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LOS
GRANDES DIRECTORES DEL SIGLO XX
Por Angel
Riego Cue. Lee su Curriculum.
En la línea de
la serie que hace tiempo dedicó Philips a los Grandes
Pianistas del Siglo XX, ahora es EMI quien lanza una idea
similar, la de una colección sobre Grandes Directores:
en principio, la idea no puede ser más interesante, y
más cuando se anuncia que cada volumen incluirá alguna
interpretación nunca publicada antes.
Naturalmente, los resultados dependerán en cada caso de
la selección que se haya hecho, y de entrada hay que
estar alerta contra un peligro que también aparecía en
la mencionada serie sobre Grandes Pianistas, que es el
"batiburrillo", es decir, puede ocurrir que las
versiones que ofrezca el CD sean buenas pero que estén
acopladas de forma arbitraria y que traiga más cuenta
comprarlas en otras ediciones, con acoplamientos más
coherentes.
La colección completa constará de 60 títulos (todos
ellos dobles CD's), de los cuales el primer lanzamiento
incluye 15. De ellos, pasamos a comentar con cierta
extensión los tres que nos han llegado, de los que en
primer lugar destacamos en todos ellos una presentación
muy cuidada, con una buena selección de fotografías y
un documentado artículo de Alan Sanders (por supuesto no
traducido al español). No sólo se ha usado el fondo de
catálogo de EMI, sino que se ha recurrido a
"préstamos" de otros sellos y de archivos de
emisoras de radio.
El primer director del que nos ocuparemos es uno de los
nombres míticos entre las grandes batutas del siglo XX,
Bruno Walter (1876-1962), discípulo de Mahler,
considerado desde siempre uno de los intérpretes por
excelencia de los clásicos alemanes (Mozart, Beethoven,
Brahms, Wagner, Mahler) y que hoy día es recordado casi
exclusivamente por las abundantes grabaciones que hizo
para la CBS en los últimos años de su vida en Estados
Unidos, a donde había huido (debido a su origen judío)
de la persecución nazi, y donde continuó residiendo
tras terminar la guerra.
Entre estas grabaciones en estéreo con la Columbia
Symphony Orchestra había sendos ciclos de sinfonías
completas de Beethoven y Brahms, de los cuales tienen una
especial fama, entre las de Beethoven la nº 6
"Pastoral", y entre las de Brahms la nº
2. Por tanto, parece una excelente idea comenzar el
recorrido por las grabaciones de Walter con estas mismas
dos obras, pero en grabaciones anteriores.
Así, la "Pastoral" nos llega en una
grabación de diciembre de 1936 con la Filarmónica de
Viena; Walter estaba ya exiliado de Alemania y vivía en
Austria, país que entonces aún no era nazi. De aquella
época han quedado grabaciones que son leyenda en la
historia del disco, como el Acto I de La Walkyria
de Wagner de 1935 o la Novena de Mahler de 1938,
pocas semanas antes de la anexión de Austria por la
Alemania nazi. Sin embargo esta "Pastoral"
nunca había sido publicada antes en CD, al menos bajo el
sello EMI, y de hecho es la grabación más antigua de
una sinfonía de Beethoven por Bruno Walter que se
encuentra en la actualidad, pues la Quinta que
grabara en 1926 con la Royal Philharmonic parece seguir
inédita.
Nos encontramos con una versión que anticipa muchas de
las características de la conocida grabación con la
Columbia, como una intensidad y una profundidad expresiva
que se podría calificar de "humanista" (un
adjetivo muy usado al hablar de Walter). Sin embargo, en
otros se aparta de esta línea para acercarse al
estándar de su época: así, la mayoría del tercer
movimiento o el final de la obra, escuchados hoy, nos
suenan "demasiado alegres", casi frívolos,
como si la sociedad "alegre y confiada" de la
época no pudiera prever aún el cataclismo que se
avecinaba. En todo caso es una versión importante, que
hay que conocer, y cuyo único motivo de decepción
estriba en la descuidada transferencia que ha hecho EMI,
propietaria de las matrices, con algún acoplamiento
brusco entre dos fuentes sonoras de distinta afinación,
como en el minuto 4:38 del primer movimiento; una chapuza
que pensábamos que sólo cometían los sellos
"piratas" como Golden Melodram (cfr. Maestros
Cantores por Knappertsbusch-1960).
En su etapa americana, Walter grabó dos veces las
sinfonías de Brahms, la primera con la Filarmónica de
Nueva York en "mono" y la seguna con la
Sinfónica Columbia en estéreo. Esta última es la que
siempre se ha elegido para la reedición en CD, con el
resultado de que la primera sólo era recordada de los
tiempos del LP por los melómanos más veteranos. Ahora
podemos escuchar la nº 2 de ese primer ciclo de
Nueva York, con un sonido bastante digno (aunque inferior
a otras tomas de ese año, 1953): si la versión de
Columbia era de referencia, por su "poso"
soberano, por su perfecto equilibrio entre el lirismo y
la "acción", esta de Nueva York se inclina
más a lo "nervioso", con tempi más urgentes,
y culminando en un arrebatador movimiento final que nos
recuerda mucho a lo que hacía Furtwängler en vivo con
esta obra.
Junto a esta 2ª de Brahms, la única otra toma de este
doble CD que no es de los años 30 es el primero de los Kindertotenlieder
de Mahler, grabado en 1949, e incluido en el segundo CD,
porque se supone que en todo recorrido por la carrera de
Walter habría que dejar alguna constancia de su
colaboración con la inmensa contralto británica
Kathleen Ferrier, de la que el fruto más conocido es la Canción
de la Tierra de Mahler que grabarían en 1952. En
fin, qué se puede decir de esta interpretación, con esa
voz tan conmovedora y esa dirección tan poética, sino
que no basta con tener este lied, hay que hacerse con el
ciclo completo que ha publicado EMI en su colección
"Great Recordings of the Century".
Este segundo CD se compone en su mayoría de piezas
breves. A menudo se ha dicho que la interpretación de
Mozart se divide en dos períodos, antes y después de
Bruno Walter, por ello quizás este compositor se
mereciera mayor representación que la Obertura de Las
Bodas de Fígaro grabada en 1932 con la British
Symphony Orchestra, llevada a un tempo vertiginoso, y que
ya anuncia al Walter "humanista" posterior,
aunque en menor grado. También de este período,
anterior al exilio y a la guerra, es el Preludio del Acto
I de Los Maestros Cantores de Wagner con la
misma orquesta y dos años anterior, una interpretación
mucho más festiva que la bien conocida (y más madura)
con la Sinfónica Columbia.
Siguiendo con Wagner, Walter grabó en 1935, como se ha
dicho, el Acto I de La Walkyria y junto a él
dos escenas del Acto II, la 3ª (dúo de Siegmund y
Sieglinde) y la 5ª (combate final y muerte de Siegmund).
Es precisamente esta escena 5ª la que se reproduce
aquí, con mejor sonido que en la edición de EMI
References, ya descatalogada. Por una parte es de
agradecer que no se haya recurrido a un fragmento del
Acto I, que se puede encontrar aún y hay que tener
entero, pero por otro lado debería haberse incluido
también la 3ª escena (que hubiera entrado en el disco)
para tener todo lo grabado por Walter de ese segundo
acto. Sea como fuere, aquí tenemos un ejemplo de un
Wagner "auténtico", de la Edad de Oro del
canto wagneriano, con dos prodigios llamados Lauritz
Melchior y Lotte Lehmann (tienen menor importancia las
cortas intervenciones de Flesch, Jerger y List) y con una
dirección que por una vez está a la altura de los
cantantes (lo que es raro de encontrar en los años 30).
También de su período austríaco antes del exilio es el
Adagietto de la Sinfonía nº 5 de Mahler, que
durante mucho tiempo se grabó suelto, sin el resto de la
obra (el primero que la grabaría completa sería, una
vez más, el propio Walter en 1947, para CBS): una
versión más poética y sentida que la de su grabación
completa, aunque la brevedad del tempo (8 minutos) no le
permite nunca caer en lo empalagoso ni en lo soporífero.
Una adecuada representación de la música de su maestro
Mahler (que en toda antología de Bruno walter debe estar
presente), junto con el mencionado "lied" con
la Ferrier.
Por último, del exilio de Walter en Francia en 1938,
antes de pasar a Estados Unidos, tenemos dos grabaciones
con la Orquesta del Conservatorio de París: la primera
de ellas es una Sinfonía 92 "Oxford"
de Haydn, obra que no llegó a grabar después para CBS
(aunque existen tomas piratas), de tempi urgentes, y cuya
tensión dramática (sobre todo en el Adagio) es
imposible no relacionarla con la situación personal del
director; en cambio, en la Obertura de El Murciélago
de Johann Strauss grabada unos días después, no se ve
ni rastro de dramatismo, sino que el habitualmente serio
Walter aprovecha para echar "una cana al aire",
lo que tampoco viene mal nunca.
El segundo director que examinaremos es el ruso exiliado
Igor Markevitch (1912-83), que tras unos prometedores
comienzos como compositor (con obras como El vuelo de
Ícaro) se vio tentado por la fama que deparaba
dedicarse a la dirección de orquesta, y en los años 50
y 60 realizó un buen número de grabaciones,
fudamentalmente de los repertorios ruso y francés. En
España se le recuerda como el fundador de la Orquesta
Sinfónica de Radiotelevisión Española, que continuó
dirigiendo hasta su muerte, aunque a partir de los años
70 la sordera le fue apartando de los circuitos
internacionales de concierto.
A comienzos de los años 60, Markevitch grabó para
Philips un ciclo de las Sinfonías de Tchaikovsky
considerado desde entonces como de referencia. La
reedición en una caja de 4 CDs (y luego en dos dobles de
Philips Duo) sólo incluía las 6 sinfonías numeradas,
dejando fuera la "Manfredo", también
grabada por Markevitch; parece entonces una excelente
idea el recuperarla para esta colección, pues nunca
había salido en disco suelto y sólo se pudo encontrar
en una caja de 8 CD's llamada "Tchaikovsky: Obras
orquestales completas- volumen 1". Al igual que en
el resto del ciclo, encontramos una interpretación de
gran refinamiento orquestal, hecha con una tímbrica
expresionista, hiriente (a veces se la ha calificado de
"angulosa"), que no por ello reuncia al
apasionamiento, y cuyo resultado es que nos suena
"rusa a más no poder". De referencia.
El repertorio ruso se completa en el primer CD con una
suite extraída de la grabación completa que hiciera
Markevitch de la ópera de Glinka Una vida por el zar.
Aunque los números incluidos (Obertura, Polonesa,
Cracovia, Vals) tienen cierta autonomía propia, pues
todos ellos son orquestales excepto el segundo, que
añade coro, parece que lo que habría que tener es la
grabación de la ópera completa y no esta suite, y que
el espacio habría estado mejor empleado en incluir una
obra de Stravinsky, una de las grandes especialidades del
director.
El segundo CD se dedica al repertorio francés y otros
más "marginales" en la carrera de Markevitch. El
Mar de Debussy (toma de 1959) forma parte de las
grabaciones de música francesa que hizo Markevitch para
la DG al frente de la Orquesta Lamoreux, y solamente
había conocido una breve reedición en CD en Francia en
una colección llamada "Millenium". La suite
nº 2 de Dafnis y Cloé de Ravel la tenía
grabada Markevitch para EMI en 1954 con la Philharmonia,
pero en su lugar se ha preferido recuperar una toma
radiofónica (inédita hasta ahora) de 1960 con la
orquesta y coro de la Radio de Hamburgo. También dentro
de lo francés estaría la España de Chabrier,
perteneciente a un conocido disco que grabó en 1966 para
Philips con músicas de inspiración española, al frente
de la Sinfónica de RTVE, y que fue reeditado en su día
en CD.
En estas interpretaciones observamos las virtudes
características de Markevitch en la música francesa,
una tímbrica "sugerente",
"misteriosa" que no impide marcar un ritmo
vigoroso, con momentos donde se llega a lo orgiástico
(final de Dafnis), mientras que su Mar,
aunque irreprochable, puede pecar algo de grandilocuencia
(al menos es un defecto típicamente francés, escúchese
por ejemplo El Mar por Martinon). Sólo se queda
atrás la España de Chabrier, que siendo muy
buena sería aún mejorable si contara con una orquesta
de primera línea, aunque la de RTVE tiene momentos
magníficos (fraseo de las maderas, p.ej.) que luego no
se le han escuchado con otro director.
En fin, el disco 2 se abre y cierra con dos ejemplos de
repertorios más "exóticos" en la carrera de
Markevitch que lo ruso o lo francés: en la Obertura de La
Forza del Destino de Verdi encontramos una versión
que se aparta de la "acción" que demanda en
esta pieza la "ortodoxia" verdiana de un
Toscanini, por ejemplo; en su lugar, la que oímos es muy
poética, de tonos sombríos, pero no defrauda en
absoluto. Esta obra estaba extraída de un disco de 1967
de oberturas de Verdi para Philips, publicado en CD pero
ya descatalogado, que habría que tener entero. En
cambio, el Till Eulenspiegel de Strauss que
cierra el CD (grabado para EMI en 1956 con la Orquesta
Nacional francesa), única muestra aquí contenida de
Markevitch en el repertorio germánico, nunca había
salido antes en CD, que sepamos, y era una lástima pues
la versión es excelente, de gran refinamiento orquestal
y con las adecuadas dosis del carácter
"grotesco" tan necesario en esta obra.
El último director del que hablaremos es el más grande
que ha producido España, Ataúlfo Argenta (1913-1958), y
al que mucha gente recuerda solamente por sus grabaciones
de zarzuela y música española, cuando en realidad era
un director con una formación y una personalidad que le
auguraban una brillante carerra en el gran repertorio,
truncada por su muerte en trágicas circunstancias con
sólo 44 años. A su formación en España como pianista,
Argenta había añadido el estudio en Alemania con Carl
Schuricht, quien le animó a dedicarse a dirigir; por
ello, Argenta reunía en una síntesis que pocas veces se
ha dado una formación y temperamento "latinos"
con la comprensión del repertorio germánico.
De hecho, este doble CD nos lo presenta en dos grandes
sinfonías "germánicas" grabadas por Argenta
en París, la "Fausto" de Liszt con la
Orquesta del Conservatorio (de 1955) y la "Grande"
de Schubert con una agrupación llamada "Orchestre
des Cento Soli" (de 1957, ya en estéreo), que
incluía a músicos de la del Conservatorio y de la
Lamoreux; orquestas ambas en general superiores a la
Nacional de España que dirigía aquí, y con las que
obtuvo resultados artísticos de enorme categoría. Así,
la "Fausto" (que se grabó en su
primera versión puramente orquestal, sin el coro y el
tenor solista que luego añadiría Liszt) es una versión
apasionada, vertiginosa, de una vitalidad asombrosa, cuyo
ímpetu ni siquiera se detiene en el movimiento que
representa a "Margarita"; no hay ni rastro del
"mahlerianismo" que aparece en las versiones de
Leonard Bernstein, el intérprete de referencia de esta
obra. Si Argenta no llega a su altura puede deberse a no
tener a su disposición una orquesta de primer nivel,
pues la del Conservatorio de París, con unos metales en
ocasiones desafinados, se nota que no puede dar más de
sí.
En cambio, la gran sopresa de este álbum ha sido
encontrarse con una extraordinaria interpretación de la Sinfonía
nº 9 de Schubert, "La Grande"
(nº 8 según la última numeración); grabada apenas dos
meses antes de su muerte, demuestra un conocimiento del
estilo de la tradición germánica (y licencias en los
tempi que hace a veces muy lentos) unido a un
apasionamiento "latino" que le aporta matices
rara vez oídos (¡qué cellos más sensuales en la
introducción!). Un aspecto que podría quitarle puntos
sería la excesiva exhibición de los metales, sonando
demasiado a "trompetería del Apocalipsis"
pero, aún así, esta versión pide plaza al lado de las
más grandes en estéreo de todos los tiempos, como las
de Szell, Barbirolli o Giulini, solamente por debajo de
la de Furtwängler. Como curiosidad, es de las pocas
versiones (junto a Giulini o Solti) que respetan el
regulador escrito por Schubert en el último compás.
En resumen, que es inexplicable que Decca no haya sacado
hace mucho tiempo esta versión en CD al lado, por
ejemplo, de la "Incompleta" por los
mismos intérpretes (un acoplamiento lógico); mientras
llega o no llega una edición en "Legends", la
presente es la única en la que se puede disfrutar de
esta maravilla, y por sí sola ya haría que mereciera la
pena comprar este doble CD.
Dejando el repertorio gernmánico y yendo hacia músicas
más "latinas", encontramos también en este
volumen de Argenta una Alborada del gracioso de
Ravel de 1956, también con los Cento Soli, y también
proveniente de un LP inédito en CD, dedicado
íntegramente a Ravel. En esta obra, las referencias
españolas están, lógicamente, bien captadas, y a
Argenta le suena con un cierto sentido del humor, casi
"grotesco" en vez de la solemnidad de otras
veces.
Por último, se incluye El amor brujo de Falla,
grabado en 1951 para EMI con Ana María Iriarte como
solista, y la orquesta del Conservatorio de París:
siendo el mejor Amor Brujo que se haya grabado
en estudio, su presencia es lo menos interesante de este
doble CD, pues ya estaba publicado en compacto (en la
caja de 4 CD's "Les introuvables de Manuel de
Falla"). En su lugar, EMI habría hecho mucho mejor
en rescatar con sonido aceptable una versión "en
vivo" de 1957 donde Argenta dirigió El amor brujo
a la Orquesta Nacional de Francia, con la mejor
intérprete que haya tenido esta página de entre las
procedentes del campo "culto", una jovencísima
Teresa Berganza, y que circuló en su momento en sellos
piratas como "Stradivarius".
En la versión incluida en este álbum de EMI, la
Iriarte, conocida por sus grabaciones de zarzuela, no es
precisamente una gitana ideal pero al menos cumple y no
echa a perder la versión; se han oído cosas peores a
otras intérpretes. En cuanto a la parte orquestal,
escuchamos toda una lección de dirigir, desde el
arranque (digno del mismísimo Carlos Kleiber): una
versión "racial", "telúrica" pero
al mismo tiempo de enorme refinamiento orquestal, y con
la vitalidad y el brío característicos de Argenta.
REFERENCIAS:
"GRANDES DIRECTORES DEL SIGLO XX":
BRUNO WALTER:
BEETHOVEN: Sinfonía nº 6 "Pastoral"
; BRAHMS: Sinfonía nº 2 ; MOZART: Obertura de Las
Bodas de Fígaro ; HAYDN: Sinfonía nº 92,
"Oxford" ; WAGNER: Preludio del Acto I de Los
Maestros Cantores de Nurenberg ; La Walkyria:
Acto 2, escena 5 (solistas: Lauritz Melchior, Lotte
Lehmann, Ella Flesch, Alfred Jerger, Emmanuel List);
MAHLER: "Nun will die Sonn' so hell aufgeh'n"
de los Kindertotenlieder (solista: Kathleen
Ferrier); Adagietto de la Sinfonía nº 5 ; J.
STRAUSS: Obertura de El Murciélago.
Orquesta Filarmónica de Viena (Beethoven,
Wagner-Walkyria, Mahler), British Symphony Orchestra
(Mozart, Wagner-Maestros), Orquesta de la Sociedad de
Conciertos del Conservatorio de París (Haydn, J.
Strauss), Orquesta Filarmónica de Nueva York (Brahms)
IGOR MARKEVITCH:
TCHAIKOVSKY: Sinfonía "Manfredo" ;
GLINKA: Obertura y 3 Danzas de Una Vida por el Zar
; VERDI: Obertura de La Forza del Destino ;
DEBUSSY: El Mar ; CHABRIER: España ;
RAVEL: Dafnis y Cloé, Suite nº 2 ; R. STRAUSS:
Las Travesuras de Till Eulenspiegel.
Orquesta Sinfónica de Londres (Tchaikovsky), Coro de la
Ópera de Belgrado (Glinka), Orquesta de Conciertos
Lamoreux (Glinka y Debussy), Orquesta New Philharmonia
(Verdi), Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión
Española (Chabrier), Orquesta Sinfónica de la Radio de
Hamburgo-NDR (Ravel), Orquesta Nacional de la
Radiodifusión Francesa (R. Strauss)
EMI 7243 5 75124 2 8 (2 CDs)
ATAÚLFO ARGENTA:
LISZT: Una sinfonía Fausto ; RAVEL: Alborada
del gracioso ; SCHUBERT: Sinfonía nº 9
"La Grande" ; FALLA: El amor brujo
(solista, Ana Mª Iriarte)
Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio
de París (Liszt y Falla) ; Orquesta des Cento Soli
(Ravel y Schubert)
EMI 7243 5 75097 2 5 (2 CDs)
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