Revista mensual de publicación en Internet
Número 29º - Junio 2.002


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Los ciclos de lieder de Schubert IV
"Para mí, Mayo ha ondeado sus ramos de flores. (...) Ahora el mundo está tan turbio... el camino envuelto en nieve"

 

Winterreise:

Introducción. Textos.

El segundo y último[1] de los grandes ciclos de lieder de Schubert se basa de nuevo en la lírica de Wilhelm Müller. Sin embargo, en contra de lo que sucedía con el ciclo precedente, Die Schöne Mullerin, el texto de los poemas de Müller no se configura como una fresca parodia de temas populares. El tono es trágico desde el primer verso hasta el último, como una larga cadena donde el desaliento y el pesimismo enlazan, uno tras otro, los doce primeros lieder, y los doce siguientes, compuestos algún tiempo después. Cualquier evocación a la alegría, a personajes que refrenen la tristeza del protagonista, aparecen siempre en tiempo pasado. Todas las referencias al presente o futuro aparecen llenas de tragedia, dolor o incertidumbre.

Los escritos sobre el Winterreise schubertiano suelen hacer hincapié en el particular estado de ánimo del compositor cuando decidió escribir sobre este ciclo de lieder. Es cierto que, en Febrero de 1827, Schubert tuvo que hacer frente a serias dificultades sociales y económicas, que le impidieron centrarse en la composición. Pocas son las piezas que conservamos de este periodo. Sin embargo, cuando encontró en la revista literaria "Urania", publicada en Leipzig, los doce primeros poemas de Müller, que corresponden exactamente en título y texto a los doce primeros lieder del Winterreise, la capacidad creadora de Schubert se despertó de un modo particular, y escribió música para esta primera parte del ciclo en un tiempo realmente corto.

Sin duda, esta febril actividad sobre unos poemas de texto tan trágico le debió impactar profundamente, como reseñan sus compañeros y amigos de las reuniones musicales que él frecuentaba. Fischer Dieskau comenta los elementos positivos que debieron ayudar a Schubert a componer tan rápidamente la música para estos poemas, que serían el reencuentro con un autor poético que ya había trabajado, la temática del ciclo y la cantidad de imágenes musicales que podían sugerir los poemas. 

Pocos meses más tarde, el hallazgo de otros doce poemas que completaban el ciclo lírico de Müller, motivó la composición de doce lieder, que corresponden de nuevo en título y texto a los originales, alterándose solamente la disposición de dos de ellos, por causas que comentaremos más adelante.

Como en el caso de Die Schöne Mullerin, resulta difícil intentar valorar la importancia y calidad literaria de los poemas de Winterreise. Nos remitimos, pues, a lo ya dicho anteriormente sobre dicho autor lírico y su producción. Para este estudio musicológico resulta de mayor importancia resaltar la gran vinculación que Schubert estableció con los estados anímicos que se desprenden de los poemas y que le llevaron a afirmar que estos nuevos lieder eran sus preferidos.

Son las palabras Gute Nacht las que abren el primero de los lieder, relacionando desde el primer momento la historia a narrar con Die Schöne Mullerin. Sin embargo, el parecido no se prolonga demasiado: no existen diferentes personajes contrastantes que configuren una historia, ni elementos positivos y negativos en contraste, ni una relación amable, como la que se establecía entre el molinero y el arroyo del ciclo precedente. Desde el primer momento, el tono es desolado, sin ninguna posibilidad de redención, planteándose un monólogo en el que el protagonista, abandonado por el amor, habla de soledad, noche, frío, dolor físico y espiritual, corazón destrozado, imágenes que evocan la muerte etc.

Esta continuidad de carácter, a través de diferentes imágenes poéticas, es lo que da mayor unidad a la obra, y también una cierta monotonía, pues, lejos de plantearse una progresión, como en Die Schöne Mullerin, donde asistimos a la evolución del protagonista desde su ilusión inicial hasta la desesperanza, en Winterreise, la sensación permanente de desolación y la imposibilidad de relación con el mundo son la característica fundamental desde el primero de los lieder. No aparecen, pues, personajes secundarios, a excepción de la Naturaleza.

En Winterreise, la Naturaleza forma parte de la lamentación del propio protagonista. Se describen ambientes muy distintos, todos ellos caracterizados por el hielo, viento, frío (gotas heladas, arroyo helado, camino nevado, viento congelado, árboles escarchados). Sin embargo, son elementos que dejan oír su voz: El tilo, árbol que aparece como amigo y confidente en el tercer lied de la primera parte, habla con el protagonista y le da refugio.

Los elementos físicos de la naturaleza y ciertas sugerencias musicales del texto aparecen plasmadas en la música mediante estructuras rítmicas, trinos, que ilustran la lucha amarga y agotadora del protagonista con sus sentimientos. La conclusión final que se plantea (continuar o no continuar el camino) es un nuevo y desalentador interrogante, pues no sabemos si el camino debe replantear la lucha del protagonista con sus sentimientos, o vencerla definitivamente.

 

Doce más doce:

En los primeros doce poemas se plantea la idea del viaje como una huida de la traición de la amada. Los recuerdos, soledad aceptada, dolor, resignación son algunos de los estados por los que transcurre el ánimo del protagonista. La evocación de los recuerdos felices suele traducirse por un brusco regreso al modo mayor, que da paso de nuevo al modo menor cuando se menciona al tiempo presente.

Los siguientes doce poemas son diferentes. La función de los modos mayor y menor no está tan clara ni distribuida, también porque las referencias al pasado son cada vez menos. El papel de la naturaleza es algo más violento, caracterizado por fuertes contrastes.

 

Estructuras formales:

Dado que el texto se aleja del espíritu de la poesía popular, es lógico también que las estructuras formales no se adecuen a dicho espíritu. La fusión entre acompañamiento y melodía a la hora de configurar la estructura, además del diseño rítmico, es fundamental. No obstante, estas características siempre se subordinan a la idea principal de cada uno de los lieder, es decir, están profundamente arraigadas en lo psicológico.

Las formas, a diferencia de las de Die Schöne Mullerin, derivan de la música instrumental, lo cual da mayor libertad compositiva a Schubert.

Los tonos menores dan color a dieciséis de los veinticuatro lieder. En la primera parte, son diez los lieder en modo menor. En la segunda parte, un planteamiento más visionario permite jugar con mayor riqueza con los diferentes caracteres de los modos mayores.  

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La extensión y profundidad de significado del ciclo Winterreise en la producción liederística schubertiana, así como en su producción musical en general, hacen necesario un nuevo artículo, en que se detallarán particularmente las características de cada uno de los lieder.


[1] Esta afirmación sólo tiene sentido  teniendo en cuenta que Schwanengesang, el tercero de los ciclos publicados,  no se concibió como tal.