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Número 88º - Junio-Septiembre 2.008


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Esperpento gracioso

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

El bateo. Sainete Lírico en un acto y cuatro cuadroes. Música de Federico Chueca. Libro de Antonio Paso y Antonio Domínguez. De Madrid a París. Viaje cómico-lírico en un acto y cinco cuadros. Música de Federico Chueca y Joaquín Valverde. Libro de José Jacksoon Veyán y Eusebio Sierra. Reparto: Luz Valdenebro, Milagros Martín, Pilar de la Torriente, Enric Serra, Luis Álvarez, Luis Perezagua, Pepe Quero, Canco Rodríguez, Miguel Rellán, Alfonso Blanco, y otros artistas. Dirección musical: Miguel Roa / Luis Remartínez. Dirección de escena y versión teatral: Andrés Lima. Escenografía: Beatriz San Juan. Figurines: Ana Garay. Dirección del coro: Antonio Fauró. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo. Orquesta y Coro del Teatro de la Zarzuela. Nueva producción del Teatro de la Zarzuela. Teatro de la Zarzuela de Madrid, del 20 de junio al 20 de julio de 2008. 

El Teatro de la Zarzuela de Madrid se ha sumado a la celebración del centenario de la muerte de Federico Chueca con un bonito programa doble dirigido por Andrés Lima, actor y hombre de teatro reconocido, que ha mostrado en este género su talento. Lima ha dado a las dos piezas de Chueca un ritmo vertiginoso, lleno de movimiento de intérpretes y grupos; ha acentuado el lado esperpéntico de los personajes zarzueleros, encontrando el tono justo de burla, sin caer en lo zafio nunca, por mucho que se acerque. La visión grotesca del universo castizo, y no tan castizo, que se muestra en la zarzuela, se entiende perfectamente y hace mucha gracia. La crítica social, más o menos suave, siempre estuvo presente en el género y Lima ha sabido encontrarle nuevas vueltas. Añado que lo de esperpento lo digo desde la admiración y el respeto, y no en tono desdeñoso. Para ser auténticamente vallenincanesco, faltaría el humor negro, que en Chueca no aparece ni por asomo. Pero Lima no se queda en la visión amable, sino que propone un juego enloquecido al que coro, cantantes y actores entran al trapo y en el que se mueven a sus anchas. Tal vez se pierdan algunos detalles (como las medías del señor Virginio, que tardan en aparecer; o la naturaleza de los organilleros, algo confusa), pero el trazo general queda claro y el público nada hecha en falta, pues por lo general ya conoce bien el asunto. Hay complicidad y hay buen teatro. El bateo tiene argumento más claro que el cruce de viajeros que van De Madrid a París, pero ambos títulos se en unifican en un misma fiesta, oportunamente enmarcada por la presencia silenciosa y poética del propio Federico Chueca. No podía haber un homenaje más sencillo y bonito que convertirlo en personaje de uno de sus espectáculos. Todos los artistas fueron cómplices activos de esta excelente puesta en escena, aunque no a todos se entendió igual de bien. Decorado, iluminación y vestuario me parecieron algo pobres, en correspondencia con un estilo de sombras y estructuras que empieza a ser habitual en las producciones de este teatro. Si que me hizo gracia el homenaje a las viejas tramoyas y tramoyistas, que sirve para justificar la presencia de los esqueléticos bastidores y pasarelas. En todo caso, la genialidad de ambas piezas y el acierto de la puesta en escena hizo que todo lo demás pasara a un segundo plano, convirtiendo esta función en una referencia a tener en cuenta por su original concepto.           

Fotografía: Jesús Alcántara