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Triple salto mortal hacia atrás desde Bach hasta Pachelbel Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum. Este mes me he visto un poco apurado de tiempo. He tenido que recurrir hasta del último día para poder confeccionar lo que sería la sección del apócrifo. Antes de seguir me gustaría que la gente que lee habitualmente la sección me informe del gazapo que introduje en el penúltimo párrafo, antes de la cita textual (más o menos). Yo ya me he dado cuenta (porque lo hice a posta, ojo), ¿y los demás? ¿o es que nadie lee esta sección? Como ya he mencionado en otras ocasiones, la composición de música clásica que más me gusta oír es El Canon D de Pachelbel. Pues bien, indagando sobre este insigne compositor descubrí un hecho realmente relevante: fue maestro del hermano mayor de Bach, Johann Christoph. Durante su estancia en Eisenach, Pachelbel fue contratado por el padre de Bach para que le diera clases a su hijo mayor Christoph (uso el segundo nombre porque el primero siempre es Johann). Ni que decir tiene que para el pequeño Sebastian no hacía falta, simplemente había que esperar a que fuera lo suficientemente mayor como para sostener en la mano una pluma con la que poder escribir. Mas bien él sería el que nos enseñaría un par de cosas en materia de composición. Sin lugar a dudas este hecho significativo me sirve de puente para pasar de Bach a Pachelbel. De Las variaciones Goldberg al Canon D. Dos piezas de singular belleza que no sólo han sobrevivido varios siglos a sus autores sino que son incluidas en multitud de conciertos, bandas sonoras de películas y demás eventos de importancia. Concretamente el Canon D es muy utilizada en las bodas. Supongo que será por la tranquilidad que transmite. La tranquilidad antes de la tempestad, dirán los que han pasado por semejante trance. Otro nexo de unión existente entre los dos compositores es su nombre, curiosamente se llamaban igual: Johann. Johann Pachelbel y Johann Sebastian Bach. Supongo que en aquella época el nombre Johann debía de ser como el Pepe en España, de hecho Johann se parece bastante a José. Decías Johann por una calle de Viena o cualquier otra ciudad centroeuropea y se volvían la mitad de los viandantes. Y seguro que más de la mitad de éstos eran compositores o estaban a punto de serlo. Como no había ni televisión ni radio te tenías que componer tu propia música y encima tocarla. La especialidad de Pachelbel, o por lo menos a lo que dedicó gran parte de su carrera fue al órgano. Fue organista de la corte de Stuttgart. Lo que en aquella época era una simple rutina, ahora sería prácticamente impensable. ¿Se imaginan ustedes lo que costaría que Pachelbel tocara en una boda en la actualidad? Sin duda alguna sería muy costoso por no decir desorbitado. Pero mirándolo por el lado más materialista podrían venderse entradas para la misa. El precio sería lo de menos, se podría poner cualquier precio. Con una buena organización podría conseguirse la amortización de todos los gastos del banquete, el viaje de luna de miel, los muebles del piso, ... Un buen negocio se mire por donde se mire. El único inconveniente es que sólo se puede hacer un pase de la función. Se supone que lo ideal es casarse una única vez en la vida (y por amor, a ser posible). Así que la enorme rentabilidad del primer pase no se puede repetir. Es una de esas ocasiones en las que "hay que aprovechar el tirón", como se suele decir. Sin temor a cometer un error se puede afirmar que el Canon D está casado con la eternidad. A no ser que cambien mucho los gustos, o mejor dicho "el buen gusto", seguro que dentro de otros trescientos años seguimos apreciando esta fantástica pieza. Por supuesto que será en bodas que se produzcan en Marte, Júpiter, la Luna, etc.
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