Revista mensual de publicación en Internet
Número 14º - Marzo 2.001


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
El lector opina
Crítica discos
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

CINE Y MUSICA: LUCHINO VISCONTI (1-El largo camino hacia una vocación)

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Este mes de marzo, concretamente el día 17, se cumplirán 25 años desde la muerte de Luchino Visconti, uno de los pocos artistas europeos contemporáneos que merece el título de "Hombre del Renacimiento", digno continuador de un Miguel Angel o de la faceta artística de un Leonardo da Vinci. Conocido sobre todo como director de cine, Visconti fue también escenógrafo teatral y operístico, escritor, y un humanista comprometido con las gentes de su tiempo, y por la atención preferente que dedica a la música en sus películas nos ha parecido merecedor de una serie de artículos en la presente sección de "Cine y Música".

La vida del joven Luchino, que vino al mundo en Milán el 2 de noviembre de 1906, parecía predestinada hacia la ópera desde muchas generaciones antes de su nacimiento. Los Visconti, familia aristocrática cuyos orígenes conocidos se remontan al siglo XIII, fueron durante siglos los dueños de Milán, y su linaje había dado personajes que inspiraron óperas: Filippo María Visconti se casaría en 1412 con la viuda del "condottiero" Facino Cane, Beatrice di Tenda, cuya historia inspiraría a Bellini la ópera del mismo título. Ella le dobla en edad, pero le aporta una cuantiosa dote, incluyendo el ejército de su difunto marido; seis años después, la hará ejecutar. Otro miembro de la familia, también llamado Luchino Visconti, murió en 1349 y se acusó a su mujer, Isabel Fieschi, de haberle envenenado: ella tuvo que huir junto a su hijo Luchino Novello, a quien acusaban de ser bastardo, y se refugió en Génova en los dominios del Dux, cuyo nombre también pasaría a la historia de la ópera: Simone Boccanegra.

El mismo teatro de la Scala de Milán se levantó en 1778 sobre la capilla ducal de Santa María della Scala, llamada así por haber sido edificada a finales del siglo XIV por Beatrice della Scala, esposa de Bernabo Visconti. El mismo abuelo de Luchino, el duque Guido Visconti di Modrone, fue uno de los que salvaron económicanente al teatro tras su cierre por quiebra en 1897; al año siguiente pudo reabrirse. Uno de los nuevos gerentes es Arrigo Boito, compositor de Mefistofele y libretista de Otello y Falstaff para Verdi, quien llamará como director de orquesta a un prometedor joven de 31 años que dará ciertamente mucho que hablar: Arturo Toscanini. Y será Toscanini quien dirija a 900 intérpretes en los solemnes funerales de Verdi un mes después de la muerte del maestro, interpretando el coro de Nabucco, "Va pensiero"; la madre de Visconti le contará al pequeño Luchino una y otra vez la impresión que le causó aquella ceremonia.

La educación de Luchino, como era norma en las familias cultas de la época, incluía una formación literaria y musical: cada miembro de la familia tocaba un instrumento, y el suyo fue el violonchelo, llegando a dar conciertos que fueron reseñados en la prensa de la época. También data de muy antiguo su afición al teatro; es conocido que, aún niño, representaba en el pequeño teatro familiar una versión reducida del Hamlet de Shakespeare, ante invitados de excepción, como el mismo Toscanini, visitante asiduo del palacio de los Visconti y cuya hija Wanda (futura esposa del pianista Horowitz) interpretó el papel de Ofelia. A los 15 años Luchino contempló a la mítica Eleanora Duse en una de sus últimas apariciones en escena antes de su muerte, y de más atrás conservaba el vago recuerdo de recordar haber oído en un teatro el sonido de la pata de palo de Sarah Bernhardt.

Sin embargo, tras haber sido en su adolescencia incansable lector de Shakespeare, Goldoni, Pirandello o d'Annunzio, la vocación artística de Visconti no surgiría inmediatamente. Al llegar a los 20 años decide alistarse en el ejército, concretamente en un regimiento de Caballería, de donde se licenciará dos años después, con una nueva pasión: la hípica. Durante los cinco años siguientes, su obsesión son las carreras de caballos, creando su propia cuadra y participando en importantes certámenes internacionales, donde llegará a obtener varios premios. Años más tarde dirá que su experiencia con los caballos "pura sangre" fue decisiva para aprender a hacer trabajar a los actores. En este período visita con frecuencia París, donde se relaciona con personajes de la vida social y cultural de entonces, como los escritores Jean Cocteau y André Gide, el director de los Ballets Rusos Diaghilev, o la famosa modista "Cocó" Chanel, y nace su interés por el cine (en realidad, ya desde niño era espectador de las películas mudas) al ver films como La Marcha Nupcial de Stroheim, o El ángel azul de Sternberg; la actuación de Marlene Dietrich en esta última será objeto de un "homenaje-parodia" de Visconti en un film suyo, muchos años después.

"Cocó" Chanel es quien le presenta a Jean Renoir, quien aparte de ser el hijo del pintor impresionista Auguste Renoir está hoy considerado como el más grande director de cine que ha dado Francia. Renoir acepta a Visconti como ayudante de dirección en su película Une partie de campagne (Una excursión al campo) en 1936, aunque otras versiones afirman que ya en Toni de 1934 figuraba Visconti como "aprendiz". Para esa época ya ha abandonado los caballos y orienta su vocación hacia el cine. También ha fracasado en su intento de casarse con Irma, princesa austríaca, debido a la oposición de los padres de ella; es posible que influyera en su decisión, además de no contar con un porvenir asegurado por entonces, el conocimiento de las inclinaciones homosexuales de Luchino, quien más adelante las reflejará en varias de sus películas.

El conocer a Renoir y su círculo le "abrirá los ojos", según expresión del propio Visconti: no sólo le impresiona la capacidad del cine para reflejar la realidad social, como hacía el director francés en aquella época, sino que de su contacto con el círculo de colaboradores de Renoir (intelectuales de izquierda, todos ellos militantes o vinculados de alguna forma con el Partido Comunista) será de donde nazca la conciencia social de Visconti, que hasta entonces no había dado importancia a provenir de un país fascista, siendo además aristócrata (conde de Modrone); de ahí nacerá ese curioso personaje de la vida real, "Visconti, el conde rojo".

Después de esta colaboración con Renoir, Visconti interviene en varios montajes teatrales como ayudante de dirección o autor de decorados, y viaja por Grecia y Estados Unidos, estudiando de cerca la industria de Hollywood. En enero de 1939 muere su madre, Carla Erba, lo que origina un abandono temporal de sus actividades, del que lo sacará nuevamente Jean Renoir.

En 1935, el régimen fascista italiano había creado el Centro Sperimentale di Cinematografía, y dos años después Mussolini inaugura los estudios Cinecittà, con la pretensión de crear un Hollywood europeo. Consciente de la importancia del cine como medio de prestigio y propaganda, el Duce encarga a su propio hijo, Vittorio, la dirección de la influyente revista Cinema, definida como "órgano de la Federación Fascista del Espectáculo", y con una tirada de 20.000 ejemplares. En la práctica, tanto la revista como el Centro Sperimentale se convirtieron en un nido de antifascistas, incluyendo muchos miembros del Partido Comunista. El caso es que esa fue la "cantera" donde se formaron directores del cine italiano de la posguerra como Michelangelo Antonioni o Giuseppe de Santis.

Fue el propio Mussolini quien sorprendió a propios y extraños invitando a hacer cine en Italia a Jean Renoir, cineasta del Frente Popular, conocido por sus simpatías comunistas, y varias de cuyas películas estaban prohibidas. Se le ofreció rodar una adaptación de la ópera Tosca de Puccini, un tipo de cine sin duda más grato a la estética fascista que el realismo social de otras películas del autor francés. Renoir, tras la acogida desfavorable de La regla del juego, aceptaba cualquier proyecto; además, el gobierno francés estaba interesado en gestos de buena voluntad hacia Italia, manteniéndola neutral en la guerra que acababa de comenzar. Como ayudante de dirección, Renoir se acuerda de Visconti, y le escribe a Milán.

Dicho y hecho, en la primavera de 1940 comienza el rodaje de Tosca con Renoir en la dirección, y dos ayudantes, Visconti y el alemán Carl Koch, habitual en el equipo del director francés. La película conservaba de la ópera pucciniana solamente la línea argumental, mientras que la parte musical quedaba reducida al mínimo, apenas las arias más célebres, que cantaban en la banda sonora la soprano Mafalda Favero y el tenor Ferruccio Tagliavini, doblando respectivamente a Imperio Argentina (Tosca) y Rossano Brazzi (Mario Cavaradossi). Scarpia era Michel Simon, un actor habitual en el cine de Renoir. Los arreglos musicales fueron hechos por Umberto Mancini y dirigió la orquesta Fernando Previtali.

Apenas comenzado el rodaje, Italia declara la guerra a Francia, y Renoir, como teniente del ejército francés, debe volver a su país. La película será acabada por Koch y Visconti, y este último calificará de "horrible" el resultado final de aquel su primer encuentro con la ópera en la pantalla de un cine. Pero la experiencia le ha servido para introducirse en los círculos del cine italiano de la época, cuya producción se reparte entre grandiosas evocaciones históricas, comedias de las llamadas "de teléfono blanco" (de una frivolidad sin contacto con la vida real) y películas "heroicas" que exaltan los valores fascistas. Esta situación es repudiada por los jóvenes directores que escriben en Cinema: según ellos, si en la vida real toda la gente fuera tan bondadosa y heroica como en el cine oficial, no existirían policías ni jueces. Bajo la influencia del realismo de Renoir, y en parte del "cine negro" norteamericano, surgen diversos proyectos de Visconti, hasta que uno de ellos logra ser aprobado por la censura, dando origen a lo que será, a sus 36 años, su primera película: Ossesione (Obsesión).

Ossessione no era otra cosa que una adaptación ambientada en Italia de la novela de James M. Cain, El cartero siempre llama dos veces. La procedencia hubo de disimularse con el cambio de título, pues los derechos de adaptación a la pantalla los había comprado una productora norteamericana. El argumento es conocido: un vagabundo llega a una posada rural, la mujer del dueño se enamora de él y entre los dos matan al marido, simulando un accidente. Si el escándalo ha acompañado al estreno de cada una de las versiones que se han hecho de esta historia, en diferentes épocas, es fácil imaginarse la conmoción que pudo producir en la Italia fascista al estrenarse en mayo de 1943: sufrió el secuestro, la mutilación de escenas, una persecución que llegó a destruir el negativo original (del film tan sólo se conservan algunas copias), y que llegó al detalle esperpéntico de que un arzobispo bendijo una sala donde se había exhibido, para así "purificarla" del pecado.

La pareja de amantes estaba interpretada por Massimo Girotti (Gino) y Clara Calamai (Giovanna), y el marido era el actor español Juan de Landa (Giuseppe Bragana). Durante el rodaje, Visconti perdió a dos miembros de su familia: poco después del comienzo murió su padre Giuseppe, y cerca del final le llegó la noticia de la muerte en combate de su hermano Guido, en la batalla de El Alamein. Como detalle anecdótico, Visconti contó que hubo de vender joyas de su madre para poder financiar la película.

Pocos meses después del estreno, cae Mussolini, el nuevo gobierno de Badoglio intenta negociar la paz con los aliados y los alemanes invaden Italia y reponen a los fascistas en el poder. Se suspende toda actividad cinematográfica, y Visconti pasa a la clandestinidad, utilizando el alias de "Alfredo Guidi". Colaborará con la Resistencia, facilitando la huida de prisioneros de los ejércitos aliados, actividad que será reconocida por estos después de la guerra mediante certificado oficial. Por ello también llegará a estar detenido en la tristemente célebre Pensión Jaccarino, utilizada como prisión por la "Banda Koch", la policía fascista paralela creada por el italo-germano Pietro Koch. Tras la definitiva caída del fascismo, Visconti filmará el proceso y ejecución de Koch en el marco de un documental colectivo titulado Días de Gloria (1945); este episodio (que incluye también la escena del linchamiento "en vivo" del ex director de la cárcel Regina Coeli de Roma, Carretta) sería lo único que rodaría Visconti hasta que en 1948 se traslade a Sicilia para rodar La terra trema (La tierra tiembla), ante la dificultad para encontrar financiación para otros proyectos.

En el intervalo, Visconti se vuelca en otra de sus actividades predilectas, la dirección teatral, que proseguirá en los intervalos entre sus películas; y hasta su siguiente largometraje pondrá en escena once obras, comenzando los Los Padres Terribles de Cocteau, estrenada el 30 de enero de 1945 en el teatro Eliseo de Roma. Visconti busca sacudir las conciencias, llevando al teatro temas que hasta entonces habían sido tabú, como las desviaciones sexuales (como el Adán de Marcel Achard, una de las primeras veces que la homosexualidad subió a un escenario en Italia) o la Guerra Civil española vista del lado republicano (La Quinta Columna de Hemingway). Al público italiano se le presentan autores como Sartre (A puerta cerrada) o Anouilh (Antígona). Casi desde el comienzo figura entre los repartos un actor que llegará a alcanzar fama mundial, Vittorio Gassmann, y en la adaptación de Crimen y castigo de Dostoievski, aparecerá un joven actor cuyo nombre también está destinado a hacerse famoso: Franco Zeffirelli.

A partir de 1946, Visconti comienza a mezclar la visión crudamente realista de sus producciones, con su gusto por la música y la coreografía, buscando el "espectáculo total"; ciertamente, parece que su destino natural acabaría siendo montar una ópera. En esta época, lo más cerca que llegaría sería a adaptar obras teatrales que hayan dado argumentos operísticos, como Las Bodas de Fígaro de Beaumarchais (1946), obra prohibida durante el régimen fascista y en la que Vittorio de Sica interpretaba a Fígaro, o algunos años más tarde (1953) la Medea de Eurípides.

Ya en Crimen y castigo (1946) aparece una compañía de acróbatas en pleno diálogo entre Raskolnikov y Marmeladov. Posteriormente, los espectáculos teatrales viscontianos serán cada vez más suntuosos, dejando rienda suelta a la fantasía: en 1948, el Como gustéis de Shakespeare lleva decorados de Dalí (motivo de escándalo para muchos izquierdistas) y música de compositores ingleses de los siglos XVI a XVIII como Morley, Purcell, Arne o Boyce. Al año siguiente, otro Shakespeare, Troilo y Crésida, utiliza musica de trovadores provenzales de la Edad Media (Folquet de Marsella, Bernard de Ventadorn, Peirol, Jaufré Rudel). También monta un Oreste de Vittorio Alfieri utilizando música de Beethoven. Pero clásicos como Shakespere, Goldoni (La posadera, puesta en escena en 1952) o Chejov (Tres hermanas, de 1952) no impiden que sigan llegando obras de autores contemporáneos: en 1951 subirán a escena Muerte de un viajante de Arthur Miller y Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams.

Los años de clandestinidad habían fortalecido la relación de Visconti con el Partido Comunista, al que siempre apoyó en las elecciones pero al que nunca llegó a afiliarse. Más tarde, serán los medios del PCI los que defiendan siempre al autor, ante sus problemas con la censura en la nueva Italia democrática. Por eso no es extraño que, ante las elecciones de 1948, Visconti acepte el encargo del Partido de un documental que muestre las míseras condiciones de vida del Sur de Italia. El cineasta eligió adaptar la novela Los Malasangre del escritor verista Giovanni Verga (autor también de Cavalleria rusticana, que daría origen a la ópera del mismo título de Mascagni), pero añadiendo el enfoque propio de los textos de Antonio Gramsci, pensador cuya influencia en los intelectuales de izquierda ha sido enorme, que fue uno de los fundadores del PCI y que moriría en la prisión fascista en 1937.

La terra trema, filmada con la participación de actores no profesionales, pescadores y habitantes de la localidad siciliana de Aci Trezza, se rodó en el dialecto siciliano del lugar, incomprensible no sólo para los italianos, sino incluso para los habitantes de otras zonas de Sicilia. Como asistentes de Visconti, dos nombres que harán a su vez carrera como directores, Francesco Rosi y el mencionado Franco Zeffirelli. El argumento nos presenta la lucha diaria de los pescadores por ganarse la vida frente a la explotación a la que los someten los revendedores del pescado, que se quedan con la mayor parte del beneficio. Entre las familias de pescadores están los Valastro, que han perdido a su padre en un "accidente laboral"; el hijo mayor, 'Ntoni, intenta independizarse de los explotadores y establecerse por su cuenta: todo es inútil, y tras una tormenta que destruye su barca, y la incapacidad de seguir pagando la hipoteca de su casa, con su familia disgregada por la crisis, se ve forzado a capitular, y volver a trabajar para los explotadores.

Por el contrario, la siguiente película que aceptó realizar Visconti (en 1951) se debió a la posibilidad de trabajar con la actriz Anna Magnani, famosísima en aquella época, y cuyo temperamento fogoso se consideraba como la personificación del carácter de la mujer italiana. La Magnani había sido elegida para protagonizar Ossessione, pero debido a su embarazo hubo de renunciar al papel, y se había consagrado con Roma, ciudad abierta de Rossellini donde, al contrario que el film de Visconti, fue la Magnani quien sustituyó a la inicialmente prevista Calamai.

La película, titulada Bellisima, contaba la historia de una madre que intenta que su hijita sea elegida en un concurso organizado por los estudios de Cinecittà para encontrar a "la niña más bella de Roma". Los esfuerzos de la madre llegan a pagar a su hija clases de declamación, danza, etc. y a dar dinero para conseguir una recomendación (en realidad, el destinatario se compra con él una moto). El día de la prueba, la madre consigue introducirse en la cabina de proyección, y ve a su hija llorando y al equipo del estudio riéndose de ella. Despechada, se lleva a su hija y no quiere saber nada del concurso; incluso cuando le comunican que la pequeña ha sido elegida prefiere, por dignidad, rechazar el contrato.

Bellisima retrataba despiadadamente el mundo creado en torno al cine, con su falsedad y las ilusiones de éxito que despertaba en tantas familias modestas. En ella aparecía el director de cine Alessandro Blasetti, autor de tantas producciones históricas durante la era fascista, interpretándose a sí mismo, seleccionando a las aspirantes a actrices. Además de Rosi y Zeffirelli, aparecen entre los colaboradores de Visconti dos nombres que serán desde ahora habituales en su cine: el diseñador de vestuario Piero Tosi y el músico Franco Mannino, marido de la hermana de Visconti, Uberta.

Aunque pueda parecer que las tres películas presentadas hasta ahora tienen poco o nada que ver con el mundo de la ópera, lo cierto es que todas ellas presentan interesantes referencias operísticas: El personaje del marido en Ossessione se nos presenta canturreando el aria de Germont del acto II de La Traviata, "Di Provenza" ("Tu viejo padre, no sabes cuánto ha sufrido..."). En La terra trema, durante la escena de la salazón de anchoas, un vecino toca con la flauta el aria "Ah! non credea mirarti" de la ópera La Sonnambula de Bellini (compositor siciliano, no lo olvidemos). Finalmente, en Bellisima, el mundo engañoso del cine es caracterizado por la música de la ópera L'elisir d'amore de Donizetti (a la que puede deberse incluso el título: "È bellisima!" exclama Nemorino en el acto II, refiriéndose al elixir), adaptado por Franco Mannino y dirigido por Franco Ferrara. Los títulos de crédito de la película se inician con el coro de campesinas del acto II, "Saria possibile?", donde se comenta por lo bajo que Nemorino es heredero de una gran fortuna, pero se pide guardar el secreto; muy adecuado para presentar un concurso donde unos padres pueden llevarse la sorpresa de tener una hija actriz, un golpe inesperado de fortuna. La emisión será interrumpida para anunciar el concurso. La cavatina del acto I "Quanto è bella, quanto è cara", en la que Nemorino se extasía ante la belleza de Adina, ilustra cómo ven a la niña sus propios padres; el aria "Udite, udite" del charlatán Dulcamara, que vende elixires que (según él) lo curan todo, acompaña las apariciones del director Blasetti, como un nuevo charlatán que mete ilusiones en la cabeza de tantas jóvenes, y de sus madres.

Después de esto, no tiene nada de extraño que precisamente con una representación operística comience su próximo largometraje (no contamos el Apunte sobre un hecho de crónica, documental de 1951 de 8 minutos sobre la violación y asesinato de una niña; ni el episodio dedicado a Anna Magnani en el film colectivo Nosotras, las mujeres, de 1953). De hecho, con él empezará un nuevo estilo dentro de la producción de Visconti, que a veces se ha denominado "películas operísticas", donde fijará su mirada en ambientes aristocráticos y suntuosos, frente a las clases pobres que aparecían en sus anteriores films.