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El calor de la
música
Por Josefa Montero
García.
Salamanca: Catedral
Vieja. 28 de Diciembre de 2007. Carlo Verardi: Viva el gran Rey Don
Fernando; Mateo Flecha: Negrilla a 4: San Sabeya, gugurumbé;
Luis del Milà: Pavana & Gallarda; Mateo Flecha: Dindirindin a 4:
Ande pues vuestro apellido; Anónimo: No la devemos dormir;
Bartomeu Càrceres: Si os voleu ben despertar; Juan Pérez Bocanegra:
Ritual formulario: Hanacpachap cussicuinin; Joan Cabanilles:
Obertura / Corrente italiana; Joan Arañés: Chacona: A la vida
bona; Anónimo: Todo el mundo en general; Francisco Correa de
Arauxo: Glosas sobre “Todo el mundo en general”; Bartomeu
Càrceres: Branle: tan garçó la durundena; Anónimo: Ya es
tiempo de recoger; Antonio Martín y Coll: Romanesca; Gaspar
Fernandes: Mestizo e indio: Tleycantimo choquiliya; Anónimo;
Canarios; Frei Filipe da Madre de Deus: Negro a 5: Antonya
Flaciquia Gasipà. Intérpretes: Hesperion XXI y La Cappella Reial de
Catalunya. Jordi Savall, Director.
Como siempre que nos ha
visitado Jordi Savall, la entidad organizadora - esta vez Caja Duero-
colgó rápidamente el cartel de “entradas agotadas” y no cabía ni un
alfiler en la preciosa Catedral Vieja que ha servido de marco a la
música renacentista y barroca, con instrumentos originales, de Hesperion
XXI y la Cappella Reial de Catalunya.
Ambas agrupaciones
dirigidas de forma magistral por Savall, desgranaron su acostumbrado
repertorio de villancicos, diferencias e improvisaciones donde
sobresalieron las voces de los solistas, entre los que yo confieso una
especial debilidad por el bajo Ivan García, y los maravillosos
instrumentos de época: cornetto, chirimía, bajón, órgano, clave, arpa,
teorba, guitarra, vihuela, percusiones y violas de gamba encabezadas por
la del propio Savall. Éste disculpó la ausencia por enfermedad de
Montserrat Figueras, a la que el público salmantino no ha tenido la
oportunidad de ver en ninguna de las anteriores actuaciones de estos
músicos, y que obligó a algunos cambios en el programa, como No la
devemos dormir o Si us voleu ben despertar, que sustituyeron
a otras piezas anunciadas.
Con respecto a los
programas de mano, ha sido un acierto proporcionar los textos de las
obras interpretadas, pero se echaban en falta unas “notas al programa”
que contribuyesen, por escrito, al mejor conocimiento por el gran
público de esta época dorada de nuestra música. Tenemos la mala
costumbre de no valorar suficientemente nuestro patrimonio, máxime si se
trata de música, y resulta paradójico que la mayor parte de nuestros
compatriotas apenas hayan oído hablar de los autores de programas como
éste, mientras un buen número de estudiosos foráneos se ocupan del
Renacimiento musical español. Afortunadamente, de vez en cuando tenemos
conciertos como éste.
La buena interpretación
y las detalladas explicaciones sobre la música y su contexto que iba
ofreciendo Savall a medida que avanzaba el concierto consiguieron
amortiguar la temperatura gélida del local. Ante los aplausos del
publico entregado, los intérpretes ofrecieron como bis la guaracha
mejicana Ay que me abraso del compositor Juan García Céspedes,
que fue el mejor reflejo del calor con que esta música había
reconfortado a nuestros congelados cuerpos.
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