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Número 18º - Julio 2.001


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EN UN MERCADO PERSA

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.

 

El 22 de Junio del pasado mes tuve la oportunidad de asistir a la Fiesta de Fin de Curso que se celebraba en el colegio donde he realizado las prácticas de magisterio. Muchos eran los recuerdos que se agolpaban en mi mente, al recorrer esa enorme galería de columnas rojas y buganvillas de colores que lo adornaban; ya no era la alumna que estudiaba allí la E.G.B., sino que volvía a él de maestra.... En este artículo comentaré una dramatización que presencié aquel día, sobre la obra: En un mercado persa.

El compositor de la misma, Albert Ketèlbey, nació en Birmingham en 1875. A los 11 años, escribió una sonata para piano, que interpretó en Worcester en presencia de Edward Elgar (por aquel entonces profesor de música en esa ciudad). Después de un tiempo en el Milland Institute School of Music y en el Fitzroy College de Londres, obtuvo una beca para estudiar en el Trinity College of Music de esta ciudad. También fue nombrado organista de la Iglesia de St. John de Wimblendon. Cuando concluyó sus estudios se sumergió de lleno en el mundo de los teatros londinenses de la última época victoriana como director del Vaudeville Theatre.

Ketèlbey se distinguió en numerosos campos, especialmente en composición. Escribió un buen número de piezas para piano con el seudónimo de Antón Vodorinski, pero la música por la que se le recuerda en la actualidad es la serie de piezas orquestales atmosféricas que comenzó en 1912 con La melodía del fantasma. Siguió en 1915, con En el jardín de un monasterio, un "intermezzo característico", estableciéndose así un modelo para el resto de obras que alumbró en los años veinte y los primeros años de la década siguiente, como En un mercado persa, una "escena intermezzo" de 1920 o En el jardín de un templo chino, una "fantasía oriental" de 1923.

La profunda aspiración del niño es entrar en un mundo lleno de fantasía. El alumno debe sentirse transportado desde el comienzo de su iniciación musical hasta ese mundo en que consigue expansionarse. Con la música que sonaba aquella tarde, todos los allí presentes también nos íbamos sumergiendo en ese mundo de fantasía al que nos llevaban los niños. Al tiempo que dramatizaban, empezaron a cantar:

Mercader que llegas a Persia, con sedas y ricos collares,
por Alá misericordioso de este pobre te apiades....
.... El cortejo llega ya, y el clamor es general.
¡Mirad allí viene la princesa, que es la Rosa del Arán!
Busca alfombras y marfil, oro, sedas y cristal.
Está próxima su boda, con un príncipe oriental...

La canción es una composición poética escrita para ser cantada. El canto en general y la canción en particular, son una de las primeras manifestaciones musicales de la humanidad. Estos niños iban expresando situaciones, sentimientos, emociones... Kodaly decía que la canción popular era la lengua materna musical del niño.

En la obra musical se sucedían diversas escenas: una caravana de mercaderes se aproxima poco a poco; hay mucha actividad en el mercado (mercaderes vendiendo, mendigos pidiendo limosna...), una hermosa princesa visita el mercado; los juglares bailan y entretienen a la gente; los encantadores de serpiente actúan; anunciado por trompetas llega el califa que atraviesa el mercado, sigue desarrollándose una gran actividad, la princesa se prepara para partir, los mercaderes recogen sus puestos, la caravana se marcha de nuevo...

El movimiento de los niños unido al estímulo musical, permitía una comprensión total de la música. Sus cuerpos se encontraban en un contexto global, las coreografías se coordinaban cada vez más fácilmente, desarrollando en gran medida la capacidad de independencia de los ejes del cuerpo...

Podría seguir detallando todo lo que aconteció aquella tarde, pero con mi artículo tan solo he querido destacar que la música nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida: en fiestas infantiles, en conciertos... Para estos niños fue su primera iniciación, pero si a tan corta edad ya disfrutaron "jugando" con ella, estoy segura que cuando sean mayores, seguirán adentrándose en ese maravilloso mundo al que la música nos transporta. Desde aquí quiero dar las gracias a todos los profesores de música de colegios e institutos, que están realizando una magnífica labor para que todos los alumnos tengan la oportunidad de disfrutar con ella.