Este mes hemos realizado una entrevista a la pianista belga Stefanie
Cambier, alumna de Cortot, Fischer y Del Pueyo, y conocedora de Rubinstein,
Rachmaninoff y otros pianistas. A pesar de su avanzada edad demuestra que
posee un alma joven y activa, como podrá comprobar el lector. Para
introducir al lector en la entrevista, creo conveniente incluir algunas
notas que han aparecido en periódicos sobre su manera de interpretar
(traducidas al español):
Bélgica: "La Lanterne".
En el concierto en la mayor K.488 de Mozart, Stéphanie Cambier puso de
manifiesto las cualidades por las cuales se le había apreciado
anteriormente, es decir: una técnica depurada, fluida y uniforme, y un
sentimiento musical poético y sutil.
Bélgica: "Le Peuple".
Stéphanie Cambier ha dado muestras deslumbrantes de talento,
flexibilidad y comprensión musical. Su estilo es preciso, impecable,
colorista, impregnado de una distinción perfecta. Toda ella es
sensbilidad exquisita, expresión delicada y emocionante.
Francia (París): "France réelle".
Stéphanie Cambier sabe interpretar exquisitamente a Mozart: se halla en
posesión de una técnica flexible, perfecta, clara, precisa, notablemente
musical siempre. Es una artista que debe volver a nuestra capital, donde
estará segura de hallar un nutrido grupo de entusiastas admiradores.
Alemania (Stuttgart): "Stuttgart Zeitung".
Stéphanie Cambier posee un talento de los más refinados, compuesto de
una gran sutileza en la pulsación, de matices ricos y variados y de una
sensibilidad siempre exacta. Su técnica perfecta le permite dar a sus
diversas obras la interpretación que desea, llenándolas de encanto.
Alemania (Luxemburgo): "Luxemburger Wort".
Stéphanie Cambier toca con una comprensión infinita y una facilidad
desconcertante. Su pulsación es ligera, fina y sin embargo enérgica.
Otra de sus grandes cualidades es la facilidad con que adapta su
interpretación al clima musical de sus obras, incluso en las que son
diametralmente opuestas.
Suiza: "Lucerna".
Temperamento musical extremadamente rico, sensibilidad refinada,
inteligencia aguda y sutil, y una comprensión profunda e instructiva, son
las acaracterísticas de Stéphanie Cambier.
Egipto (El Cairo): "Al Aharam".
Stéphanie Cambier posee un temperamento de artista, extremadamente
variado según el repertorio, una inteligencia sutil, una comprensión
excepcionalmente profunda de la música y una sensibilidad especial para
Albéniz, Granados y Manuel de Falla. Ha sido una interpretación
brillante y de un fervor extraordinario. Stéphanie Cambier nos llevó al
mismísimo corazón de España.
Kinshasa (Léopoldville): "Le courrier d’Afrique".
Stéphanie Cambier nos hizo notar que está en posesión de aquella
perfección, aquella serenidad del arte, que fue la medida suprema según
Paul Valéry. A todos los que tuvieron el privilegio de oírla, esta
artista consumada dejará un recuerdo inovidable.
¿Existía alguna tradición musical en su familia?
Ningún profesional, pero todos eran buenos músicos.
Mi madre tocaba el piano; con ella di mis primeros pasos. Con 4 años ya tocaba muchas cosas a cuatro manos
acompañada por ella: Sonatina de Diabelli, marcha
militar de Schubert, etc.
Mi padre tocaba el violín, no como profesional, pero lo hacía muy bien. Tocaba en un violín comprado en Cremona.
La hermana de mi madre cantaba.
De manera que no había una sola reunión de familia en la que alguien no
se pusiera a tocar el piano.
¿A qué edad empezó a tocar el piano?
Con dos años y medio. Todo lo que escuchaba lo podía tocar al piano.
¿Cuándo tuvo claro que iba a dedicarse al piano?
Desde el principio, ya que para mí, cuando era pequeña, había dos
clases de personas: las personas buenas, que tenían un piano, y la mala
gente que no tenía piano. Cuando habíamos estado de visita y mi padre
comentaba: "han sido muy amables, ha sido una visita muy
cordial", yo respondía: "¡No, por dios, si no tenían piano en
casa!".
El piano ha sido siempre "mi locura".
Háblenos de qué profesores le han dejado huella y por qué.
Mi primera profesora me ha dejado huella "física" ya que
me pegaba en la mano cuando ponía el pulgar sobre las notas negras; antiguamente no se
podía.
Más adelante, en el conservatorio de mi ciudad, tuve un buen profesor:
Guillaume Von Bat. Durante la guerra se fue a América como profesor de
piano a la universidad de Pittsburgh y ya no volvió.
Más tarde, accedí al conservatorio de Bruselas. Estas pruebas de acceso
eran bastante duras ya que yo quería dar clases con los profesores
herederos de la escuela de Liszt, como Arthur Degrev (uno de los últimos
alumnos de Liszt, como Marie Jael, Emil Sauer, etc.). Conseguí entrar y
recibí clases de Emil Bosquet.
Posteriormente recuerdo con mucho cariño a Edwin Fischer. Trabajé
durante 3 años con él. Lo que más me gustaba de él era su musicalidad,
además de ser alguien muy humano. Tenía una visión de los preludios y
fuga de Bach (que ha grabado) muy diferente a la de Gould. En Europa tocaba
muchísimo por aquella época.
También trabajé intensamente con Alfred Cortot. Alfred Cortot me hacía
llorar, me emocionaba, con 7 u 8 años, cuando le escuchaba tocar Chopin.
Casi me desmayaba al escucharlo.
La manera de tocar de Alfred Cortot era única; su manera de expresarse
también. Todo lo decía con metáforas, había que hacer un esfuerzo para
entenderlo. La primera vez que fui a tocar a su casa hacía un frío
horroroso en París, y yo acababa de tocar la primera balada de Chopin. De
repente se levantó y dijo: "Bueno, ahora, vamos a abrir la
ventana". Y se levantó dirigiéndose a la ventana, pero no la
abrió... entre tanto yo pensaba: "¿está loco? ¡Nos vamos a
congelar!". En realidad lo que quería decir es: "vamos a tocar
esto con más libertad".
Cortot no sólo corregía la interpretación sino también la técnica.
Sobre todo los estudios de Chopin. Aún recuerdo sus indicaciones sobre el
estudio Revolucionario: muchos alumnos lo tocaban moviendo la mano
inútilmente y sin dar el acento correspondiente. Si se estudia bien los
dedos van solos. Era partidario de articular lo menos posible los dedos.
También recibí muchas clases de Eduardo del Pueyo, aunque esto tuvo
su polémica, ya que en el Conservatorio de Bruselas estaba prohibido
compaginar los estudios con un profesor oficial a la vez que recibir
clases de profesores particulares. Eduardo del Pueyo me ha ayudado
muchísimo con la música española. Su estilo es diferente al de Alicia
de Larrocha, con una técnica sólida también. Alicia de Larrocha tiene
un estilo más "español", pero Eduardo del Pueyo era más
"cerebral" y tocaba la música de una manera muy meditada e
inteligente.
¿Cuáles son sus ídolos en el piano?
Aparte de mis profesores, también: Wilhelm Kempff, Claudio Arrau, Rachmaninoff,
Richter, Alicia de Larrocha, Walter Gieseking, etc.
Además recuerdo que Rachmaninoff tocó mucho en Bruselas en el 38 (se
refiere a 1938).
¿Se considera especialista en algún tipo de repertorio?
No, porque toco todo tipo de repertorio. Sin embargo, disfruto
especialmente con el clasicismo y el impresionismo: Mozart, Beethoven,
Debussy, Ravel, Faurè, etc. También me atraen especialmente Schubert,
Chopin y Schumann. En realidad me gusta cualquier obra que sea
interesante musicalmente hablando, el estilo es lo de menos. ¡También me
gustan tus composiciones! (aludiendo al entrevistador, el cual había
aprovechado para tocar a la entrevistada algunas composiciones antes de
realizar la entrevista).
En la actualidad, ¿hacia dónde ha evolucionado la interpretación
pianística? ¿Qué diferencias observa entre los pianistas de ahora y los
de hace un siglo?
Es difícil de decir. Yo actualmente lo veo todo desde un punto de
vista diferente a cuando era joven. Sin embargo, en la actualidad veo que
las interpretaciones son mucho menos musicales: la música
moderna a veces es un poco "bruta", trata al piano como un
instrumento de percusión o rítmico y pierde el calor del sonido típico,
dando más importancia al "ruido" y a la técnica que a otras
características.
¿Cree usted que los famosos pianistas actuales están al nivel de
los Prokofiev, Rachmaninoff, Rubinstein, Horowitz, que usted conoció?
Actualmente hay otra concepción diferente de la música.
Técnicamente son igual de buenos, pero ven la música desde otro punto de
vista, quizá un punto de vista más "moderno". El repertorio
que tocan también es diferente. Una grabación de Rubinstein tocando un
concierto de Rachmaninoff es buena, al igual que lo es una de Ashkenazy.
Usted lleva ya bastante tiempo en España. ¿Qué diferencias ha
visto entre los pianistas de aquí y los del resto de Europa?
Durante muchos años España ha estado aislada de Europa. Los
pianistas españoles que destacaban lo hacían en el extranjero (en París
sobre todo). Supongo que se trataba de algo político. Cuando llegué la
primera vez a España, había muy poca vida musical, no había buenas
escuelas de música como ahora existen. La vida musical en Bélgica y en
Alemania no tenía ni punto de comparación con España.
¿Cree usted que han cambiado las cosas en España?
Sí, por supuesto. Aunque aún muchos buenos pianistas tienen que
viajar al extranjero para poder destacar o para estudiar otra técnica.
¿Entonces es imprescindible salir de este país para poder
destacar?
La verdad es que viajar al extranjero abre los horizontes. Sin
embargo, también se puede tocar muy bien un repertorio sin moverse uno de
su casa.
¿A qué cree usted que se debe que aún en España no tengamos ese
nivel cultural-musical que hay en otros países de Europa?
En vez de "matarse" por política u otros aspectos,
deberían preocuparse más de la música y de la cultura. Aquí mucha
gente pierde su tiempo discutiendo tonterías. Hay muchas envidias.
¿Por qué eligió tener como residencia España cuando en Bruselas
o París hubiera tenido muchísimo más éxito como pianista y mucha más
repercusión?
Esto no fue decisión mía, fue decisión de mi marido. Él había
pasado por aquí dando giras de conciertos y le gustó mucho España.
Nosotros pensamos que era importante aprender aquí el español para hacer
giras de conciertos por América del Sur.
¿Se arrepiente usted en algún momento de haberse quedado en
España?
En realidad no me arrepiento de nada; lo único que a veces pienso es
que tuve la posibilidad de entrar como profesora en el conservatorio más
importante de Bruselas, con todo el apoyo del director, y lo rechacé por
quedarme aquí en España. En España empezaba a haber buenos conciertos
y posibilidades de tocar en muchos sitios, a la vez que mucha paz y
tranquilidad, ¡y un buen clima!. Habíamos hecho muchas giras y queríamos
estar "tranquilos".
¿Qué querría que sus alumnos recordaran de usted?
Yo querría que recordaran mis deseos por inculcar una técnica clara,
sencilla, sin movimientos innecesarios, para traducir lo mejor posible la
expresión de la música. Sin buena técnica no se puede expresar
adecuadamente el mensaje. Para mí es muy importante la musicalidad
apoyada en una técnica sólida.
¿Qué escuelas ha conocido y destacaría sobre las demás?
Especialmente me gustaban los pianistas descendientes de la Escuela de
Liszt. También los alumnos de Busoni: era un gran maestro de música;
enseñaba la manera "Perlé" de tocar con los dedos iguales y
muy cerca de las notas, para así conseguir más rapidez e igualdad,
rompiendo con la moda que existía en aquella época de usar una gran
articulación.
¿Hay algún compositor que haya conocido en persona y le haya
dejado huella?
Sí, Oscar Esplá. Era muy amigo de mi suegro. También recuerdo con
cariño a Jean Absil y Marcel Poot, Joseph Jongen, etc.
¿Recuerda alguna anécdota especial que le haya dejado huella?
Bueno, tengo muchísimas. Algo que recuerdo muy bien fue una vez que me
encontré con Rubinstein aquí en España y le dije: "qué suerte
tiene de vivir aquí, con este clima y con esa paz para descansar"...
y me faltó por decir "a su edad" -Rubinstein tendría ya unos
80 años-. Él dijo: "¡¡Mi señora!! ¿¿¿Descansar???". Le
respondí: "pero no me diga que a su edad usted trabaja...". Y
entonces movió simbólicamente el cuarto dedo de las dos manos, a lo que yo
dije: "¿Todavía le da problemas su cuarto dedo?" Y respondió:
"¡¡¡Toda la vida!!!".
De los discos que ha grabado para la casa COLUMBIA, ¿se encuentra
satisfecha?
No, porque fue durante la guerra y el sonido de las grabaciones no
está muy conseguido. Algunas obras sí quedaron muy bien, aunque el
sonido es bastante feo en comparación con los CD’s actuales.
En su carrera para el piano, ¿ha dado clases en algún
conservatorio?
Sí, trabajé en Bélgica durante un tiempo.
¿Cuál es el fallo más común que observa en sus alumnos?
La falta de curiosidad. Hay muchos que estudian la música por estudiar
simplemente, no hacen de ello una vocación, una vida. Muchos me
preguntan: ¿Usted no se jubila?. Pero cómo me voy a jubilar, ¿cuándo
se ha visto que un pintor, un escritor... se jubilen? Normalmente trabajan
hasta el fin de su vida, porque en realidad no es trabajo; cuando algo es
una vocación no es trabajo. Soy más feliz cuando no tengo a la familia
alrededor para distraerme y puedo pasar un domingo tranquilo en casa
tocando música y escuchando en la radio música clásica.
¿Qué le recomendaría usted a los jóvenes pianistas que intentan
abrirse paso?
Estudiar y, sobre todo, hacerlo continuadamente y con mucha fuerza de
voluntad. Y también, luchar, afán de lucha.
¿Está usted satisfecha de su vida, de sus conciertos, de cómo ha
criado a sus hijos, etc.? ¿O hay algo que usted hubiera preferido
cambiar?
Sí, claro que hay cosas; pero en la vida hay muchas cosas que son
independientes de lo que uno pueda hacer; son tal y como son y a veces no
se pueden cambiar. Muchas veces es difícil elegir un camino cuando se
presentan varias posibilidades, aunque nunca se puede saber si realmente
es el correcto, incluso habiendo pasado mucho tiempo.