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Número 25º - Febrero 2.002


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VIAJE IMAGINARIO

Por Elisa Ramos. Lee su curriculum.

Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE). Rafael Frübeck de Burgos, director. Programa: J. Rodrigo,  Música para un códice salmantino Enrique Baquerizo, barítono; Beethoven, Sinfonía núm. 9 en re menor, op. 125 Coral Nancy Gustafson, soprano. María José Suárez, mezzsoprano. Francesc Garrigosa, tenor. Johann Tilli, bajo. Concierto de Inauguración de la Ciudad Europea de la Cultura. Consorcio 2002 en colaboración con INAEM y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León. Salamanca. 19 de enero de 2002.

En el escenario multitud de sillas vacías, algún que otro instrumento y partituras descansando en los atriles. Cuatro más adelantados en los que sólo hay texto. Se apagan las luces de la sala y se ilumina la escena. Comienza el acto de la inauguración oficial Salamanca 2002 Ciudad Europea de la Cultura. No hay discursos de autoridades. Simplemente aparecen Emilio Buale, Juan Echanove, Ginés G. Millán y Lola Herrera para ocupar sus puestos.

El prólogo literario Encuentro en Salamanca inició el camino con una cita de viajeros en la ciudad. Se han perdido por las calles salmantinas y temen no encontrarse a tiempo. Frente a sus atriles el diálogo discurre en un recorrido temporo-espacial que recrea la historia de la ciudad del Tormes. El Lazarillo, el Licenciado Vidriera, la Celestina, Fray Luis de León, Cristóbal Colón, Unamuno y otros personajes históricos, aparecieron como referencias cruzadas de lo que les había sucedido hasta encontrarse. “Otras lenguas, otras gentes, otros sueños. A eso hemos venido. Por eso estamos aquí”, señalaron.

Fue un emotivo itinerario decorado con la visión de la dorada piedra de Villamayor de la arquitectura salmantina. Imaginaria en el diálogo y real en la escena. Cercanos monumentos iluminados se veían a través de las ventanas del escenario como telón de fondo. La declamación de las estrofas de la Oda a Salamanca de Unamuno -texto elegido por Joaquín Rodrigo para la creación de la cantata Música para un códice salmantino- y las palabras de los actores “Es hora de empezar. Todos hemos llegado a tiempo a Salamanca. Es la hora”, daban paso a la música.

La obra de Rodrigo fue compuesta en 1953, por encargo de la Universidad de Salamanca, estrenándose el 12 de octubre del mismo año para conmemorar el séptimo centenario de la institución académica. Su música acudía pues a otra importante cita cultural de la ciudad que propició su creación. Con la Orquesta y Coro Nacionales de España –en formación de cámara- y la voz del barítono Enrique Baquerizo proseguimos el sugerente viaje por rincones recoletos de conocidos e imaginarios parajes.

Los diálogos instrumentales introdujeron y puntuaron con acierto la melodía conductora que revolotea por la partitura. Sus acentos de cantiga medieval surgieron en sucesión imitativa y se mezclaron con un contrapunto de delicados matices dinámicos. De forma recurrente reapareció a lo largo de la pieza como interludio de las estrofas del texto entonadas alternativamente por coro y solista. Coro que estuvo muy acertado al matizar un equilibrado juego de planos sonoros contrastantes. Especialmente efectivo al mantener al final un segundo plano tras la voz de  Enrique Baquerizo. El barítono se mostró muy seguro, pleno de sonido, con clara dicción y excelentes ataques. Expresividad y potencia, intimidad y ecos triunfales, se dieron la mano entre orquesta, coro y solista. 

Tras el descanso se ocuparon todos los atriles y los intérpretes nos llevaron a Beethoven, al  mundo de los conflictos humanos -sugeridos en la Novena Sinfonía- a través de una sonoridad cuidada. Frübeck de Burgos dirigió sin partitura, con gestos comedidos, pero con energía. Su lectura de la obra con intención y fuerza, parece decantarse por un carácter general que, sin abandonar el sentimiento trágico, anticipa la alegría triunfal de la oda final. La direccionalidad,  graduada en los fraseos y súbitos contrastes, fluyó en un variado abanico matizado por una estupenda sección de cuerda, brillantes intervenciones solistas  de viento-metal y justeza en la percusión.

Comienzo ciertamente maestoso, con carácter y muy buen tratamiento en las reapariciones del motivo inicial. El  Molto vivace destacó por un equilibrado tempo y la efectividad de los silencios. La cuerda impulsó expresivamente el canto del Adagio acompañando a la sección de viento, la claridad y brillantez de la flauta y el magnífico sonido de la trompa en sus fragmentos protagonistas. La continuidad en el enlace de las secciones melódicas con los enérgicos acordes homofónicos caminó con intención hacia el finale. Explosivo, lleno de fuerza, contrabajos y violonchelos tremolaron el ambiente tenebroso, reaparecieron los ecos del motivo inicial y el anticipo coral llegando a un inicio de la Oda a la alegría en un pianísimo que fue subiendo poco a poco.

La impresionante masa coral secundó estupendamente el ambiente sonoro de la orquesta, que midió la intensidad del forte en los tutti adaptándose muy bien a las dificultades acústicas de la sala. Jhoann Tilli entró con precisión manteniendo la potencia de la voz con seguridad en todo su registro. Estuvieron muy bien integradas las voces de María José Suarez y Francesc Garrigosa. Algo menos me gustó el vibrato y el timbre de la soprano Nancy Gustafson. Estuvo correcta pero un poco forzada en el fiato y la emisión de algunos agudos.

Sonoros aplausos y gestos de satisfacción de los asistentes culminaban el concierto que daba el pistoletazo de salida oficial. La fiesta continuaba en la Plaza Mayor con el espectacular final de la Cuenta atrás de Els Comediants. Empezaba la cuenta hacia delante y muchos más conciertos en el horizonte. Así andamos, consultando diariamente la agenda y el “Libro Gordo de Petete” (mote con el que he bautizado cariñosamente la Guía Salamanca 2002) para no perdernos ninguno. Si no todos, espero poder contarles algunos más.