Dos
óperas en una
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
Tancredi.
Música
de Gioachino Rossigni. Libreto de Gaetano
Rossi y Luigi Lechi,
basado en la tragedia de Voltaire. Reparto para la
versión de Venecia:
Bruce Sledge,
Daniela Barcellona, Umberto Chiummo,
Patrizia Ciofi, Marina
Rodríguez-Cusí, Marisa Martins.
Reparto para la versión de Ferrara:
José Manuel Zapata,
Ewa Powdles, Giovanni Battista Parodi,
Mariola Cantarero, Marina
Rodríguez-Cusí, Marisa
Martins.
Director musical:
Riccardo Frizza.
Director de escena, escenógrafo y figurinista:
Yannis Kokkos. Iluminador: Guido
Levi. Dramaturga: Anne
Blancard. Movimientos coreográficos: Marco
Berriel. Director del coro:
Jordi Casas Bayer.
Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Nueva producción del
Teatro Real
en colaboración con el Gran Teatre del
Liceu de Barcelona, el
Teatro de
La Maestranza de Sevilla y con el Teatro Regio
de Turín. Teatro
Real, Madrid, del 7 al 22 de diciembre de 2007.
Tancredi
es una ópera con dos finales distintos correspondientes a dos sendas
versiones. En la versión veneciana, Rossini
optó por un final feliz, de encuentro y reconciliación de los
enamorados. Se trata de un final convencional y comercial, que permite
añadir elementos de virtuosismo vocal. En la versión de Ferrara hay un
trágico final, en el que el protagonista muere. Es una solución moderna
e insólita, más romántica e interesante para mi gusto. Cada unos de los
finales tiene una música distinta, pero igualmente magnífica. El
Teatro Real
ha ofrecido en alternancia ambas versiones durante en pasado mes de
diciembre. Gracias a esta doble propuesta, hemos podido comparar las dos
soluciones y también los dos repartos escogidos, ambos excelentes.
Daniela Barcellona y
Ewa Podles encarnado a
Tancredi. Son dos artistas maravillosas,
poderosas y muy distintas, pero ambas con una línea vocal subyugante. La
réplica ha venido de la mano de Patricia Ciofi
y Mariola Cantarero, que han abordado con
maestría el difícil papel de Amenaide, lleno
de virtuosismo. A pesar de tan deslumbrantes protagonistas, los demás no
se quedaron atrás y en ambas funciones hubo momentos de lucimiento para
todos. El coro masculino tuvo notables intervenciones, aunque las
máscaras y su ubicación inicial, muy al fondo, le restó un poco de
proyección sonora. A tan magnífica propuesta vocal se ha sumado la
dirección musical garbosa del maestro Frizza,
y una inteligente puesta en escena de Yannis
Kokkos. El libreto es un enredo tan infernal
que no ha
de extrañar que
desembocara en soluciones antagónicas. Sin embargo, la música de
Rossini clarifica las situaciones y las
conduce por el escenario con una inesperada fluidez. Esta producción
facilita la narración casi siempre. Kokkos
ha integrado elementos tradicionales del
teatro de
cartón y de las marionetas, con otros elementos más modernos pero
habituales, como carras o decorados blancos, con la iluminación sutil y
acertada de Guido Levi. El director de
escena ha optado por el esquematismo escenográfico, pero sin caer en la
abstracción, contrarrestado con un vestuario suntuoso. Todo se mueve y
funciona dentro de una lógica que el público agradece. La
producción es
estupenda y hemos podido disfrutar de dos óperas en una.
Fotografía: Javier del Real