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Número 88º - Junio-Septiembre 2.008


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Celebrando a Chueca con finura

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

El gran género chico. Una selección de la mejor música de Federico Chueca. Elenco: Kathellen Berger, José Miguel Baena, Hevila Cardeña, Gerardo Bullón, Susana Casas, Carlos Crooke, Lucía Escribano, Luis Alberto Giner, Amelia Font, Lorenzo Moncloa, Aurora Frías, José Luís Mosquera, Sonia González, Jesús Ortega, Ángela Lorite, Carlos Pardo, Roma Portoles, Miguel Rodríguez, Amanda Serna, Antonio Torres.  Bailarinas; Rebeca Jiménez, Noemí Orgaz. Con la voz en off de Francisco Valladares. Dirección de escena: Ángel Fernández Montesinos. Dirección musical: Monserrat Font Marco. Figurines: Pedro Moreno. Audiovisuales: Álvaro Luna. Escenografía: Inma González. Coreografía: Manuel Segovia. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Compañía Lírica “Dolores Marco”. Teatro Fernán Gómez de Madrid. 13 a 29 de junio de 2008. 

Hace un siglo que se murió Federico Chueca (1846-1908), un genio de la música que nunca llegó a ser un gran compositor, pero que nos ha dejado algunas de las zarzuelas y romanzas más inspiradas de toda la historia de la música española. Su talento es indiscutible. La Compañía Lírica “Dolores Marco” ha montado un precioso espectáculo en su honor, con ocasión del centenario de su desaparición titulado, con fundado motivo: El gran género chico. Una selección de la mejor música de Federico Chueca. Las piezas escogidas pertenecen a La canción de la Lola, La Gran Vía, El bateo, El año pasado por agua, La alegría de la huerta, El chaleco blanco, Cádiz, De Madrid a París y Agua, Azucarillos y Aguardiente. Todos los escogidos son unos números deliciosos, muy bien cantados en romanzas, dúos o coros por los jóvenes componentes de la compañía, que van alternando y compartiendo aplausos. La puesta en escena del maestro Ángel Fernández Montesinos es perfecta: viva, irónica y muy fina. Los popular y lo elegante no tienen por qué estar reñidos, como aquí pudimos comprobar. Tampoco la ironía y el buen gusto. Montesinos ha dado en el clavo, con la complicidad de un magnífico equipo artístico. Huyendo del costumbrismo habitual, el veterano Pedro Moreno ha diseñado unos preciosos figurines en blanco y negro, que evocan el tiempo y lugar con complementos que varían según las escenas. El decorado se limita a unas proyecciones muy limpias y adecuadas de antiguas y evocadoras fotografías. No hay hilo narrativo, pero la sucesión de los geniales números mantiene todo el interés con algunas locuciones explicativas intercaladas, precisas y medidas, con la voz de Francisco Valladares. La compañía “Dolores Marco” lleva dos años de meritoria actividad difundiendo la zarzuela. Está constituida por los herederos de la gran directora barcelonesa Dolores Marco, infatigable defensora de nuestro género lírico, fallecida el año 2005. Montserrat Font ha sucedido con éxito a su madre, en la batuta; María Dolores Font se encarga de la producción y Lorenzo Moncloa es un tenor de una exitosa carrera. La orquestina acompaña correctamente los números desde el fondo del escenario, dejando que el protagonismo recaiga en los cantantes, más numerosos que los profesores de atril. Los intérpretes no solo cantan, sino que dicen muy bien los textos, bailan y actúan con mucha gracia, combinando talento vocal y escénico a partes iguales, como ocurre en el caso de Carlos Crooke que se mueve y canta con igual agilidad. Los cantantes también participan en una vistosa coreografía montada por Manuel Segovia, con cierto aire de revista. La coreografía saca el máximo provecho de unos artistas que nos son bailarines profesionales, pero que se defienden estupendamente. No es fácil cantar y bailar al mismo tiempo, y aquí lo hacen con entrega y éxito. Hay un excelente trabajo de conjunto, un trabajo coral, en esta producción. El espectáculo es una fiesta para cualquier amante de la zarzuela, de la música o del teatro. Está concebido con acierto, con entusiasmo y con muy buen criterio. El público llenó las cómodas butacas del Teatro Fernán Gómez (antes Centro Cultural de la Villa de Madrid), disfrutó y aplaudió satisfecho a toda la compañía. Me resulta incomprensible la casi total ausencia de espectadores menores de 60 en un espectáculo tan vivo y divertido como éste, apto para todas las edades sin excepción alguna. ¡Pues ellos se lo pierden!, aunque algún abuelo no desaprovechó la ocasión de llevar a sus nietos.