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TABACO vs MÚSICA Por Víctor Eloy López Cerezo. Músico y Lcdo. en Historia y Ciencias de la Música.
El consumo del tabaco entre músicos de cualquier nivel es una práctica de lo más cotidiana, y para nada estudiada como un hábito dañino para la práctica artística. Así, un músico profesional emplea una media de tres a cuatro horas diarias en el estudio con su instrumento; lo que encierra parcelas como técnica, expresividad, relajación, etc., teniendo muy en cuenta no adquirir malos hábitos en su forma de tocar. Ahora bien, es de lo más común en orquestas, bandas y otros tipos de agrupaciones, ver cómo en los descansos de los ensayos grupales gran parte de los integrantes están fumando sin ningún tipo de preocupación por su salud. El tabaquismo es una de las causas más frecuentes de muertes que podrían ser evitadas. Cientos de miles de personas mueren prematuramente en todo el mundo por razones derivadas directamente del consumo del tabaco, incluyéndose aquí, por supuesto, a los fumadores pasivos. Pese a estas estadísticas, millones de personas en todo el mundo continúan siendo consumidores de tabaco. A los músicos profesionales se les considera en distintos campos clínicos de la misma forma que a deportistas de elite; esto quiere decir que el cuidado de la salud debe ser exquisito y uno de los principales requisitos en la vida profesional. Por tanto, existe una gran contrariedad entre la preocupación por la mejora artística y el daño que proporciona el tabaco. En términos medicinales no hay demasiadas premisas que se puedan nombrar como “verdades absolutas”, pero existe una de la que no hay duda: el tabaco es dañino para el organismo. En cuanto a su consumo, todas las variantes son perjudiciales (cigarros, tabaco de mascar, en pipa...), pero la más adversa para la salud es, sin duda, la de los cigarrillos, siendo al mismo tiempo la más extendida. Esta “verdad absoluta” anteriormente citada es de sobra sabida por todos los músicos, pero aún así continúan con su adicción siendo esto a veces debido al desconocimiento de los perjuicios, científicamente demostrados, que proporciona fumar a nuestra salud. Así, el consumir tabaco se asocia a un gran número de problemas. Es adictivo, lo que fomenta no sólo una dependencia física sino también psicológica. La nicotina, uno de los principales componentes químicos del tabaco, es varias veces más adictiva que la heroína y la cocaína. Se asocia con el cáncer de labios, boca, garganta, laringe, esófago, pulmones, estómago, páncreas, riñón, vejiga y cuello uterino. Una de las principales afecciones que debe interesar a los músicos de instrumentos de viento es que daña a las vías respiratorias dañando directamente los tejidos, alterando sus propiedades de auto-limpieza y reparación, con lo que se ve afectada la dinámica y la eficiencia de la respiración. Predispone al consumidor a padecer artemio-esclerosis coronaria y enfermedad de la arteria periférica, angina (dolor de pecho relacionado con el corazón) e infartos de miocardio (ataques al corazón), varía la presión arterial. Es un factor de riesgo para la arterio-esclerosis (disminución de la densidad ósea). Aumenta la susceptibilidad a desarrollar úlceras pépticas. Ante el embarazo, plantea el riesgo de aborto espontáneo (aborto involuntario), el parto prematuro, bajo peso al nacer, y muerte perinatal. Se asocia con el envejecimiento prematuro de la piel. Irrita los ojos y realiza quemaduras en garganta y pulmones. Proporciona un desagradable olor al cabello, la piel, la respiración, las prendas de vestir. Mancha los dientes y los dedos. Puede ser causa de quemaduras en piel, ropa e inmuebles. Es un riesgo de incendio, especialmente cuando se asocia con bebidas alcohólicas. Reduce la tolerancia al ejercicio y el estado físico general del fumador se verá empeorado. Si se realiza un cómputo anual del dinero que gasta una persona de media exclusivamente en la compra de tabaco, sin tener en cuenta los gastos ocasionados por sus daños, se pone de manifiesto que es carísimo. A menudo es ofensivo y potencialmente perjudicial para los que rodean al fumador, convirtiéndose así ellos en fumadores pasivos. Puede aumentar la incidencia de asma, ocasionar neumonía, así como desproteger al oído ante posibles infecciones. Algunas de estas características del consumo de tabaco se pueden observar inmediatamente, así como otras serán evidentes a corto plazo, produciéndose en un plazo de meses como máximo. Pero las más peligrosas serán las que van gestándose con el uso diario, haciendo mella en la salud sin que pueda apreciarse de una forma aplastante a principio y mediados del proceso, y aparecen a lo largo de años de dependencia. Dentro de las distintas especialidades, sin duda alguna a los que más afectará el tabaquismo será a los músicos de viento, en los cuales la calidad del sonido irá directamente relacionada con la capacidad de control y la calidad del aire expulsado para atravesar y hacer vibrar el instrumento en cuestión, ya sea de madera o metal. Ante tantos puntos negativos que ofrece el tabaquismo, y muchos de ellos totalmente conocidos por los consumidores, deberá existir algún punto a favor del consumo. En su defensa debemos comentar cómo realmente hay población que disfruta del acto de fumar y con el sabor del tabaco. La mayoría experimentan una sensación de “tranquilidad” cuando están fumando, una calma generalmente causada por una manifestación del cuerpo al ser aliviada la dependencia a la nicotina. Esto no es que un fumador se sentirá mejor de lo que lo haría un no fumador, sino que el primero alivia temporalmente los desagradables síntomas ocasionados por la necesidad de nicotina entre las dosis. Estos síntomas de “retirada” son, entre otros: ansias de nicotina, irritabilidad, frustración, ira, ansiedad, dificultad para concentrarse, inquietud, disminución de la frecuencia cardiaca y aumento del apetito. Fumar parece ayudar en el control del peso porque un fumador deja de ganar algunos kilos, siendo este punto uno de los principales obstáculos a dejarlo. Pero esta demostrado que fumar un paquete de cigarrillos por día ejerce un estrés fisiológico en los sistemas cardiovascular y pulmonar equivalente a tener 40 kilos más de peso, con lo que dejando de fumar se cogerá algo de peso pero el cuerpo se someterá a 30 kilos aproximadamente menos de desgaste. A corto plazo, el aumento de peso, aunque indeseable desde un punto de vista cosmético, podrá ser tratado con discreción a través de dietas y ejercicio, ambos muy convenientes para los músicos, aunque esto deberá ser cuando ya no existan síntomas de necesidad de nicotina, ya que tratar de dejar de fumar y perder peso al mismo tiempo es mucho esfuerzo. Existen varias alternativas para conseguir dejar de fumar, como pueden ser ejercicios para ir dejándolo progresivamente, ayuda psicológica, fármacos y sustancias que ayuden a paliar la abstinencia de nicotina e incluso la hipnosis puede ayudar. Estos procesos pueden ejecutarse aislados o combinados, pero esta claro que la mejor ayuda será conocer lo maligno que es para el cuerpo y por lo tanto para la interpretación musical el consumo asiduo de tabaco. De lo que el músico debe estar seguro es de que no todo se encuentra en el estudio de lo meramente musical para desempeñar correctamente su función como interprete, sino que hay que vigilar muy de cerca el estado de nuestra salud, directamente relacionado con el sonido y expresividad, ya que por el contrario de poco sirven horas y horas de práctica cuando fumando se impide fisiológicamente realizar un uso correcto de los recursos dados naturalmente en el organismo. Como hemos podido ver, los perjuicios a nuestra salud son muchos. Unos daños que afectan en la práctica musical a todos los instrumentistas, directores y cantantes, pero que no se toman en consideración para una mejora artística más rápida y eficaz. Un punto en la educación musical que debiera tenerse en cuenta por profesores a la hora de inculcar un protocolo de estudio en el alumno.
BIBLIOGRAFÍA: BETES, M. Fundamentos de musicoterapia. Madrid: Morata, 2000. 400 p. WOLF, Edward A. Medical Corner: Smoking Cessation. International Trombone Association Journal. 2001, vol. 29, núm. 2, p. 14-15. Víctor Eloy López Cerezo
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