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ENTREVISTA A JOAQUÍN ACHÚCARRRO
Por Daniel Mateos
y Anuska Requena.
Entrevista realizada al finalizar un
concierto ofrecido por Achúcarro en Málaga.
¿Cuál
es su opinión sobre la Orquesta Ciudad de Málaga?
Estupenda.
¿Respecto
a los años anteriores ha notado algún cambio?
Yo siempre la he tenido por una orquesta estupenda, creciendo, mejorando y
empastándose cada vez mejor. Desde luego, esta vez hemos tenido una
relación musical estupenda. El modo cómo me escuchaban y cómo me
dejaban hacer... el maestro Galduf también ha tenido algo que ver,
claro.
¿Qué
es para usted la música?
Lo mismo que para usted la palabra aire...
¿A
qué edad empezó a tocar?
Según a lo que se le llame tocar; es decir, me sentaron con 3 ó 4 años
delante de un piano, y entonces me gustaba, pero luego me fue gustando
cada vez más. Mis estudios los hice por matrícula libre en Bilbao. Yo
estaba en el colegio y allí nos tenían desde las ocho de la mañana
hasta las ocho de la noche y, claro, quedaba sólo media hora para poder
estudiar. Así hice la carrera. No sé si ahora se puede hacer, no sé cuáles
son las últimas leyes musicales de educación, pero por lo que he oído
son demasiado rígidas y cuadriculadas, y no prevén la posibilidad de que
un talento pueda saltarse varios cursos de una vez.
¿Y
cuándo tuvo claro que lo suyo era el piano?
Inconscientemente o inocentemente, me dí cuenta el día que toqué en el
cincuentenario de la Filarmónica de Bilbao, que fue el 20 de Mayo de
1946. Toqué un concierto de Mozart con la Orquesta de Bilbao.
¿Qué
edad tendría usted entonces, en esa época?
Pues 13 años... (nos asombramos)... Bueno, hoy día se ven cosas peores...
Sin ir más lejos, mi mujer tuvo el premio extraordinario de solfeo con 8
años, y el de piano con 13 años. Cuando yo dí aquel concierto aún no
había terminado la carrera. Terminé la carrera a los 15 años. Entonces
sólo había que hacer ocho años de carrera.
¿Su
vocación hacia la música viene de familia de artistas?
Mi vocación hacia la música ha ido creciendo poco a poco, es decir,
primero hubo un germen y luego ha ido a más... Pero sí, en mi casa se oía
mucha música. Por ejemplo, mi abuelo (que yo no le conocí) hace ahora
cien años o más, tocaba música por las tardes con tres amigos. Tocaban
cuartetos de cuerda. Para entenderlo hay que retroceder a un mundo en
donde no había ni radio, ni discos, ni películas; no había nada. Lo que
uno quisiera hacer en música, lo tenía que hacer uno mismo y por eso
proliferaron tanto las reducciones a cuatro mano, las reducciones de
cuartetos, sinfonías… de todo había una edición a cuatro manos. Mi
abuelo hacía los cuartetos originales, con otros tres amigos más. Ellos
tocaban para “desengrasar” un cuarteto de Haydn... les daba para casi
todo el año. Luego tocaban lo que podían, algo contemporáneo. Unas
veces también estaba un tío abuelo mío que también tocaba el piano muy
bien, pues hacían quintetos con él. Interpretaban cosas modernas, cosas
contemporáneas, o sea Brahms... (nos reímos).
Ah,
¡Brahms! estaba pensando que estarían tocando
Shostakovich...
¡Es que Shostakovich aún no había nacido! -nos reímos...-.
¿Qué
pianista/s ha admirado más?
Pues, en muchísimas grabaciones y muchísimos conciertos he tenido la
suerte de oír a Rubinstein. Rubinstein “duró” tanto que siempre que
se anunciaba un concierto de Rubinstein, pensábamos: ‘éste seguro que
será el último, entonces, vamos a oírle’. Pero el último fueron...
no sé cuántos conciertos fueron el último... Murió con 94 años y dejó
de tocar con 90. A los 90 años tocaba maravillosamente bien.
Después he oído muchos discos de Rachmaninov, de Horowitz, de Giesekin
y de Schnabel... de todos aquellos que me precedieron, los que entonces
eran los ídolos.
... Y precisamente hablando ahora de estos pianistas, opina usted
que, aunque ahora haya más pianistas, ¿la calidad interpretativa de
antes era mayor?¿Quizás antes se tocaba el piano con más vida y
buscando menos la perfección virtuosística que ahora se busca?
Antes no había la cantidad de información que hay ahora, es decir, si
ahora un violinista quiere tocar la Chacona de Bach, tiene a su disposición
las grabaciones de Heifetz, Oistrakh, Milstein, Ayo, Accardo, Sara Chang,
Berman... hay un montón de grabaciones. Uno puede escoger e intentar
copiar. En aquella época no pasaba eso ya que cada uno tenía que
buscarse su manera de hacer y, entonces, estos artistas que surgieron por
su poder de comunicación y de interpretación, tenían que decir algo muy
personal. Yo entiendo que la búsqueda de cualquier artista es encontrarse
a sí mismo.
Entonces, quizás lo que ahora ocurre es que todo se toca más
parecido...
Claro, hay una alarmante igualdad en muchísimas cosas.
De todos los directores con los que ha tocado, ¿cuál es el que
mejor se ha acoplado en su manera de tocar?
¡Uy! no sé... es que me dejaría algunos directores en el tintero. Casi
prefiero no nombrar porque seguro que no los diría todos. Desde luego sí
recuerdo las grabaciones de los que hoy son los grandes como Mehta, Abbado,
Simon Rattle y Adrian Boult... he tocado con 306 directores y no me puedo
acordar de todos -se sonríe-. He tocado con un montón de directores españoles,
creo que prácticamente con todos; con ellos me entiendo de maravilla.
¿Qué conciertos recuerda con especial cariño?
Pues aquel 20 de mayo, porque aquél fue un punto clave en mi vida. Después,
la Filarmónica de Berlín dirigida por Menuhin, también es una cosa a
recordar, ya que fue dos días antes de que cayese el muro. Recuerdo el día,
además, porque estaba a punto de caer el muro. Los conciertos con la
Filarmónica de Nueva York, con la Filarmónica de Londres, con la
Nacional de París, con la Santa Cecilia de Roma, o con la Filarmónica de
Tokio (con los que he tocado ahora mismo, hace poco, en enero). He tocado
con 200 orquestas distintas a lo largo de mi vida, no me acuerdo de todas,
pero afortunadamente las tengo escritas.
¿Qué cualidad interpretativa valora más en un solista?
Encontrar siempre un punto culminante y único en cada pieza, en cada obra
y en cada frase. Interpretar es precisamente eso, interpretar es encontrar
ese punto, encontrar el por qué de ese punto. Interpretar siempre es dar
algo a alguien, es decir, no es tocar aquí y me voy a la cama y no me oye
nadie. Cualquier artista, quiéralo o no, necesita un público y piensa en
un público. No se puede pensar aisladamente en el artista sin el público.
Es una simbiosis que se establece para convencer a ese público. Entonces,
el músico debe de tocar para el público; sino, ¿para quién va a tocar?
Basándose
en su afirmación anterior, cuando se compone este tipo de música actual
“clásica” que se separa tanto de la música que el público acepta…
¿Deberían de volver a músicas de periodos anteriores, más romántica,
para que el público viniera a los conciertos?
Bueno, yo imagino que los compositores que están haciendo música que el
público hoy no entiende, esperan que habrá un público que les entenderá,
quiere decir, que están escribiendo para ese público que les va a
entender. Un compositor no escribe para luego romper la partitura... si la
deja escrita es porque espera que alguien la lea, que alguien la vea, la
ame y la interprete.
Con
respecto a los conciertos de Rachmaninov, ¿cuál es la grabación que más
le gusta?
Pues creo que las de Rachmaninov. Todos hemos aprendido de esas
grabaciones, y todo lo que hay de Rachmaninov es una lección de tocar el
piano y de saber modelar el sonido en el piano, encontrando el punto
culminante. La música de Rachmaninov es peligrosamente deformable (se
tiende a romantizarla), licencias que uno jamás se permitiría en
Beethoven o en Mozart. Quiere decir, que a partir de la música romántica,
los intérpretes pueden empezar a hacer... qué sé yo, no sé cómo
llamarlo...
¿Qué
obras o compositores le ha costado más trabajo estudiar?
El segundo Concierto de Bartok, ese fue un hueso muy duro de roer... y el
tercero de Rachmaninov, claro...
Este
último lo va a tocar dentro de poco...
Bueno... este ya lo llevo tocando unas cuarenta veces
-lo mira para asegurarse en la última página de la partitura del
Concierto nº3 de Rachmaninov, donde los tiene apuntados todas las veces
que las tocó-... no, no, lo he tocado ya 49 veces -matiza-... Pues
gracias a que lo tengo aquí apuntado, sé los directores y las orquestas
con quienes he tocado. Es interesante la historia de este concierto... la
primera vez que toqué este concierto fue en el año 1972 en Tenerife, con
Armando Alfonso. Con Walter Weller tengo un recuerdo de un concierto
estupendo en el Festival Hall de Londres... por aquí estará apuntado
-nos lo enseña...-.
¿Tiene
usted predilección por algún compositor?¿Se especializa en algún
compositor en concreto?
Pues, voy a decir los quince que se dicen siempre, empezando por Bach
hasta Bartók, pasando por Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Brahms,
Chopin, Ravel, Debussy, Rachmaninov, Albéniz, Falla, Granados, etc, etc.
No me especializo en ninguno en particular, porque todos son tan
estupendos y tan personales que estudiarlos enriquece muchísimo.
¿Considera
necesaria la ejecución diaria de ejercicios pianísticos u opina que,
llegado cierto punto, la técnica se aprende con el repertorio?
Bueno, eso son fórmulas que una vez que se aprenden ahí quedan. Pero aún
así, vamos a extrapolar el asunto del músculo del pianista al músculo
del futbolista. El futbolista, o el tenista, o el golfista, tienen que
practicar sus golpes y sus cosas. Yo entiendo que hay quien dice que no,
pero hay que ir todos los días al piano, y no lo considero ninguna
penitencia, simplemente una fiesta. Los músculos tienen que estar
flexibles. Al estudiar un pasaje difícil se puede hacer de mil maneras
diferentes, y un señor que se pase seis horas al día ante el piano, ya
tiene los músculos preparados.
¿Qué
pasos sigue a la hora de estudiar una pieza?¿Qué hace cuando se enfrenta
por primera vez a ella?
Intentar leerla y dejar un poco el instinto ver cómo las manos negocian
las dificultades que hay. Lo primero es eso, desbrozar un poco lo que hay.
Y luego poco a poco ir entrando en detalles, es decir, el ir especulando
con digitaciones diferentes o con pedales diferentes. Al mismo tiempo, a
fuerza de estar encima de una obra, uno la va entendiendo mejor y entonces
las cosas que te han parecido bien el primer día, al cabo de un mes de
estudiarlo, te pueden parecer de otra manera. Yo creo que no habría una
regla fija, pero el tocarla de arriba abajo varias veces da una idea, sin
duda.
A
la hora de interpretar una obra, ¿cuál es la esencia fundamental que
busca usted?
Pues lo que hemos dicho hace un momento, comunicar más que nada...
¿Cómo
se siente antes y después de un concierto ante un gran auditorio?
Antes nervioso, y después, si el concierto ha ido bien, contento, y si ha
ido mal, fastidiado. Los nervios, hay veces que más u otras que menos,
pero desde luego, nunca más he sentido aquella sensación de mi primer
concierto, momentos en que las piernas no te sostienen. Lo cual quiere
decir que ahora sé mucho más, lo que se llaman tablas.
¿Y
recuerda alguna anécdota curiosa en su vida de músico?
Montones de anécdotas. No sé si habéis oído los “Clásicos
Populares” de Radio Nacional de España. Allí me tuvieron una hora contándoles
anécdotas. Luego hubo que parar porque el que estaba en los controles
andaba por el suelo tirado de risa y seguimos con las anécdotas luego...
Recuerdo una anécdota en México: en síntesis, lo que ocurrió fue que
llegué a las 4 de la madrugada conduciendo un coche a Guadalajara porque
el taxista se había puesto enfermo. Él me tenía que llevar desde León
(México) a Guadalajara (México) después de un concierto en León. Había
que ir por el desierto, y bueno, como digo, el taxista se puso enfermo.
Afortunadamente yo no me había tumbado en el asiento de atrás, sino que
iba al lado del taxista y pude echar mano al volante porque, si no, nos
salimos de la carretera. El taxista llegó a Guadalajara durmiendo en el
asiento de atrás y yo conduciendo el taxi... Esto fue a las 4 de la mañana,
y a las 10 había ensayo. Fui al ensayo provisto con el concierto para
la mano izquierda de Ravel, que era lo que creía que íbamos a tocar,
y resulta que me dicen que se va a tocar “Noches en los Jardines de España”
porque del Concierto de Ravel acababa de llegar la partitura y la orquesta
no se lo sabía bien. Bueno, pues “Noches en los Jardines de España”...
la ensayamos, y luego en el entreacto, pregunté a una persona si además
íbamos a tocar el Concierto de Ravel y me dijeron que sí, y en el
entreacto empecé a ensayar la cadencia del Concierto de la mano izquierda
y vino la misma persona y me dijo: “ay! qué bonito maestro... ay! ojalá
lo pudiéramos tocar un año de estos...”. Y yo le pregunté: “¿pero
cuál vamos a tocar?”, y me contesto: “¡¡pues vamos a tocar el otro,
el Concierto en Sol Mayor de Ravel!!”. Es decir, que yo iba provisto del
Concierto de la mano izquierda de Ravel y tenía que tocar “Las noches
en los Jardines de España” y el otro concierto de Ravel. Eso es falta
de información y falta de conexión en los mandos. En fin, que por algo
parecido se ha estrellado un aparato en Marte, por falta de... unos
llamaban centímetros y otros pulgadas...
Bueno, alguna otra anécdota como salir sin corbata porque no podía
abrochármela o salir sin zapatos porque me los he dejado... sin zapatos,
o con zapatos de agua, zapatos de color rojo subido, con un frac, por
ejemplo, porque no tenía otros (me los había dejado en Buenos Aires)…
aquello me ocurrió en Santa Fe.
¿Cuál
o cuáles cree que son las mejores escuelas para formar a futuros
pianistas tanto en Europa como fuera?
Tendría que decir que la mía, pero no lo sé, no las conozco bien. En
Norteamérica está la Curtis, la Peabody y la Julliard; son tres
conservatorios importantes junto a la Universidad de Indiana. Pero en mi
Universidad (Southern Methodist University), y en mi clase, hemos ganado
once premios internacionales, once primeros premios en los últimos tres años.
Estoy muy satisfecho y muy orgulloso de mis estudiantes y de cómo
estudian.
En
su labor pedagógica (Seminarios y Clases Magistrales), ¿cuáles son los
puntos fundamentales que enseña a sus alumnos?
Casi siempre depende de lo que tenga delante. Por ejemplo, un médico no
puede recetar azúcar a un diabético, sino al contrario. Cada persona es
un problema distinto, incluyéndome a mí. Todos nosotros tenemos una
manera de tocar, un repertorio de movimientos técnicos; algunos sirven y
otros no. A lo mejor alguno falla por insuficiencia rítmica, otro por no
haber entendido bien el ritmo, a lo mejor por una posición equivocada de
la mano, del codo, del hombro, quién sabe... Hay tantas cosas que
confluyen en el acto de que, no es tan simple como bajar una nota de
manera que la siguiente esté preparada, eso se dice facilísimamente.
Lizst decía: “la nota justa, en el momento justo, con la intensidad
justa”. También es facilísimo de decir esto último.
Después
de haber tocado por tantos sitios y haber participado en concursos, ¿qué
recomendaría a los jóvenes que quieren abrirse paso en el mundo del
piano?
Yo creo que el noventa y nueve por ciento no tienen más posibilidades que
hacer concursos. De vez en cuando hay algún privilegiado que lo consigue
sin hacer concursos, como en el caso de Kissin, que Karajan lo arropó.
Pero normalmente, los concursos, no hay más remedio, entre otras cosas
porque a los concursos va gente (no solamente el jurado que da el premio)
sino otra gente que puede tener manera de dar a conocer una persona que no
haya ganado el primer premio, que pueda o no estar de acuerdo con el
jurado como sucede con tanta frecuencia.
¿Piensa
usted realizar alguna integral más aparte de la que ya realizó sobre
Falla?
Es la integral de Falla relativamente fácil de hacer porque no escribió
mucho, pero la integral de Schumann es terrible, o la integral de Mozart,
o de Bach, por ejemplo... y hay quien lo hace y yo admiro a esa gente muchísimo,
pero a mí me lleva mucho tiempo aprender una pieza y el pulirla, el
pensarla y meditarla. Eso de grabar a destajo, primero esta página, luego
esta otra, más tarde la otra, y mañana estas dos, no se me da bien.
Próximos
conciertos.
Pues, el Concierto nº3 de Rachmaninov en breve. Tengo un recital en México.
Luego un recital en Dallas (el concierto de Ravel). El Concierto nº3 de
Rachmaninov en Hamburgo, también un concierto en el Guggenheim de Bilbao,
Caracas, una tournée con la Orquesta de Euskadi por América del Sur y en
este momento tengo a mis espaldas Tokio, Dallas, Madrid, Seattle,
Singapur...
¿Merece
la pena tanta dedicación, tantos viajes, y vivir de esta manera?¿Lo
encuentra realmente satisfactorio?
Yo todavía no me he aburrido para nada. Para mí es divertidísimo, pero
claro, siempre con la angustia de que tengo que tocar esto...
Próximas
grabaciones.
Ahora está a punto de salir un disco que he grabado con obras de Ravel;
ya estamos pensando un segundo disco con obras de Brahms.
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