con este mismo programa.

Ya desde los primeros compases, que sonaron más rebeldes y desafiantes que trágicos y desesperados, se vio que Pedro Halffter iba a ofrecer una Primera de Brahms alejada del tópico de lo otoñal y lo neblinoso. Efectivamente, y sobre todo en el movimiento inicial, se trató de una lectura juvenil y extrovertida, poderosa y elocuente, épica a ratos aunque desde luego no optimista, nada blanda ni morosa, y en general atractiva y de una sana frescura, ya que no muy profunda. Ahora bien, bajo mi punto de vista falló claramente la arquitectura global del primer movimiento: hubo notables momentos aislados, llenos de nervio y fuerza, pero las tensiones y distensiones -numerosas y decisivas en esta página magistral- no se desarrollaron de manera efectiva y las transiciones no estuvieron bien resueltas. De ahí que el Allegro no alcanzara una dimensión orgánica, resultando discontinuo y deslavazado.

Mucho mejor los tres movimientos restantes, más “ortodoxos” en sus planteamientos y resueltos de manera más satisfactoria. El director madrileño modeló las secciones de la ROSS con una gran plasticidad, procurando obtener esa peculiar sonoridad “oscura” y “densa”, un punto aterciopelada, que caracteriza a la música del genial autor del Réquiem Alemán, ofreciendo un equilibrado y hermoso Andante sostenuto en el que se lució en su acongojante solo el excelente concertino invitado, Eric Crambes. Resultó más bello y emotivo aún el tercer movimiento, mientras que el cuarto tuvo todo el carácter épico necesario sin que en ningún momento Halffter sucumbiera a la tentación de “acumular efes” o de subrayar metales, y logrando -aquí sí- trazar una arquitectura sólida que acumuló tensiones con eficacia hasta desembocar en una brillante, poderosa y sincera coda final.

 

ENLACES RECOMENDADOS

Web de Eric Crambes: http://www.eric-crambes.com/

Web de la ROSS: http://www.rossevilla.com

Web del Teatro de la Maestranza: http://www.teatromaestranza.com/