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OBRAS MAESTRAS: SONATA PARA
VIOLÍN Y PIANO DE CÉSAR FRANCK
Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.
César Franck (1822 -
1890)
En esta ocasión nuestra
sección tratará de una de las joyas más valiosas dentro de la música
de cámara: La Sonata para violín y piano de C. Franck.
Este Belga (Lieja, 1822) de ascendencia
austrogermana, nacionalizado francés, es uno de los más valiosos
compositores de la llamada escuela moderna, quien junto a Saint-Saëns,
Laló, Fauré, Bizet y otros, funda la Sociedad Nacional de Música en
el año 1871.
Se puede considerar a C. Franck como uno de los
grandes resurgidores de la música instrumental francesa, cuyo arte
innovador y personal inunda páginas tan célebres como las del Quinteto
con piano, Sinfonía en Re menor, Cuarteto de cuerda, Variaciones
sinfónicas para piano y orquesta, preludio coral y fuga para piano solo.
Pese al ambicioso plan trazado por su padre
para convertirle en un virtuoso concertista, el espíritu sosegado y
tranquilo de C. Franck, prevalece ante tales espectativas, llegando a ser
en 1872, profesor de órgano del Conservatorio de París, entregándose
con autenticidad a su doble profesión de organista y compositor.
Esta última faceta creadora aparece en Franck
de manera tardía (a los 50 años de edad) pero contundente.
Sus enseñanzas fueron pronto bien recibidas y
retomadas por un ramillete destacadísimo de seguidores entre los que
podemos citar a Vicent D’Indy, su más fiel discípulo, Ernesto Chausson,
Alberic Magnard, Guillaume LeKeu, Guy Ropaz, Albert Roussel y Henry Duparc.
Estos músicos "del amor" así
llamados por Charles Oulmont pertenence a este grupo de rasgos franquianos,
entre los que se encuentran un fuerte y convencido catolicismo además de
un talante riguroso y extremamente perfeccionista.
La sonata para violín y piano no podía ser
menos, y obedece a ese lento pero exhaustivo y detallado proceso creador
que le lleva a culminar en el año 1886 esta magnífica obra, que ya
había sido planeada 27 años antes.
Esta sonata es un verdadero modelo en cuanto al
tratamiento de la forma cíclica se refiere. Consiste en exponer un tema
principal que reaparece con variantes en cada movimiento. En este aspecto,
Franck es sin duda alguna el maestro.
La sonata presenta la tonalidad de La mayor y
está toda ella basada en tres células melódicas generadoras que
recorren toda la pieza.
Dedicada al violista Belga Eugene Ysáye
(1958-1931), la obra abre nuevos horizontes dentro del género. Por una
parte, se respira en ella un ambiente puramente romántico, heredado del
auténtico Lied Alemán, y por otra se percibe esa libertad y flexibilidad
casi improvisatoria que la música francesa posee. Con todas estas
novedades la sonata está desarrollada en cuatro movimientos:
El primer movimiento allegretto. Nos es magistralmente
presentado en forma de sonata sin desarrollo. Consta de un tema
principal que contiene la primera célula melódica de la que
hablábamos anteriormente, cuyo atractivo reside especialmente en
su misterioso equipaje armónico(acordes de novena) que viaja
acompañado de una gran incertidumbre tonal. Este tema oscila
hacia la dominante desde donde arranca la segunda melodía,
extremadamente modulante y de verdadera belleza lírica. Tras la
reexposición, de nuevo aparece la primera célula melódica, la
cual dotada de una enorme fuerza expresiva y sugestiva, se encarga
de cerrar felízmente este primer movimiento.
El segundo movimiento allegro en Re. Corresponde a la forma
tradicional de primer tiempo. Encontramos en él la vehemencia y
vigor de un tema rítmico que abre esta sección. Expuesto por
ambos instrumentos (piano primero y violín después) el tema es
acompañado por un ornamento dinámico y en tres fases diferentes.
Seguídamente, una breve transición construida con material de la
priméra célula, da paso al precioso segundo tema, auténtica
expansión melódica dispuesto en tres fases dobles, en donde la
grandiosidad de la armonía hace de este pasaje uno de los más
inspirados y emotivos de esta sonata en concreto y de la música
Franquiana en general. El desarrollo, bastante largo, comienza con
"un recitado quasi lento" que enlaza con un fragmento
basado en el segundo tema a partir del cual se suceden contínuos
cambios de tono, ocasionando interesantes modulaciones que vacilan
entre la oscuridad y la luz. Finalmente la reexposición libera de
esta vaga atmósfera incierta preparando el tramo final, que
constituye esa magnífica subida arriesgada y compleja
técnicamente para ambos instrumentos, suponiendo la explosión de
todo el material lírico y emocional contenido y expuesto a lo
largo de este brillante y genuino segundo tiempo.
Tercer movimiento Recitativo-Fantasía. Es de gran
originalidad e inspiración. Sirve de andante y presenta un aroma
muy cálido, tranquilo pero a la vez apasionado. Está pensada a
partir de una fantasía propiamente dicha y una melodía
compuesta de diversos elementos. La fantasía consta de un doble
recitado, que se repite dos veces en función de cambios
armónicos sugerentes. Tras este sensual y arrebatado
recitativo,observamos pasajes muy libres, casi improvisatorios,
desembocando en virtuosas y pletóricas cadencias plagadas de
riqueza sentimental. Exquisito pues resulta este recitativo
fantasia, presidido por la magistral manufactura y sensacional
calidad expresiva y melódica del maestro Belga.
Cuarto movimiento allegreto mosso. Es tal
vez el mejor de los cuatro que contiene esta sonata. El tema
principal forma un canon perpétuo a la octava, constituyendo
además una melodía apreciadísima por su valor emotivo y
conmovedor. La disposición estructural de este cuarto movimiento
es muy particular, alternando secciones de canon con estribillo y
cuplé. De textura muy rica y densa, la escritura de este final es
originalísima. También hay que destacar pasajes de gran
dificultad ejecutiva, mostrando a veces un sentido ampuloso y
brillante que confiere a la pieza la categoría y prestancia que
encierra en sí misma. Tímbricamente muy bien lograda, de
sonoridad amplia y brillante, C. Franck recrea aquí uno desus
máximos exponentes formalmente hablando. Este cuarto movimiento
reune por tanto todas las condiciones necesarias para provocar de
inmediato en el oyente el impacto, la admiración por la música
de calidad.
Recomendamos a los más jóvenes la audición
de esta bella y magistral sonata para violín y piano cuyo deleite será
sin duda justificado. En C. Franck encontraremos la música con
mayúsculas.
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