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EMMA KIRKBY & LONDON BAROQUE
EN GIJÓN
Gijón, Teatro Jovellanos. 22 de
julio de 2002. "Haendel en Roma: Cantatas sacras".
Haendel: Sonata en trío en fa mayor ; "Salve Regina" para
soprano. Vivaldi: Sonata en trío en re menor. Haendel: "O qualis de
coelo sonus" para soprano, dos violines y bajo continuo. Bach: Sonata
en trío en fa mayor, BWV 525. Vivaldi: Sonata nº VI en si bemol mayor
para violonchelo y continuo. Haendel: "Gloria", para soprano,
dos violines y continuo.
Emma Kirbky, soprano. London Baroque (Ingrid Seifert, violín; Richard
Gwilt, violín; Charles Medlam, violonchelo y dirección; Terence
Charlston, clave)
Por quinto año consecutivo se celebraba en Gijón la llamada "Semana
de Música Antigua", una muestra de la importancia creciente que se
le da al repertorio renacentista y barroco, y que tal vez sea el evento
musical del año en nuestra ciudad, habida cuenta de la escasez de grandes
figuras, dentro del campo "clásico", que nos suelen visitar.
Este año contábamos con conciertos de indudable interés, como el
protagonizado por Nuria Rial y el conjunto "Orphenica Lyra" que
dirige José Miguel Moreno. Sin embargo, la mayor expectación se centraba
en el concierto de clausura, a cargo de la soprano británica Emma Kirkby,
a quien se ha llegado a denominar "la Emperatriz de la Música
Antigua", y que para todo aficionado es sobradamente conocida desde
que hace unos 20 años su nombre era habitual en los discos del sello
L'Oiseau-Lyre/Decca al lado de conjuntos como la "Academy of Ancient
Music" de Christopher Hogwood o en "Consort of Musicke" de
Anthony Rooley. Es, precisamente con este último conjunto con el que
Kirkby nos había visitado en la temporada 90-91, cuando se la pudo
escuchar en la iglesia de San Pedro, y había interés por comprobar si
once años después la soprano aún se mantenía en el "trono" o
bien estaba ya en franca decadencia.
En ese aspecto, hay que decir que la Kirkby no defraudó en absoluto.
Aparte de alguna tirantez en la primera obra que cantó, el Salve
Regina de Haendel, lógica al estar su voz aún "en frío",
en el resto demostró que aún posee una voz agradable de escuchar, con
una técnica segura y una matización increíble de los textos que canta,
dándoles sentido sílaba por sílaba. Hay que decir que en el programa se
incuía el Gloria haendeliano de 1707, es decir, el que se ha
descubierto recientemente, sin que el programa nos advirtiera de la
importancia del evento, que supone toda una primicia para el público
asturiano (y casi para el público español). En cuanto a su
"look" visual, la Kirkby (a sus ya 53 años) se presentó como
si los años no hubieran pasado para ella, con traje floreado y peinado
tan voluminoso como el que aparece en sus discos de principios de los 80.
Las actuaciones de la Kirkby se alternaban con obras puramente
instrumentales a cargo del London Baroque. En las sonatas en trío de
Haendel, Vivaldi y Bach, el protagonismo corrió a cargo de la
extraordinaria violinista austríaca Ingrid Seifert, relegando a sus compañeros
a la discreta profesionalidad del acompañante, de la que tuvo oportunidad
de salir Charles Medlam (otra "leyenda viviente" de la música
antigua) para ofrecernos una versión magistral de la conmovedora Sonata
para cello en si bemol mayor de Vivaldi. En resumen, gran nivel el
del concierto y larga vida por muchos años de reinado más a La
Emperatriz.
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