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Número 14º - Marzo 2.001


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OBRAS MAESTRAS: CONCIERTO HEROICO PARA PIANO Y ORQUESTA DE JOAQUÍN RODRIGO.
UN DOBLE ANIVERSARIO.

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

"Soy partidario de un arte claro, alegre, profundo, sí, pero no farragoso".
Joaquín Rodrigo (1901-1999).

No podía faltar en este número de Filomúsica un lugar de honor para este compositor "limpio y meridiano" de talla internacional, enamorado de la tradición poética española: Joaquín Rodrigo, nacido en la significativa fecha de 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, del año 1901, en la localidad de Sagunto, cerca de Valencia.

No es un mal momento para recordarle, teniendo en cuenta la coincidencia de un doble aniversario: se cumplen 100 años de su nacimiento y tan sólo dos de su muerte.

En la actualidad, con la perspectiva histórica de un nuevo milenio, repasar la vida y obra de J. Rodrigo es hablar de todo un "clásico".

Así fue la esencia de su Arte, incondicional a una sólida formación durante su estancia en París, desde 1927, donde recibe el magisterio de Paul Dukas, en primera instancia y tras la que depura cada vez más un estilo genuino y ortodoxo.

De su amplia capacidad creativa, podemos establecer que junto a su espíritu incansable de trabajo, permaneció siempre en su interior esa personalidad bien definida, intacta por cualquier influencia vanguardista, y sobre todo, presidida por un sereno talante independentista.

"Todas las artes ayudan al hombre. Y la música comporta indudables valores milagrosos, mágicos o sortilegios, y una positiva influencia moral. Soy poco más o menos, de la generación de R. Alberti y de F. García Lorca". Inmerso en este contexto poético, su producción es fiel reflejo de ellos, mostrando en todo momento yuxtaposiciones de atmósferas sonoras de claros timbres y armonías luminosas. Luminosidad ésta, que por contradictorio que pueda parecer, (no olvidemos que desde los tres años, una epidemia de difteria le priva de la vista) impregna la gran mayoría de paisajes "rodrigueros".

Habiendo contraído matrimonio el año 1933 con la pianista turca Victoria Kamhi, juntos emprenden un largo camino de éxitos, encabezado por su glorioso Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta, que le abre las puertas de la celebridad internacional. A partir de ahí, se suceden distinciones, títulos, nombramientos, premios y homenajes.

No es cuestionable la universalidad y prestigio que este Concierto de Aranjuez posee, pero tampoco sería justo que permitiéramos a consecuencia de ello, se produjera un eclipse del resto del catálogo, oscureciendo así una importante parte de su agudo ingenio. Sin conocer la totalidad de su invención, no conoceremos por completo a Rodrigo.

Un gran desconocido del repertorio del maestro Rodrigo, es el Concierto Heroico para piano y orquesta, injustamente olvidados por muchos, ¿músicos, críticos, aficionados...? a quienes correspondan.

Parece ser que este concierto, nace como fruto de una petición del paisano y amigo del maestro Rodrigo, nos referimos al pianista Leopoldo Querol, allá por los años 30 (1933).

Ocupado temporalmente por otros compromisos, abandona esta composición hasta el año 1939 en que regresa al proyecto. Con motivo de la convocatoria por parte del Ministerio de Educación del Premio Nacional de Música, para galardonar un "concierto para piano y orquesta", Joaquín Rodrigo pone punto final a este Concierto Heroico, recibiendo por él tal galardón.

Es el segundo de los conciertos que llega a componer. Por referencia a su género, podemos citar el de "Aranjuez" (1939) y el de "Estío" (1943).

"Sagunto, mi patria chica, a cuya ruinas he dedicado este concierto". A través de este testimonio personal conocemos la fuente original de la inspiración de la obra, cuya energía y vigor están patentes a lo largo de sus cuatro movimientos: Allegro con brío, Scherzo, Largo y Allegro maestoso.

Su primera audición, el 6 de Abril de 1943, con Leopoldo Querol como solista de piano y la Orquesta Nacional de España, bajo la batuta de E. Halffter, ocurre en Lisboa, siendo calurosamente acogida por el público y generosamente elogiada por la crítica. El 22 de octubre de ese mismo año, se estrenará en el Teatro Español madrileño, de cuyo programa de mano entresacamos:

"Entonces se precisa la intención de escribir un concierto heroico, concebido a manera de vasto poema, gente abstracta de la que el piano fuera protagonista, el héroe, y divida en cuatro tiempos, cuatro fases distintas, encuadradas por la idea de lo heroico".

La arrebata y diríamos casi impulsiva manufactura del maestro, origina un virtuosístico concierto distribuido en forma clásica, cuya duración aproximada sobrepasa la media hora.

En cuanto al tratamiento del piano, queda muy claro cual es su cometido: "He querido que el piano fuera el héroe y que la orquesta no le sirviera ni de acompañamiento ni de fondo, sino de estímulo, de acicate, para poder hacer su hazaña pianística, algo así como la razón y el porqué de su empresa".

De alguna forma el solista debe ser también un héroe, cuya labor inteligente de administración de esfuerzo, supone todo un reto a la hora de interpretar el concierto, pues la resistencia y concentración que implican su ejecución necesita economía de recursos en aras de un óptimo resultado.

Formalmente, encontramos la forma "sonata bitemática" en su PRIMER MOVIMIENTO "Allegro con brío", valiente y enérgico como si de una epopeya se tratara. Aparecen pasajes coloreados por el perfume épico de marcha anunciados por su "toque de clarín". Inteligentemente entramado de dos únicos elementos temáticos, hace aquí nuestro compositor, desarrollando felizmente un primer movimiento de lujo para este concierto de categoría. Quizás sea el más logrado de sus cuatro movimientos.

El Piano se muestra aquí soberbio, como siempre, y con pleno lucimiento en la "cadencia", que por otra parte demanda del solista la humildad y la sencillez necesarias para una buena interpretación.

Anotemos que la escritura que el maestro Rodrigo utiliza para el piano, se basa principalmente en las grandes cualidades técnicas del compositor para este instrumento, intérprete éste espléndido de sus propias obras.

El deseo de continuar dentro de las formas tradicionales lo apreciamos en el SEGUNDO MOVIMIENTO "SCHERZO", escrito en escritura tripartita de A-B-A, scherzo-trío-scherzo.

De clara disposición sinfónica, en relación con el instrumento solista, o considerada por aislado, resplandece en este segundo movimiento la maestría de un Rodrigo de cuarenta y pocos años de edad, que deja traslucir momentos de heroísmo combinados con alusiones humorísticas en ocasiones. Pero bajo este hábil manejo de motivo, subyace el eco de lo español diseñando bellos aires populares.

Verdaderamente conmovedor resulta el TERCER MOVIMIENTO LARGO. El propio J. Rodrigo nos aclara: "una elegía a los muertos... una visión profunda y trágica de los resultados de la guerra antigua o moderna, mítica o real".

Si los dos anteriores movimientos se han querido representar con los signos de la Espada y la Espuela respectivamente, el tercero está simbolizado por la Cruz. Sabemos del gusto por el arcaísmo medieval que movió siempre la inspiración de Rodrigo. Este aliento medieval y religioso, enraizado con nuestra Castilla, se puede ver en algunos de sus títulos.

Con grandiosa elocuencia presenta el autor este tercer movimiento a modo de romanza adornada por cualidades tan personales como la severidad, el patetismo o la delicadeza evocadora que recuerdan al celebérrimo Adagio del Concierto de Aranjuez. Acordes sollozantes, desolados y auténticamente consternados, se encargan de crear la atmósfera mayestática prevista para estas páginas de enorme hondura.

Finalmente el CUARTO MOVIMIENTO, corresponden al "Laurel" como símbolo de la victoria y del triunfo.

Temáticamente similar al primer movimiento, "tiene la forma de un coral, bajo el cual hay un movimiento mantenido, en octavas lanzadas por el piano". Se observan cruces de líneas dignas del mejor contrapunto.

El efecto que causa su carácter de "tocata" y el "modo perpetuo" confiado al piano solista, confíeren a este final, de gran dificultad interpretativa, un aspecto vigoroso, triunfante, avasallador e imperturbable.

Con el impacto directo hacia el público, este gran Concierto, requiere la hazaña del solista, que al menos, si logra llegar ileso al final, merece una ovación.

El pianista Joaquín Achúcarro, ha realizado recientemente (1996) una revisión de esta colosal obra, aún en vida del maestro. Se estrenó en Valencia con el ya mencionado pianista, la Orquesta de Valencia y Manuel Galduf como director. Algunos pasajes han sido descargados de la ampulosidad, obteniendo un mayor equilibrio entre solista y orquesta. Excelente trabajo.

Cerramos ya pues esta sección de OBRAS MAESTRAS, con el Concierto Heroico de Rodrigo: emblemática partitura del repertorio español. Pero, ¿cuándo nuestra Música Española será realmente conocida y valorada?...