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King Kong en el Real Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
El caso Makropulos. Música de Leos Janácek. Libreto del compositor, basado en la comedia homónima de Karen Capek. Reparto: Angela Denoke, Charles Workman, Vicent Le Texier, Tomasz Konieczny, David Kuebler, Deanne Meek, Ales Briscein, Ryland Davies. Director musical: Paul Daniel. Director de escena: Krysztof Warlikowski. Escenógrafa y figurinista: Malgorzata Szczesniak. Iluminador: Felice Ross. Concepción y realización de vídeo: Denis Guéguin. Director del coro: Joan Cabero. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Producción del Teatro Real y de la Opéra Nacional de Paris. Teatro Real de Madrid, 16 al 30 de junio de 2008. Janácek es un autor con éxito en el Teatro Real que lo ha programado ya en varias ocasiones. El caso Makropoulos es una pieza fantástica y mitológica, con una partitura muy densa y efectista a la que solo hay que objetar la ausencia de algún respiro, de algún momento de sosiego, de lirismo. Es música del siglo XX que muestra claras conexiones con algunos de los más grandes compositores: Strauss, Bártok, Stravinsky… Me resultan más evidentes esas resonancias que otras pretendidamente nacionalistas. La grandilocuencia de esta ópera ha sido perfectamente interpretada por la dirección musical del Paul Daniel, llena de viveza, de contrastes, de color y de brío. Consigue extraer claridad del barullo sonoro. El reparto, encabezado por Angela Denoke, estuvo a la altura de la pieza. Todos desplegaron sus energías y mejor hacer, pero fue ella la principal triunfadora de la velada, en un rol verdaderamente extenuante, pero en el que no acusó ninguna fatiga apreciable. La puesta en escena fue muy espectacular, muy esteticista, pero poco clarificadora. El argumento queda algo oscurecido frente El maestro polaco Marlikowski sitúa la acción en los años cuarenta, dentro del mundo de los mitos cinematográficos. El personaje principal es una mujer inmortal, reencarnada en Marilyn Monroe o Rita Hayworth, con King Kong o Sunset Boulevard como telón de fondo. Hay muchos tópicos ingeniosos, pero no todos igualmente eficaces. No todas las transformaciones de los personajes resultan lógicas. La escenografía de Malgorzata Szczesniak es magnífica, aunque algunos bastidores tiemblen al paso (cosa que no se había visto desde hace años). Las buenas intenciones, el glamour y la espectacularidad de la función gustaron. Hubo toques modernistas y vanguardistas muy bien medidos para justificar la ambientación sin herir sensibilidades. Esta producción ha cosechado un mayor éxito de lo que cabía esperar, demostrando que la ópera del siglo XX se puede incorporar con normalidad al repertorio si se aliña convenientemente, digan lo digan que los recalcitrantes. Fotografía: Javier del Real
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