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ENTREVISTA A ASIER POLO Por Asier Vallejo Ugarte. Estudiante de piano. Fue
pedírselo y escuchar un “cuenta con ello”, aun cuando para Asier Polo
conceder una entrevista a estas alturas del curso, teniendo el calendario
que tiene, es una tarea complicada. Nos sentamos en una sala del Palacio
Miramar de San Sebastián, sede del Centro Superior de Música del País
Vasco, Musikene, donde él es profesor de cello y un servidor alumno de
piano, y empezamos a hablar. Fue una conversación cordial, simpática y
cercana, en un contexto físico hermoso, con la Bahía de la Concha a
nuestros pies, y que el texto, desgraciadamente, no puede reflejar. Filomúsica: Para empezar, creo que es necesario
recordar las figuras de Carmelo Bernaola y de Francisco Escudero, que
fallecieron hace apenas dos semanas. Del primero Vd. ha interpretado con asiduidad
la obra “Clamores y Secuencias”, y del Mto. Escudero el Concierto para
violoncello y orquesta, cuya fecha de composición coincide con su fecha
de nacimiento, concretamente el 15 de septiembre de 1.971. Asier Polo: Sí, es cierto. El concierto tiene
la peculiaridad de estar escrito con cuartos de tono, utiliza la técnica
microtonal. Se compuso en una época de escritura en la que se utilizaban
ese tipo de recursos, que ahora quizás no son tan innovadores, pero que
en su momento sí lo fueron. Y la obra de Bernaola es un “obrón”
tremendo; es oscurísimo y es el final de su obra, y también ahí casi
notas un poco la sensación de la muerte cercana. FM: ¡Vaya! A.P. Sí, sí. Es una obra más
profunda de lo que él te plantea, porque le oías hablar y te decía:
“bah, lo más bonito que hay aquí es esto, que es un canto gregoriano,
que además no es mío, claro”, y cosas de esas, porque él tenía esa
manera de ser, campechana; pero, en el fondo, es más profundo de lo que
él te hacía ver. FM: No olvidemos a Montsalvatge, también
recientemente fallecido. A.P. Montsalvage me mandó la partitura
de su sonata para cello, pero no la he llegado a trabajar nunca. FM: ¿Preparó las obras de Bernaola y Escudero con
los propios autores? A.P: Sí, con los dos. En general es lo
que me gusta, porque además es gente que tiene más experiencia que tú y
lleva muchos más años dentro del mundo de la música. La verdad es que
siempre te aportan cosas interesantes y te dan pistas para ir por el buen
camino. Siempre es importante estar cerca de ellos. Además es bonito
cuando tocas un poco todos los compositores y cada vez abarcas un poco más el abanico completo de lo que hay a tu alrededor en este país,
y ver cómo cada uno plasma su personalidad en sus obras, la ilusión con
la que las escuchan y vuelven a hacerlas y cómo te quieren cuando tú las
estás recreando…. FM: Precisamente el concierto de Escudero lo acaba de
grabar con la Orquesta Sinfónica de Euskadi para el sello Claves. A.P: Sí, y “Clamores y Secuencias”
de Bernaola también va a salir en disco para una casa discográfica
italiana, una grabación en directo de un concierto que se hizo con la
Comunidad de Madrid y con el Mto. Encinar en el Auditorio Nacional. FM: ¿Qué más ha llevado al disco? A.P: Hay otra grabación, también en
directo, del Concierto de García Abril, que me lo dedicó; también tengo
grabado el concierto de Jesús Villa-Rojo, la Fantasía para Violoncello y
orquesta de Usandizaga … FM: Son en general obras contemporáneas de autores
españoles. ¿No se animaría a adentrarse en el Gran repertorio? A.P: No es por no animarse, lo que pasa
es que no tiene nada que ver la carrera que uno haga con las propuestas
discográficas que a uno le ofrecen; tú no puedes escoger lo que grabas.
Y en cualquier caso me parece más inteligente empezar grabando música
que no es tan conocida que grabar las dos sonatas de Brahms, que cuando
luego están en el estante con Yo-Yo Ma, Mischa Maiski o Rostropovich,
pues… no hay posibilidad de competir con ellos, al menos de momento;
entonces, me parece mucho más interesante ir dejando un legado de otras
características que no el repertorio clásico. Y sí llegará, supongo
que sí. FM: ¿Tal vez considere que hay en este país muchas
obras para su instrumento aún por descubrir? A.P: Sí las hay. De compositores españoles
he trabajado muchas cosas. El año que viene salen para Naxos los dos
conciertos de Joaquín Rodrigo, también se hará Luis de Pablo, se hace
ahora Tomás Marco, y los iré grabando. De todas maneras, siendo un
cellista de aquí, considero que es, en cierto modo, mi labor sacar la música
de este país que se ha hecho muy poco y dar a conocer los compositores
nuestros. No me resulta un trabajo de segunda, sino que creo que es el
camino a seguir. FM: Sobre todo teniendo en cuenta que España no es
un país con una fuerte tradición de cellistas, como sí que la hay, por
ejemplo, de pianistas. A.P: Bueno… no te creas, está el
caso de Pau Casals… Hombre, Alicia de Larrocha es Alicia de Larrocha,
pero no hay otro personaje musical más importante que Pau Casals en España.
Es muy internacional, uno de los músicos más importantes del siglo XX. Y
después han venido Gaspar Cassadó, Marshall Cerbera, Lluís Claret... Sí
hay una continuidad de la tradición, pero es cierto que son nombres
puntuales. FM: Hablemos de usted. ¿Por qué el cello y no otro
instrumento? A.P: Pues por la simple razón de que
mi tío era cellista, entonces había un cello en casa de mi tía. Y como
yo hacía muchas cosas cuando era pequeño, y cada tres meses lo dejaba
todo, mi madre, en vez de comprarme un piano, me dijo que empezara con el
cello, porque es lo que había en casa; me dijo: “si sigues con la música,
te compro un piano dentro de un año” y fue coger el cello y una semana
más tarde decirles que no se preocuparan de nada, que me iba a dedicar a
eso. Lo vi enseguida. FM: ¿Con qué edad sucedió esto? A.P: No fui muy joven, fue con 11 años
ya cuando lo decidí. Pero como lo tenía claro y además era algo
vocacional que busqué yo mismo, no perdí el tiempo. FM: Poco después ganó el concurso de “Juventudes
Musicales”. A.P: Eso fue cinco años más tarde,
con 16 años. Por eso te digo que lo tenía claro. El premio fue un
detonante importante porque te confirma lo que crees que estás haciendo
bien; me abrió puertas para estudiar en otros sitios, me becaron para ir
a Alemania a hacer un curso, conocí a María Kliegel, y ya con 18 años
fui a estudiar con ella y estuve tres años allí. FM: ¿Y no fue un poco arriesgado sabiendo que aquí
tenía ya opciones de colocarse de algún modo? A.P. Fue un poco luchar a
contracorriente, porque de hecho en el Conservatorio todo el mundo me decía
“¿¡pero para qué te marchas, si ya sabes tocar muy bien, si tú ya te
puedes colocar perfectamente…!?”, ya que aquí no hay tradición de
hacer la música más en serio y gracias a Dios, tuve una profesora, Eliza
Pascu, que era la única que me decía lo contrario a todo el mundo. FM: A propósito de Eliza Pascu, cuando Vd. ha
actuado como solista con la Orquesta Sinfónica de Bilbao, en la que ella
es cellista, siempre me he preguntado qué le dirá, pues supongo que, de
algún modo, no podrá dejar de ejercer de maestra.
A.P. Pues sí, de alguna manera eso es
lo que pasa, que cuando no te desvinculas del todo… Y esto ya es una
cuestión geográfica, porque nos vemos y coincidimos mucho. Ahora acabo
de tocar en Basilea y me he encontrado con mi maestro, con Monighetti,
pero es puntual; vino a felicitarme, le gustó muchísimo y solemos tener
colaboraciones: o yo voy a tocar para él, o me invita a un concierto suyo
para tocar juntos… y se ha creado otro vinculo diferente. Pero con Eliza
es inevitable que después de un concierto siempre venga, te diga algunas
cosas… pues lo respetas y te viene bien, porque es gente de referencia
en tu vida. FM: Después llegó la colaboración con Alfredo
Kraus, que significó tal vez el punto de inflexión definitivo en su
carrera. A.P. Sí, me abrió una puerta
importante. Con él descubrí los grandes teatros de Europa. Cuando yo
estaba de estudiante en el Reina Sofía, él me escuchó y me invitó a
hacer y compartir conciertos con él;
cantaba fenomenal, pero le interesaba también descansar y de
alguna manera me daba la oportunidad de que el público que no me había
escuchado hasta entonces me escuchase por primera vez. Toqué en las
grandes salas de Europa, hicimos una gira por Japón, había previsto
discos, pero él falleció antes... Y ése fue el primer contacto que tuve con uno de los
grandes, y ahí me di cuenta de lo que puedes aprender al lado de ellos;
pasan cosas muy curiosas, porque cuando estás con gente que está
por encima de ti, tu nivel sube automáticamente de una manera increíble.
Entonces lo que tienes que hacer es guardar esa sensación, saber por qué
ha subido el nivel y mantenerlo. Son sensaciones externas que uno puede
luego memorizar. FM: Y hace un mes recibió el premio
“Ojo Crítico”. A.P. ¡Encima! Eso yo no me lo
esperaba, porque no sabía ni que estaba nominado y parece que al final ha
sido por unanimidad… Pues mira, tenemos una carrera que es muy
abstracta, y es muy difícil de calibrar si es mejor, si es peor, si se
hace bien, si se hace mal... y todo ese tipo de cosas corroboran el camino
correcto que estás llevando. Es importante porque es un premio de
profesionales con más años en la profesión que tú, que aprecian lo que
estás haciendo. De hecho, el premio ha estado dado un poco por la
interpretación de obras clásicas, por mi manera de transmitir en el
escenario y un poco por el compromiso que tengo con la música española
contemporánea, que es una labor que hasta ahora muchos no la hacían,
quizás porque siempre se piensa que es más bonito tocar Schumann o
Brahms, pero eso no es ser un profesional del todo; un profesional tiene
que hacer de todo y tiene que ser capaz de hacerlo todo a un nivel. FM: Incluso la música de cámara, que es un género
que se tiende a olvidar ante la faceta de solista, pero usted…
A.P. No, yo no. Trato de hacer las dos
cosas, aparte de que para un instrumento monódico es casi fundamental,
porque si no haces cámara no puedes hacer tus recitales. Casi la cámara
para nosotros son nuestros recitales propios porque solos no podemos tocar
nunca. Afortunadamente yo tengo una compañera de lujo, como es Marta
(Zabaleta), que además es una grandísima amiga y
trabajamos con plena confianza. Eso es muy difícil de encontrar, y
cuando lo encuentras merece la pena mantenerlo y cuidarlo. Y en cuanto
puedo hago otras cosas; ahora me han invitado para hacer un quinteto de
Schubert con dos cellos con el cuarteto de Janácek y hago eventualmente
tríos… pero son cosas muy puntuales, porque no me puedo dedicar a ello,
ya que ahora tengo contratos para dentro de dos años. FM: ¿Por ejemplo? A.P: Pues de estrenos, como Luis de Pablo por ejemplo. Y
hay cosas que necesitas estudiar en casa. Tengo también obras nuevas,
porque cuando eres joven y eres estudiante, siempre tienes que estar
tocando cosas por primera vez y no te da tiempo a hacer todo el repertorio
que hay. Entonces estás dentro de la carrera, pero te piden por primera
vez Don Quijote, o te piden por primera vez el Dvorák, luego el segundo
de Shostakovich… obras que son del repertorio pero que no has tenido
tiempo para preparar. Y sigues necesitando tiempo para estudiar. FM: El Don Quijote de Richard Strauss últimamente… A.P. Lo llevo mucho. Estoy teniendo
suerte porque, afortunadamente, finalmente al menos una obra puedo
repetirla varias veces, y así sentir lo que es perfeccionar una obra en
el escenario. Ese es otro de los handicap para los jóvenes, que solamente
podemos demostrar nuestro entusiasmo, nuestro talento y un par de cosas más;
siempre hablan de la solera de las interpretaciones que hacen los grandes
maestros cuarenta años después, con 70 años, pero eso es muy normal,
pues esto es una carrera de fondo. Además aprecias las obras y
profundizas en ellas cuanto más las repites en un escenario; para eso hay
que dar la opción y la oportunidad a la gente joven a fin de que puedan
empezar a hacerlo cuanto antes. FM: Habla de los jóvenes. ¿Cómo ve el futuro de la
música en este país? A.P. Hay cosas que parecen estar
cambiando. Hay sistemas de enseñanza, como el de aquí, que parece que
pueden cambiar un poco las cosas o pueden dar una visión más seria, más
profesional o más global de lo que puede ser la enseñanza musical; establecer contacto con personas que están en activo es muy
importante también para el alumno con talento, porque sabe el esfuerzo
que tiene que hacer y la disciplina que requiere. Eso es importante pero
claro, mientras sean casos aislados seguirá saliendo gente aislada, como
ha salido hasta ahora. Es decir, en este país lo que hay es mucho talento
pero poca infraestructura. Se están abriendo centros que parece que
pueden cambiar las cosas pero hasta que no sea mayoritario... y habrá
gente que se pueda aprovechar de esto, pero habrá otros que seguirán
pensando que la música es algo superficial, secundario, que se puede
compaginar con mil cosas más. Pero a la larga se ve que la realidad no es
tan fácil y que no todo el mundo puede dedicarse a esto. FM: ¿Llegará el día en el que no haga falta ir al
extranjero para acabar la formación musical? A.P. Sí, ojalá, creo que sí; esto
seria ya un gran avance, coger al profesorado de otras características
que permitan dar al alumno una visión más global de lo que es ser un
profesional y poder adquirir un nivel de solista incluso, aunque eso ya es
muy personal y se ve con el tiempo; pero de hecho se están trayendo
personalidades de otros países para que trabajen aquí con nosotros y eso
puede hacer que las cosas cambien. Además no va a haber más remedio
porque si antes eran 10 años y ahora son 14 ó 15 los que hay que
estudiar, en vez de terminar con 20 terminas con 24 años y a esa edad ya
no te cogen en Alemania. Es la única manera de poder dar otra solución más
eficaz al problema de la LOGSE. FM: ¿Cree que la música se puede enseñar? A.P. Se puede enseñar, claro que sí.
Yo veo la enseñanza de la música de esta manera: yo soy un artista y
enfrente tengo a otro artista; yo tengo un camino hecho y si esa persona
ha venido a trabajar conmigo es porque le gusta cómo hago yo las cosas;
entonces lo que yo voy a explicar a esa persona, que es más joven que yo,
es el camino que yo he recorrido para llegar a donde estoy y los medios
para alcanzar esto, y luego él lo personalizará. Es como a mí me enseñan
los maestros de 70 años, o compositores o directores de orquesta… Hace
falta ser inteligente, y trabajar mucho. FM: ¿Qué le enseñó Rostropovich en el poco tiempo
que estuvo con él? A.P. Muy poco, (risas). Yo creo que lo
voy a quitar del curriculum ya que mucha gente me pregunta lo de
Rostropovich porque es la persona más importante que aparece. Toda la
gente se queda con ese nombre, pero las Master Class suelen ser muy
superficiales y cuando tienes dos días de clase… Eso sí, me dijo un
par de frases importantes: lo de tomar riesgos, y me habló de actuar
antes que pensar, algo así como sentir antes de analizar, pero no dar los
pasos al contrario. Yo también creo en eso, en que hay que sentir con el
instrumento y después, si te ha gustado algo que has hecho, retomar el
pasaje, analizarlo y grabarlo físicamente, pero no pasar por un trámite
totalmente escolástico de “vamos a ver, la mano, ahora hago así, ahora
va así, ahora así y entonces me sale la música…”, pues eso es
imposible; la música tiene que salir de dentro de uno, y luego se ponen
los medios para establecer esa idea. FM: ¿Qué opinión le merecen los críticos? A.P. Depende, (risas). Yo no hago mucho
caso de los críticos. Agradezco cuando hablan bien de mí, pero todo esto
es tan subjetivo y tan personal que al final lo que tienes que hacer es
tener como un guía a tu lado y no dejarte confundir por los comentarios,
porque es inevitable cuando sales a un escenario que gustes a unos y a
otros no, o que gustes más o menos y eso es tan personal…
FM: Tal vez sea bastante crítico consigo mismo. A.P. Sí. Yo creo que, en el fondo, el
mejor crítico que uno encuentra cuando sube al escenario es, o debería
ser, uno mismo. FM: Una curiosidad: ¿es Asier Polo compatible con
Internet? A.P. ¡No sé ni cómo se enciende!
Prometo hacer un cursillo intensivo este verano para que el año que viene
me puedan mandar e-mails desde el centro y así enterarme de la información.
De momento estoy muy perdido con este tema pero prometo remediarlo, porque
si no voy a ser un ignorante del siglo XXI.
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