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EDUCAR
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE LOS NIÑOS CON LA MÚSICA.

Definir es fijar
con brevedad, claridad, exactitud y precisión la naturaleza de una cosa o
la significación de una palabra. Siempre me ha parecido conveniente
partir de una definición para introducir el tema a tratar, pero en este
caso, ¿cómo se puede hablar de inteligencia si todos creemos saber de lo
que estamos hablando y en realidad no se ha llegado a un acuerdo unánime
sobre la definición de la misma?. Aunque parezca irónico, ello no ha
impedido que se establezcan índices que midan su capacidad.
No pretendo
escribir una nueva definición o clasificar, seleccionar, eliminar... lo
que ya hay escrito sobre ella; ni tampoco hablar de los famosos "test
de inteligencia" porque no estoy convencida de que una división
entre "edad mental" y "edad cronológica" pueda
predecir el éxito de una persona. Mi intención con este artículo es
valorar la importancia de la música a la hora de educar las habilidades
sociales de los niños.
Las habilidades
sociales son las capacidades, conductas, pensamientos y emociones que
conducen al sujeto a actuar de forma exitosa en una interacción social
(siendo emisor o receptor de la conducta social), respetando en todo
momento los derechos de las personas implicadas y adaptándose a cada
situación específica.
El concepto de
"inteligencia emocional" está relacionado con las capacidades
de los sujetos a nivel social y personal. Según Goleman es una forma de
interacción con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y
engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la
autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la
empatía... El déficit de la misma repercute en muchos aspectos de la
vida cotidiana.
Centrándonos en
los niños, diversos autores (Elias, Tobias, Friedlander...) también han
explicado como se pueden desarrollar estas capacidades emocionales para
obtener buenos resultados en su educación. Shapiro ofrece muchas
actividades y juegos que ayudan a los niños a resolver problemas,
cooperar con los demás, aumentar la seguridad en sí mismos...
Desde que se
introdujo este concepto, hace más de diez años, muchas son las
investigaciones que se han realizado sobre el mismo. La inteligencia
emocional también se puede educar a través de la música. Por ejemplo,
cuando nosotros estamos escuchando una obra, podemos identificar nuestras
propias emociones. Algunos días preferiremos escuchar unas obras
determinadas y otros días cambiaremos completamente según nuestro estado
de ánimo. Es posible identificar el tipo de emociones que nos quería
trasmitir el compositor que creó esa obra o el músico que la esté
interpretando en ese momento.
La música es un
buen vehículo para dejar aflorar las emociones. Ellas están presentes en
nuestra conciencia y es bueno saber detectarlas, etiquetar correctamente
nuestros propios estados emocionales, regularlos (hacer uso de nuestra
capacidad de control) y aprovecharlos constructivamente. Posteriormente se
pueden aplicar las mismas estrategias a los estados emocionales de las
personas que nos rodean.
La música
proporciona claves para el mejor crecimiento, desarrollo y evolución del
ser humano. Ella nos habla íntimamente a cada uno de nosotros y su campo
de expresión no conoce límite alguno: puede expresar tragedia,
serenidad, alegría, tristeza...
La persona es
alguien en constante hacerse a partir de sus propios actos, es decir,
indeterminado psico-biológicamente de forma originaria, que va
concretándose en una manera de ser y actuar cada vez más definitiva,
pero siempre con posibilidad de mejora o perfeccionamiento. La música nos
permite adentrarnos en el conocimiento de nosotros mismos y de los demás,
en la comunicación con nuestros semejantes, en la apreciación del mundo
y de sus manifestaciones...
Cuando
escuchamos música es importante tener en cuenta el estado emocional.
Existen muchos juegos dedicados a los niños en los que se utiliza la
música para enseñarles a comunicarse en un nivel profundo y
gratificante, ayudándoles de este modo a salvar el intrincado laberinto
de las relaciones con los demás.
Podemos
trasmitirles muchos valores al jugar con la música. La educación que
éstos reciban nunca estará libre de valores. Si educar es dirigir,
formar el carácter o la personalidad, llevar al individuo en una
determinada dirección, la educación no puede ser neutra.
Pero no sólo a
los niños, también la música nos abre la mente y el corazón a gran
cantidad de emociones. En una ocasión leí que la música es amor en
busca de palabras; dejemos que ese amor inunde nuestras vidas y nos ayude
a valorar las capacidades humanas que realmente importan para vivir en
sociedad.
Bibliografía
· Elias,
M. J.; Tobias, S. E. y Friedlander, B. S. (1999): Educar con
inteligencia emocional. Plaza y Janes. Barcelona.
· Gallego
García, C. I. y Gallego García, Mª M. (2001) "La
educación en habilidades sociales para los niños del siglo
XXI". Comunicación presentada en el III Congreso Andaluz de
Educación Social. Málaga. 2001.
·
Goleman, D. (1996): Inteligencia emocional. Kairós.
Barcelona.
·
Shapiro, E. L. (1997): La inteligencia emocional de los
niños. Grupo Zeta. Barcelona.
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