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Número 42º - Julio 2.003


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RAMEAU Y CHRISTIE, PURO TEATRO

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.

 

 

Los aficionados a la ópera barroca francesa están de enhorabuena. William Christie vuelve a Rameau de la mano de Zoroastre, la penúltima obra para la escena compuesta por el músico francés. Esta tragedia no tuvo demasiado éxito cuando se estrenó en París en 1749, razón por la cual compositor y libretista consideraron revisar la partitura a conciencia. Es esta última versión de 1756 la que nos presenta William Christie en una versión grabada entre agosto y septiembre de 2001.

Es difícil saber si Christie grabará más del Rameau escénico debido al anunciado cese de operaciones del sello Erato. Sin embargo, parece que el barroco, y la ópera en particular, goza de inmejorables credenciales en los despachos de las discográficas a tenor de las novedades que, contra todo pronóstico, siguen apareciendo. No parece descabellado pensar, por tanto, que el premiadísimo William Christie, en uno u otro sello, continuará su periplo por la obra del francés.

Como ocurre con muchas de estas óperas barrocas, Zoroastre presenta, por un lado, un complicado argumento lleno de transformaciones, batallas y ceremonias religiosas y, por otro, una música bellísima que combina interludios orquestales y danzas con arias, ariosos, dúos y coros. La obra se enmarca dentro del género de las tragédies lyriques de las que Rameau llegó a componer un total de cinco. Las otras son Hippolyte et Aricie (1733), Castor et Pollux (1737), Dardanus (1739) y Abarais, ou les Boreades (1764). De todas existen grabaciones completas. William Christie firmó una versión extraordinaria de la primera (Erato, 1997) seguida a la zaga por la lectura de Marc Minkowski (Archiv, 1995). En Castor et Pollux, una de sus obras más interesantes, Christie vuelve a ser la mejor opción (HM, 1993) sin olvidar la pionera lectura de Nikolaus Harnoncourt (Teldec, 1972) y la firmada por Charles Farncombe (Erato, 1982). Para Dardanus nos iremos a Minkowski, digno defensor de la versión original de 1739 (Archiv, 2000). Finalmente, para Les Boreades tendremos que confiar en el buen hacer de John Eliot Gardiner apoyado por un equilibrado reparto (Erato, 1983). De Zoroastre contábamos hasta ahora con la versión dirigida por Sigiswald Kuijken (DHM, 1983). Sin embargo, William Christie coloca la suya en lo más alto sin que por ello tengamos que desechar completamente la del violinista y director belga que tiene una gran orquesta con primerísimos instrumentistas barrocos, algunos solistas importantes y escenas a gran nivel. 

Para empezar debemos decir que la nueva versión tiene una vitalidad rítmica, un élan y un sabor barroco que no encontramos en la de Kuijken. Christie, siempre preocupado por resaltar el colorido de la música, presenta una exuberante orquesta de grandes dimensiones: dispone de cuatro oboes, dos flautas y dos clarinetes además de fagotes y trompas más una cuerda de alrededor de treinta efectivos (doce más que Kuijken) a los que debemos añadir el bajo continuo. Un despliegue extraordinario que recrea genuinamente el sonido que hoy asociamos al barroco francés. Su instinto teatral queda ya definido en la sensacional obertura -que por vez primera substituye al habitual prólogo en la ópera francesa- con un dramatismo y una inmediatez que marcarán el resto de la partitura. Las sensacionales flautas y oboes, el cavernoso sonido de los fagotes, la perfecta articulación de la cuerda -con la usual frescura, vigor y precisión de Les Arts Florissants- marca la diferencia con la versión rival, por lo general, más contenida, más seria y menos teatral. 

William Christie ha reunido un gran reparto formado mayormente por su habitual equipo de cantantes. Mark Padmore es un "Zoroastre" quasi-ideal, superior al de John Elwes, que canta con elegancia, sentido de la ornamentación barroca y sin sonar nunca forzado en el registro alto. Escúchense, por ejemplo, sus varias intervenciones en el Acto III, toda una lección de buen gusto y adecuación estilística. Nathan Berg, algo extravagante en su malévola encarnación de "Abramane", es una de las bazas importantes del reparto. Su canto desgajado y ligeramente salvaje sientan de maravilla al papel del malo de la obra aunque también sabe envolverse de intencionalidad y expresividad como en el dúo con "Érinice" previo al inicio de la ceremonia del Acto IV. 

Como siempre Christie acierta al asignar las voces. Tanto Gaëlle Méchaly como Anna Maria Panzarella, perfectamente contrastadas, son dos voces bien entrenadas en el barroco francés y además de superar bien la coloratura muestran sentido dramático y penetración en el papel. Méchaly cuya voz se funde de maravilla con la de Padmore en las escenas de amor canta su aria final con dulzura bajo el gorjeo de oboes y fagotes (Greta de Reyghere de voz bien timbrada canta esta misma aria con delicadeza y buen gusto). Panzarella en el comienzo del Acto V describe los remordimientos que asolan al personaje con un canto tenso y mordaz. Padmore por su parte revela valentía y decisión bajo la atenta batuta del director que compone un final de acto sensacional.

Un buen plantel de secundarios y el habitual excelente coro de Les Arts Florissants hacen sumar enteros a una grabación de extraordinaria claridad y con una presentación de lujo (interesante artículo sobre la relación de la masonería y la ópera antes de Mozart a cargo de Graham Sadler). El tercer disco incluye un apéndice con varias danzas omitidas en las versiones en directo que sirvieron de base a esta grabación. Además, como la versión de 1756 no incluía coro final, Christie ha añadido la arietta y coro final de la versión de 1749 siguiendo la edición de Graham Sadler (París, 1999). En definitiva, otro acierto más en la ya extensa discografía de William Christie y su inseparable conjunto Les Arts Florissants.

 

REFERENCIAS:

RAMEAU, JEAN-PHILIPPE: Zoroastre (Versión de 1756). Mark Padmore, Nathan Berg, Gaëlle Méchaly, Anna Maria Panzarella, etc. Les Arts Florissants. William Christie, director. ERATO 0927 43182-2. 3 CDs.