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Número 29º - Junio 2.002


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TERFEL LOVES WAGNER

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.


En su último disco, el recio cantante galés Bryn Terfel, se embarca en una aventura wagneriana y da un repaso a los grandes papeles para bajo-barítono o barítono dramático de las obras de Richard Wagner: "Holandés", "Hans Sachs", "Amfortas", "Wotan" y "Wolfram" (para barítono lírico). Un programa de altísimo interés, bien nutrido en cuanto a música y con el acompañamiento de la Filarmónica de Berlín y su aún director titular, Claudio Abbado (DG 471 348-2). 

Terfel tiene varias citas wagnerianas en los próximos años y de ahí su interés por abordar este repertorio al que quiere llegar en un momento vocal e intelectual idóneos. El próximo año acometerá en Sidney la parte de "Hans Sachs" para luego grabarla con Christian Thielemann para DG. Una grabación que ya se espera con impaciencia y que supondrá para el sello amarillo volver a este título tras el registro de Jochum con un reparto que gustó a muy pocos. Por otro lado, Covent Garden estrenará producción del Anillo en 2005 bajo la dirección musical de Antonio Pappano y Terfel será "Wotan" en Das Rheingold y Die Walküre. Aunque ya haya grabado algunas arias anteriormente, este disco -preludio de dichos eventos- supone la verdadera tarjeta de presentación de Terfel en Wagner.

Aunque no todos los personajes estén a la misma altura debemos adelantar desde ya que el disco merece la pena. Nos encontramos a un Terfel sobrado de medios, muy seguro en cada papel, de dicción intachable, muy atento al texto y con una capacidad de matización extraordinaria. Su reconocida potencia vocal se combina con una gran flexibilidad en cada parte además de mostrar una subyugante media voz y estar siempre preocupado por interpretar una frase, una palabra o una sílaba. Y es que es la inteligencia de un intérprete -más que sus medios vocales o su timbre- lo que más debemos valorar en un cantante. Terfel muestra un buen canto legato y un sentido especial para diferenciar el momento emocional propio a cada escena. Su alemán es bueno, con unas vocales perfectas (que es lo difícil) y algunos sonidos consonánticos que todavía se le resisten.

La grabación del monólogo del "Holandés" que da verdadero inicio a esta grisácea obra wagneriana proviene de un concierto en vivo y demuestra el grado de implicación del cantante. Terfel pone toda la carne en el asador aunque por ello su línea de canto se vea algo perjudicada. Sin embargo, su "Holandés" es tétrico y angustioso. Cierta aspereza en su voz, algo que se repite a lo largo de todo el disco, no empaña su lectura de este "Holandés" condenado a vagar eternamente por los mares. Poderosos metales introducen la contundente afirmación “Wann alle Toten auferstehn...” bien servida por Terfel que cierra el aria con desolación y dramatismo.

Del "Holandés" a "Hans Sachs", caracteres totalmente diferentes. Terfel sabe aplicar a cada uno la personalidad y estado de ánimo adecuados evitando así que todo suene igual. El “monólogo de las lilas” transmite ese cálido ambiente nocturno, perfumado por el fuerte y dulce aroma de las lilas que inunda los sentidos del zapatero-poeta-filósofo y despierta sus pensamientos, inquietudes y esperanzas. 

Es interesante comparar a Terfel con el "Sachs" del Bayreuth actual, Robert Holl. Para empezar Holl es un bajo lo cual aunque no determinante (la parte ha estado bien servida por bajos como Karl Ridderbusch) a la vista del resultado no parece muy apropiado. De voz cavernosa, el "Sachs" de Holl, resulta algo aburguesado y más cercano a un "Veit Pogner" que al zapatero-poeta-filósofo. Terfel que también tiene su punto de cavernosidad en la voz es, sin embargo, capaz de aunar potencia vocal con expresividad y matización además de transmitir ese sentido de sabiduría tan inherente al personaje. La verdad es que su "Sachs" promete mucho y si llega de la mano de un director como Thielemann que ya ha demostrado su valía en esta obra podemos ser optimistas. A Abbado le falta un poco de misterio, de duende, de complicidad con la partitura aunque debemos alabar la transparencia que aporta y su preocupación por resaltar el colorido orquestal con especial atención a las maderas.

En el “Wahnmonolog” Terfel se muestra algo corto de aliento con un canto menos depurado aunque su autoridad y adecuación permanecen inalterables. En el instrumento vuelven a asomar ciertas asperezas, temblores y un centro no del todo homogéneo.

Entre "Sachs" y "Amfortas", se nos presenta el "Wolfram" del galés. "Wolfram" como ya dijimos es un papel para barítono lírico y precisamente en su famosa “Aria de la Estrella” estamos ante la escena de mayor lirismo de toda su particella en un momento de total serenidad y reposo. Terfel aplica una bella media voz bajo los delicados trémolos de las cuerdas y hace una lectura muy cuidada y poética aunque le falte ese punto de (in)genio que la convertiría en especial. Presta una atención liederística al texto sin llegar a la maestría de Fischer-Dieskau y cierra el aria con un pianissimo de mucha categoría. Abbado por su parte marca un tempo en exceso moroso.

A su "Amfortas" quizás le falte profundidad y una mayor introspección psicológica a pesar del empeño del galés. El personaje pide más que una buena línea de canto y un envoltorio sufriente. Hay frases muy conseguidas pero la interpretación global no acaba de convencer. Será un personaje que seguramente madurará con los años. Habrá que darle tiempo al tiempo...

Y llegamos a "Wotan" que sin duda es uno de los papeles más peliagudos de toda su cuerda. Aquí nos encontramos con la escena final de la primera jornada del Anillo. "Wotan", tras un emocionante diálogo con "Brünnhilde", se dispone a aplicarle el castigo por su desobediencia: desposeerla de su divinidad y dejarla dormida sobre la roca. Son los famosos “Adioses de Wotan”: adiós a su queridísima hija y adiós a su poder y al (des)orden que el propio construyó y echó abajo. A partir de la segunda jornada ya no habrá más "Wotan",  -poderoso manipulador y maquinador de acuerdos- sino "Der Wanderer", el caminante que recorrerá los caminos en una (re)encarnación de una de las figuras más recurrentes del romanticismo alemán. Escena de grandes dimensiones, musicalmente poderosa, de gran contenido emocional, conmovedora como pocas y que es uno de los momentos claves de toda la Tetralogía wagneriana. 

El "Wotan" de Terfel es de menor entidad que el de otros cantantes legendarios pero -como queda dicho- de gran flexibilidad y muy humano. Su voz se pliega bien a las exigencias del compositor que son muchas en esta parte. Es capaz de ser arrogante en su frase “der freier als ich, der Gott!” con un “Gott” resonante y bien colocado pero también sabe recurrir a la dulzura, al tono acariciante que describe tiernamente el recuerdo de los ojos de la valiente guerrera. Al final, cuando "Wotan" convoca a Loge para que encienda el “fuego mágico” que protegerá a la virgen (última concesión del padre a la hija), vuelve a la autoridad del que ha sido y que nunca más será. Emocionante invocación al dios ígneo “Loge, hör! Lausche hieher!”. Uno de esos momentos que con Terfel se escuchan con gusto una y otra vez.

Sin llegar a las cotas del doliente "Wotan" de Hotter, el de Terfel es vocalmente válido, creíble y además, “suena a Wotan”. El dios herido que sufre las terribles consecuencias de la maldición de "Alberich" y del inevitable desenlace de querer parar lo imparable. Es una lástima que se haya incluido la obertura de Holandés en lugar de dejar más espacio para Terfel que podría haber grabado la imponente narración del Acto II de Die Walküre.

En resumen, el galés muestra que se identifica con Wagner, que tiene medios y madurez para abordarlo y que puede tener cosas que decir en algunos personajes como "Sachs" y "Wotan". Orquesta impresionante y sonido extraordinario aunque el cantante se habría beneficiado de una toma más cercana. Presentación adecuada aunque en envoltorio "digipack". Recomendable.

 

Der fliegende Holländer (Holländer):
1. Obertura
2. "Die Frist ist um" (Acto I)

Die Meistersinger von Nürnberg (Sachs):
3. "Wahn, Wahn, überall Wahn" (Acto III)
4. "Was duftet doch der Flieder" (Acto II)

Tannhäuser (Wolfram von Eschenbach):
5. "Wie Todesahnung Dämm'rung deckt die Lande - Oh, du mein holder Abendstern" (Acto III)

Parsifal (Amfortas):
6. "Nein, laß ihn unenthüllt" (Acto I)
7. "Ja, wehe! Wehe! Weh' über mich" (Acto III)

Die Walküre (Wotan):
8. "Leb wohl, du kühnes, herrliches Kind!" (Acto III)

Bryn Terfel, bajo-barítono
Berliner Philharmoniker
Claudio Abbado