|
KRYSTIAN ZIMERMAN EN OVIEDO
Oviedo, Auditorio Príncipe
Felipe. 19 de mayo de 2002. Brahms: Piezas para piano op. 118. Sonata nº
2, op. 3. Sonata nº 3, op. 5. Krystian Zimerman, piano.
Como clausura de las Jornadas de Piano que se celebran cada año en
Oviedo, y que en la presente edición contaron con Sokolov, Davidovich,
Kocsis, Mustonen, Lubimov y Andsnes, nos visitó de nuevo Krystian
Zimerman, bien conocido por el público ovetense pero cuya presencia sigue
levantando expectación, no en vano es quien podría aspirar con más
merecimiento a ser llamado "el mejor pianista del mundo"; de
entre los vivos, se entiende.
El pianista polaco nos ofrecía en esta ocasión un programa íntegramente
dedicado a Brahms, que más parecía propio de una grabación discográfica
que de un recital en vivo, y que lleva interpretando cierto tiempo en sus
últimos recitales, siempre las mismas obras. Tal vez, en un
perfeccionista a ultranza como Zimerman, esto sea indicio de que está
"rodando" el programa con vistas a una futura grabación discográfica.
Si así fuera, en el caso de las Sonatas sería ya la segunda
vez, pues entre 1979 y 1982 grabó para DG las 3 Sonatas, las 4 Baladas,
el Scherzo Op. 4, y las transcripciones hechas por Brahms de la Chacona
de Bach (para la mano izquierda) y del Andante de su Sexteto nº 1.
Estas obras circularon en su día LP, pero al poco de pasarse a CD llegó
el veto de Zimerman, que al parecer no las consideraba lo bastante
perfectas, y tuvieron que ser retiradas del mercado, añadiendo un capítulo
más a la leyenda de extravagancias que rodea a este gran artista.
El Brahms que nos ofreció Zimerman fue más que romántico, apasionado,
arrebatado, con uso abundante del pedal y una enorme dinámica, reforzada
por alguna "actuación" suplementaria como el ponerse en pie
para hacer mayor fuerza sobre el teclado. En fin, un Brahms que podría
sonar a Chopin, lo que para el Brahms primerizo de las Sonatas no le viene
mal, pero que tampoco excluyó algunos momentos intimistas donde se pudo
advertir en Zimerman ese "toque especial" de delicadeza que está
reservado sólo a los grandes; podrían citarse en este sentido la Romanze
de la Op. 118 o el Andante de la Sonata nº 3.
En resumen, el recital fue una grata velada, donde pudimos escuchar a un
gran músico y que tuvo también su pequeña historia dentro de lo anecdótico,
como una reprimenda del pianista a una espectadora que le pretendía
fotografiar. A sus 45 años (y ya con el cabello encanecido), Zimerman
sigue siendo "genio y figura".
|