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LA
LEYENDA CONTINUA... EN EMI CLASSICS
Por Ignacio
Deleyto Alcalá
Si el mes pasado nos deteníamos en las sinfonías de
Shostakovich por Previn, esta vez es el turno de la
música de cámara con un auténtico "trío de
ases": Jacqueline du Pré, Pinchas Zukerman y Daniel
Barenboim; otra de las aportaciones más interesantes a
la serie "double fforte" de EMI. Hasta
ahora, son tres las referencias publicadas: Sonatas para
violonchelo y piano de Beethoven, Sonatas para violín y
piano de Beethoven y las primeras grabaciones de
Jacqueline du Pré para la BBC. La malograda
violonchelista inglesa ha sido siempre un filón para la
EMI que reedita sus grabaciones una y otra vez. Así, es
fácil para el aficionado ir reuniendo todos sus
registros que, en realidad, no son tantos. Gracias a esta
reedición, el aficionado español puede hacerse con este
último doble que no estaba disponible en nuestro mercado
y quizás más importante, por fin y después de muchos
años, la EMI edita la integral de las sonatas para
violín y piano de Beethoven por Zukerman y Barenboim,
nunca antes publicadas íntegramente en CD.
Nacida en Oxford en 1945 en el seno de una familia de
clase media de marcada inclinación musical Jacqueline du
Pré fue muy pronto etiquetada como niña prodigio. Todo
empezó cuando con sólo cinco años escuchó por la
radio el sonido de un violonchelo. A pesar de su corta
edad aquello marcó el rumbo de su vida. A partir de
entonces comenzó una carrera vertiginosa: estudios con
diversos profesores en las mejores escuelas de
Inglaterra, clases magistrales con los mejores
intérpretes, conciertos por Europa y América, numerosas
grabaciones y una dedicación absoluta a este
instrumento. Pronto superó las dificultades técnicas
del instrumento. Se decía de ella que podía hacer
cualquier cosa con el cello. Tenía madera de solista y
lo demostraba en la pasión e intensidad con que tocaba y
en su a veces particular visión sobre algunas obras.
Después de unas grabaciones para la BBC a comienzos de
los sesenta, empezó su relación con la EMI con la que
grabaría parte importante del repertorio para
violonchelo y que hoy conforma su legado artístico.
También por aquellos años conoció al pianista judío
Daniel Barenboim, otro niño prodigio que tras un periplo
por Argentina, Israel y Austria, llegó a Inglaterra con
la idea de triunfar como solista de piano y director de
orquesta. Entre los dos surgió de inmediato una
atracción en un sentido musical y personal. Se hicieron
inseparables y después de tres meses se casaron en
Israel en 1967. Ella se convirtió al judaísmo. A su
boda asistieron importantes personalidades, incluido el
por entonces presidente de Israel, David Ben Gurión.
Otros nombres conocidos fueron el director Zubin Mehta,
compañero de estudios de Barenboim en Viena y el
director inglés John Barbirolli con el que realizó
registros que la lanzaron a la fama.
Siguieron unos años de fructífera colaboración. Con el
también violinista judío, Pinchas Zukerman, formaron un
trío que se hizo legendario. La afinidad que surgió
entre los tres músicos, la capacidad de comunicación y
la habilidad para dialogar con los instrumentos quedó
patente en sus apariciones en festivales y en las
grabaciones, aclamadas unánimemente por la crítica.
Por desgracia, los años de éxitos iban a terminar muy
pronto. En Julio de 1971, cuando estaba en la cima de su
carrera, empezó a sufrir ciertas molestias que le
impedían tocar como antes. Sus días como intérprete
estaban contados. Después de varias recaídas llegó su
retirada en 1973, a los 28 años. Sus manos ya no
respondían. Nunca más pudo volver a tocar el
violonchelo y terminó en una silla de ruedas. Murió en
Londres el 19 de Octubre de 1987 a los 42 años.
Desgraciadamente su tiempo fue muy breve.
La mayoría de las grabaciones contenidas en
este primer álbum, "The Early BBC Recordings"
(EMI 573377 2) proceden de recitales en directo como, por
ejemplo, la Sonata para cello No 2 de Brahms que
interpretó en el Festival de Edimburgo acompañada por
Ernest Lush cuando sólo tenía 17 años. Esta sonata,
que abre el segundo disco, es todo un derroche de
musicalidad, concentración y luminosidad. Ya por
entonces, encontramos las características que la harían
famosa: dominio técnico, fuerza expresiva y un sonido
amplio y envolvente. Dos joyas más contenidas en este
doble, son las dos únicas suites para cello de Bach que
llegaría a grabar (las Nos 1 & 2). Por tanto, su
valor histórico es extraordinario. De haberlas grabado
más adelante, habría, sin duda, pulido su
interpretación pero que poco importan unos pequeños
desajustes cuando somos testigos de una ejecución tan
brillante e intensa. Su entrega es admirable. También se
incluyen obras de Couperin, Handel, Falla y Britten.
El siguiente disco recoge las sonatas para
violonchelo y piano de Beethoven (EMI 573332 2) también
tomadas del Festival de Edimburgo en grabación original
de la BBC de 1970 (toses incluidas). Aquí encontramos a
la du Pré en plena madurez acompañada además por un
Barenboim atento y disciplinado que la arropa con
seguridad y delicadeza. Dos monstruos de la
interpretación en un mano a mano: Compenetración
absoluta, atmósfera envolvente, diálogo fluido entre
los intérpretes, entusiasmo contagioso y por encima de
todo, ese violonchelo capaz de rugir y acariciar al mismo
tiempo. Pocas veces se ha oído música de cámara con
tal nivel de concentración, espontaneidad y calidez. El
doble que dura más de 140' incluye además de las cinco
sonatas, las tres series de variaciones para cello y
piano que son una auténtica delicia. Sobran más
palabras, la recomendación es absoluta.
Llegamos, por último, a las sonatas para violín y piano
de Beethoven (EMI 573647 2 & EMI 573650 2) en
interpretación de Pinchas Zukerman y Daniel Barenboim
que, como queda dicho, aparecen completas en CD por
primera vez. Además y por si esto fuera poco, el último
disco se cierra con el Trío para piano, violín y cello
Op 50 de Tchaikovsky en otra grabación en vivo del año
72, poco antes de la definitiva retirada de Jacqueline.
Esta versión se convierte en una de las mejores
opciones a precio medio para los que quieran tener la
integral y no sólo las habituales sonatas
"Kreutzer" y "Primavera". Ambos
músicos derrochan imaginación y lirismo. Zukerman
demuestra gran sensibilidad, elegante fraseo y una
exquisita manera de acentuar. Ataca algunas frases con
cierta agresividad aunque su sonido claro y luminoso
compensará alguna que otra brusquedad. Barenboim por su
parte es, como siempre, el acompañante ideal. Su precisa
digitación (todas las notas adquieren personalidad
propia), su juego con la dinámica, su vitalidad y
apabullante técnica son marcas de la casa. En general,
los músicos se inclinan por los tempi lentos y una
excesiva seriedad. Como consecuencia de ello, algún
movimiento puede perder la gracia y ligereza de otras
versiones como, por ejemplo, el Allegro vivace de la
sonata No 2 que en sus manos resulta un tanto pesante si
lo comparamos con Grumiaux/Arrau o Perlman/Ashkenazy. El
sonido de comienzos de los setenta es muy bueno y el
reprocesado ha dado un mayor realismo y brillo.
Versiones, por tanto, recomendables que a nadie
decepcionarán.
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