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VUELVEN
LAS CUATRO ESTACIONES DE VIVALDI
Por Ignacio
Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.
Pocas obras son tan populares como Las Cuatro
Estaciones de Antonio Vivaldi conocida hasta por el
que nunca ha escuchado más de dos minutos de música
clásica. Es probablemente la primera obra que se enseña
a los niños en la escuela infantil o en las guarderías.
La primera obra que cualquier persona identifica con su
compositor. El primer disco de música clásica para
mucha gente. El único disco que figura en las discotecas
de muchas familias junto quizás a una Quinta o Novena de
Beethoven o una Patética de Tchaikovsky. En definitiva,
todo un "hit" de la música clásica. Las casas
discográficas siguen apostando por ella, saben que su
venta está asegurada y no desaprovechan ocasión para
reeditar, relanzar o regrabar lo que en realidad es solo
parte de una opus completa del maestro veneciano: Il
Cimento dell' Armonia e dell' Inventione op 8: 12
conciertos que sin llegar a la riqueza del L'Estro
Armonico forman una colección inspirada y
técnicamente muy exigente para el intérprete.
Siempre que hablamos de Barroco necesariamente hemos de
distinguir entre versiones "de toda la vida",
es decir, con instrumentos modernos basadas en una
visión romántica poco justificable históricamente o
versiones historicistas que buscan una fidelidad al
original o, al menos, presentan lecturas alejadas de
vicios que durante años salpicaron a ésta y otras
muchas obras maestras del Barroco.
No cabe duda que tras el
paso del movimiento historicista y la influencia que ha
tenido en la interpretación de la música barroca,
ninguna versión con instrumentos modernos se puede
comparar con las que se hacían hace dos o tres décadas.
Normalmente tenemos un número reducido de músicos y,
por supuesto, el solista no suele abusar del vibrato, ni
la orquesta de densidades innecesarias. También hay que
decir que una interpretación con instrumentos originales
tampoco es garantía de nada. Muchas veces y en este caso
concreto puede resultar más gratificante una lectura de
un o una gran violinista que despliega toda su técnica y
talento que la de un conjunto historicista de dudoso
gusto en cuanto a afinación u ornamentaciones y que
busca ser original por encima de todo, haya o no
justificación para ello.
En todo caso, cualquier nueva versión de esta partitura
debiera ofrecer, al menos, un enfoque novedoso que
justificara una nueva grabación pues, como queda dicho,
lo que sobran son versiones de esta obra que puede llegar
a aburrir de lo "oída" que está.
Este mes comentaremos dos recientes versiones de Las
Cuatro Estaciones; la primera a cargo de una de las
grandes del violín de nuestros días: la coreana Kyung
Wha Chung publicada por EMI CLASSICS (CDC 57015) y otra
de SONY CLASSICAL en la interpretación de la Venice
Baroque Orchestra con Giuliano Carmignola como violín
solista y dirigida por Andrea Marcon (SK 51352).
Kyung Wha Chung es una intérprete de reconocido
prestigio cuyo currículo de logros, grabaciones y
premios daría para un artículo aparte. Siguiendo los
pasos de la gran violinista alemana Anne-Sophie Mutter,
ella también se ha decidido a grabar esta obra sin
director y con un pequeño conjunto de músicos que usan
instrumentos modernos. En el caso de la coreana algunos
como Myron Lutzke son también integrantes de conjuntos
historicistas americanos, aspecto este que como veremos
no influye para nada en el resultado final.
Como se podía esperar en una violinista de su
altura la versión de Chung tiene personalidad propia
además de ser técnicamente impecable. Aquí no se trata
de ser original sino de mostrar la belleza del
instrumento por encima de todo. Chung frasea con
elegancia y produce un sonido amplio y brillante. Su
versión es relajada, virtuosística y sin feísmos. Sin
embargo, el acompañamiento resulta algo pesado, poco
imaginativo y tremendamente convencional. Es curioso el
hecho de que en ambas versiones la orquesta consta de
quince miembros. A pesar de ello, la St. Luke's Chamber
Ensemble con frecuencia suena como una gran orquesta
sinfónica mientras que la Venice Baroque Orchestra sin
abandonar su protagonismo nunca molesta al inquieto
violín solista.
Carmignola, por su parte, se acopla mejor con su conjunto
para ofrecer una interpretación más redonda y creativa
de la obra. Su lectura es al mismo tiempo bella y
atrevida, no exenta de ciertas brusquedades. Sabe
ornamentar con gusto sin caer en el puro efectismo y deja
lugar también a la improvisación. Su versión resulta
vibrante, imaginativa además de sorprender, algo
difícil en una obra así. Su conjunto aporta un bajo
continuo de archilaúd, clave y órgano que como es
normal supera en colorido y belleza al simple clave de la
orquesta americana.
En definitiva, los italianos han hecho una versión más
satisfactoria que se escucha con mucho interés y que sin
provocar en exceso consigue que el oyente redescubra una
obra archifamiliar. Chung hace una versión sobresaliente
pero convencional.
Además, Carmignola y
Marcon incluyen tres extraordinarios conciertos para
violín y orquesta que son primera grabación mundial y
que muestran todas las exigencias técnicas de las
partituras del veneciano. Por su parte, EMI no ofrece
acoplamiento y el disco dura poco más de cuarenta
minutos. Por el mismo precio, no hay mucho que pensar
antes de elegir.
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