¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!
Número 11º - Diciembre 2000


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UN DÍA HASTA AHORA.

Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.

Suena el despertador, me recuerda que es lunes y que hay que madrugar. Podría fluir una sonata nocturna (¿?) de Chopin, pero no lo hace. En su lugar suenan unos pitidos que penetran en el cerebro y provocan el deseo de mandar el despertador a la casa del vecino. Vía aérea, por supuesto.

Por si fuera poco, yo no soy el único que se enfada. ¿Han olvidado ustedes a Morfeo? Al final sí que me pilló y nos hemos hecho íntimos. La verdad es que de siempre habíamos mantenido una buena relación, para que nos vamos a engañar. Se queda triste, pero el deber me llama y con el tiempo ha aprendido a conformarse.

Durante el trayecto en coche, las Valkirias de Wagner me hacen de escolta, lo malo es que no son capaces de hacerme pasar por medio de un atasco cual policía montada. Dicen que tienen problemas para que les convaliden la licencia o algo así. Como bien es sabido las cosas por el norte no son como en el sur. Claro, para ellas todo queda "al sur".

Si encuentras sitio para aparcar se celebra con un consecuente "Aleluya" de Haendel, con todo el coro al completo. Cuando aún están sonando las últimas notas, la única voz que se escucha es la del "guarda" del aparcamiento que te pide el importe de dinero equivalente a una mañana de vigilancia intensiva. La élite de la vigilancia mundial. Lástima que estén emparentados con los vampiros, y en el mismo momento que les da el sol desaparecen como por arte de magia. Aunque sí que dejan un poco de ceniza, la del paquete que se fuman "mientras vigilan".

La mañana trascurre de clase en clase, siendo el momento de máxima tensión el correspondiente al mediodía, puesto que es cuando (después de haberme comido el bocata de media mañana) me visita mi amigo Morfeo, que se deja caer para ver cómo me va. Le he dicho miles de veces que no venga, pero él insiste en venir todos los días. Es en este momento cuando suena la típica canción de cuna, de la que no sé el autor ni el título, pero seguro que ustedes saben a qué me refiero...¿verdad? (el editor supone que se trata de Mozart) ZZZZzzzzz

Cuando finalmente mi cabeza impacta contra la mesa, descubro que Morfeo se ha ido y que en su lugar ha llegado un dolor de cabeza que es como un millón de timbales tronando a la vez dentro de mi cabeza. Menos mal que termina rápidamente y me permite volver a retomar el hilo del tema que se estaba tratando.

Por fin llega el momento de finalizar la jornada de mañana y regresar a casa para degustar un reparador almuerzo que haga olvidar todas las penas. Vuelve a sonar el "Aleluya" de Haendel, pero más fuerte que la vez anterior.

El tráfico de vuelta es infernal y el coche no se mueve porque hay un autobús que no se mueve porque hay un taxi que no se mueve porque tiene delante un señor que no se mueve del paso de cebra porque dice que los coches no le dejan pasar. Visto el espectáculo no me extraña que no le dejen pasar ¡si tarda un siglo con tantas protestas! Casi me crece la barba antes de que el desaguisado se solucionara. Finalmente, el hombre cruzó la calle y el taxista cruzó unas palabras con el hombre. Menudo cruce.

Llego a casa y mi madre me tiene preparado un almuerzo de los que quitan el sentío como se dice en mi tierra (NOTA PARA EL REDACTOR: el corrector ortográfico me lo pone en rojo, pero lo voy a dejar así a drede, jolines, drede también aparece en rojo). Si por mí fuera sonaría el "Aleluya", pero ya serían tres veces y el pobre coro seguro que también quiere descansar para comer algo.

Después del almuerzo es mi momento favorito para escribir. Miro al almanaque y descubro que aún no he escrito el artículo de este mes. Y eso no es lo peor, lo peor es que no sé el tema que voy a tratar. Tendré que ponerme a recapacitar y pensar en algo que no haya escrito antes...

Ya lo tengo, voy a escribir sobre cómo transcurre un lunes de mi vida. Para relacionarlo con la música clásica puedo incluir reseñas de piezas que reflejan mi estado de ánimo en cada momento. Me parece una idea bastante original, pero ahora me está entrando un poco de sueño y no sé si podré llegar a escribirlo entero.

Podría empezar con el sonido del despertador por la mañana temprano...¡hombre Morfeo! Ya te estaba echando de menos a esta hora... ZZZZZZZZzzzzzzz... escucho el Canon de Pachelbel...  ZZZZZzzzzzz... y me duermo...

P.D. ZZZZZzzzzzz Antes de quedarme dormido quisiera recordarle a la persona que tiene mi único CD de música clásica que puede devolvérmelo cuando quiera, sabe dónde vivo. Seguro que me lo ha querido devolver en más de una ocasión, lo que pasa es que como ahora ya no actúa en solitario pues pasa lo que pasa (pasa tres veces en esta frase). No voy a decir el nombre del "moroso de CD's" pero quiero que el redactor de la revista tome cartas en el asunto, porque esto no puede ser, he tenido que nombrar el "Aleluya" tres veces, cuatro si se cuenta esta última; porque no tengo documentación. Un apócrifo no puede escribir sin documentación, por mínima que esta sea. Que tome nota ZZZZZZzzzzzzz el que se considere ZZZZZZZZzzzzzzzzz aludido... ZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz