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MIL AÑOS DE MÚSICA SACRA
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
El álbum que nos
presenta Virgin Classics con el título de "1000 años de música sacra"
parece apuntar a unos objetivos más ambiciosos que los habituales en las
recopilaciones de tipo "popurrí". En lugar de los dos CD's de siempre,
aquí tenemos nada menos que 5, con piezas de música sacra presentadas por
orden cronológico; cada disco forma una unidad temática propia, referida a
una época determinada; el conjunto se acompaña de una concisa historia de
la música sacra a través de sus autores y de un Glosario, textos que en el
ejemplar entregado para crítica venían íntegramente en inglés: como
también el título de la portada venía en inglés ("1000 years of sacred
music") y sin embargo, en las tiendas lo hemos visto con su título en
español, por lo cual es de suponer que los textos de dentro también se
hayan traducido. Los ejemplos musicales (seleccionados del catálogo de
Virgin Classics con algún préstamo de EMI) son en parte fragmentos de
obras grandes, pero también hay obras que aparecen íntegras.
Nos encontramos, por tanto, ante un producto que pretende ser una
antología de la música sacra de los últimos 10 siglos y mostrar la
evolución del género; hasta qué punto lo ha conseguido es el tema del que
hablamos en el resto del presente artículo.
El primer CD está dedicado a la música en la Edad Media hasta la
consolidación de la polifonía, terminando precisamente con la primera misa
polifónica de gran fama, la Misa de Notre Dame de Machaut.
Comienza, lógicamente, con el canto gregoriano, aunque no con los
sempiternos monjes de Silos, sino con dos fragmentos del Oficio para
la Epifanía cantados por la Schola Cantorum Coloniensis y la Schola
Cantorum de Solingen. A continuación aparece documentada extensamente la
transición de la monodía a la polifonía con varios ejemplos cantados por
el Ensemble Gilles Binchois: una Misa de Pascua del siglo XI y un
Oficio para el Año Nuevo de la catedral de Puy-en-Velay, ya en el
siglo XII. A continución figura Perotin, uno de los pioneros de la
polifonía de la llamada "Escuela de Notre Dame", con un Allelluia
posuis adjutorium y el disco termina, como se dijo, con 4 fragmentos
de la Misa de Notre Dame de Machaut, interpretada por Andrew
Parrott y su Taverner Consort & Choir, una versión muy animada, casi
"rítmica" aunque hay que preguntarse si eso será muy medieval.
Además de lo dicho, el CD 1 comprende algunas piezas que se salen de la
música propiamente litúrgica: un motete del famoso Pedro Abelardo (famoso
por su amor por Eloísa, pero no como compositor), O quanta qualita,
que escuchado aquí suena a música trovadoresca, y dos fragmentos del
Llibre Vermell de Montserrat, cantos de peregrinos de argumento
religioso pero que no son propiamente música sacra (si se considera tal,
¿por qué no incluir las Cantigas de Santa María?). Es una pena
que con dos obras se rompa un tanto la unidad del disco 1, y además no
haya espacio para que la Misa de Notre Dame pudiera aparecer
completa, esto es, completas sus partes polifónicas (sólo han quedado
fuera el Credo y el final, Ite, Missa est). Además, otra
unidad que en cierto modo se rompe es la de las versiones utilizadas, al
incluir en la obra de Abelardo (como en la de Perotin) una grabación, ya
con años a sus espaldas, protagonizada por Thomas Binkley y su Studio der
Frühen Musik, pioneros de la grabación de música medieval cuyos trabajos
fueron muy celebrados en su día, pero que hoy ya hay muchos que consideran
superados. En cuanto al Llibre Vermell, la versión utilizada es,
cómo no, la famosa grabación de Jordi Savall, de un refinamiento y una
exquisitez absolutos (que pueden llevar a preguntarse si esta música era
de peregrinos o de príncipes).
El segundo CD podría titularse "La edad de oro de la polifonía" porque ese
es el repertorio que comprende, abarcando la Baja Edad Media, el
Renacimiento y el primer Barroco. Así, podemos encontrar a conjuntos
vocales como el prestigioso The Hilliard Ensemble, dirigido por Paul
Hillier, en motetes como el Veni Creator de Dunstable (muy buena
versión, aunque donde esté la de Pro Cantione Antiqua en Archiv...),
Nuper Rosarum Flores de Dufay (escrito para la inauguración de la
iglesia de Santa María de las Flores, en Florencia, la misma para la que
Brunelleschi construyó su famosa cúpula), Alma redemptoris mater
de Ockeghem o un Padrenuestro de Josquin Desprez. Todos los
mencionados (salvo Dunstable) pertenecen a la llamada "Escuela
franco-flamenca" de los siglos XV-XVI; el nombre importante que falta es
Orlando de Lasso, o Roland de Lassus como se le escribe aquí, que también
está representado por un motete, Resonet in laudibus cantado por
The King's Singers.
Contemporáneo de Lasso es Palestrina, que aquí no está representado por
ninguna de sus obras más famosas (la Misa del Papa Marcelo o el
Stabat Mater) sino por un fragmento de El Cantar de los
Cantares, a cargo del Hilliard Ensemble, y un Ave María
dirigido por Timothy Brown al coro del Clare College de Cambridge. Hay que
reseñar el olvido total de la polifonía española del Siglo de Oro, parece
increíble que en una antología como esta se olviden de un Tomás Luis de
Victoria, por ejemplo. Hay que considerar que para esta selección hay que
ceñirse a lo que tengan grabado EMI o Virgin en sus archivos, pero aun así
parece muy difícil que no se pudiera haber encontrado nada de Victoria.
Por su parte, de la polifonía inglesa del Renacimiento sólo se ha incluido
el que podríamos decir que es su mayor "hit", el famoso motete a 40 voces
Spem in alium de Thomas Tallis, nuevamente en buena versión de
Parrott y los Taverner.
Ya dentro del primer barroco nos encontramos con una muestra de Monteverdi
(el "Beatus Vir" de la Selva Morale e Spirituale, de nuevo por
Parrott), otra de Schütz (el motete Jauchzet dem Herren alle Welt
en versión dirigida por Heinz Hennig) y por último, otra de las obras más
famosas de la historia de la polifonía, el Miserere de Allegri,
célebre entre otras cosas por haber sido copiado por Mozart de memoria
tras una sola audición. Lo interpreta uno de los mejores coros de
Inglaterra, el del King's College de Cambridge (¡qué voces blancas!),
aunque la dirección de Stephen Cleobury no es tan buena como la de
Willcocks en su grabación para Decca (por desgracia, esta última está
cantada en inglés en vez del latín original).
El tercer CD abarca el resto del Barroco, y aquí hay que decir que 13 de
los 23 "tracks" del disco contienen música de compositores franceses, lo
que puede darnos una idea de dónde se llevó a cabo esta compilación. El
primer francés representado es Charpentier, con el famoso Te Deum
(el que comienza con el "Himno de Eurovisión", que puede oírse aquí)
dirigido por Marriner y la Misa del gallo, dirigida por
Willcocks, versiones tomadas de EMI e interpretadas con instrumentos
modernos y no de época, aunque algunas de las voces empleadas (Upshaw o
Murray en la primera, Bowman en la segunda) les dan un indudable
atractivo. Otros barrocos franceses presentes son: Henry du Mont con un
fragmento de su Nisi Dominus dirigido por Olivier Schneebeli,
André Campra con otro fragmento de su Miserere dirigido por
Malgoire, Clérambault con extractos también de un Miserere para
coro y órgano (en versión dirigida por Emmanuel Mandrin), Couperin con su
Motete Tabascere me fecit por Christophe Rousset, y Rameau con
otro motete, In convertendo, en versión dirigida por Hervé
Niquet. En las piezas de Clérambault se puede observar que la escritura
para coro no había cambiado mucho desde los tiempos de la polifonía, y lo
mismo, aunque en menor medida, se puede notar en la de Couperin (del cual,
curiosamente, no se ha seleccionado nada de las mucho más famosas
Lecciones de tinieblas).
Como en la música barroca también hubo compositores que no eran franceses,
he aquí el resto del contenido del tercer CD: Italia se reduce a dos
nombres, Vivaldi con su Gloria en re nuevamente en versión de
Andrew Parrott y Pergolesi con su Stabat Mater cantado y dirigido
por Gerard Lesne. En cuanto a los alemanes, residentes en su país o
emigrados, encontramos a "un tal" Haendel que se merece sólo dos tracks
(contra los 5 de Charpentier), uno con el comienzo del Dixit Dominus
(otra vez por Parrott) y el otro con el hiperfamoso coro "Hallelujah" de
El Mesías, que aparece en versión cantada por el coro del King's
College de Cambridge y dirigida por David Willcocks. Siendo un mínimo de
mínimos (o ni eso) al menos representa las dos facetas de Haendel dentro
de la música sacra, esto es, las obras litúrgicas y los oratorios. Y, por
último, de "otro tal" Johann Sebastian Bach encontramos tres fragmentos:
uno de la Cantata 147 (el famoso coro "Jesús, alegría de los
hombres" dirigido, cómo no, por Andrew Parrott), de la Misa en si
menor (en la primera grabación de Herreweghe, cantando Charles Brett)
y de la Pasión según san Juan (el coro final, nuevamente por el
insustituible Parrott). Aunque se han dejado fuera obras mucho más
conocidas, como la Pasión según san Mateo, al menos los tres
fragmentos elegidos representan a Bach en tres de los géneros sacros que
cultivó: la cantata, la Pasión y la Misa.
El cuarto CD recorre el espacio que va desde el Clasicismo del siglo XVIII
(representado aquí únicamente por Mozart) hasta comienzos del siglo XX (Requiem
de Fauré), atravesando todo el Romanticismo del XIX. En ese período es
donde se han compuesto los cuatro Requiem más famosos del repertorio:
Mozart, Brahms, Verdi y Fauré, y de los cuatro se incluyen fragmentos en
este disco (un quinto sería el de Berlioz, no incluido aquí). EMI posee
versiones de referencia de todos ellos, pero aquí se han preferido
grabaciones modernas y a poder ser con instrumentos originales. De ahí que
los fragmentos del Requiem de Mozart ("Introito y Kyrie" y
"Lacrimosa") se hayan escogido en la versión dirigida por Norrington, muy
mediocre pero "provocadora" por lo que tiene de novedad, o que el mismo
Norrington sea quien dirija el fragmento elegido del Requiem de Brahms,
con intervención de la soprano Lynne Dawson. En el de Verdi (del que
aparecen el "Dies Irae" y el "Lux Aeterna") se ha elegido la grabación
drigida por Michel Plasson, que al menos da la oportunidad de escuchar al
magnífico Orfeón Donostiarra, y para el de Fauré se ha acudido a una
grabación originalmente hecha para Virgin, la dirigida por David Hill; se
incluyen el "Pie Jesu", el "Libera me" y el "In paradisum".
Aparte de los Requiem, hay otras obras y autores que tenían que estar en
una recopilación de este tipo, y en general "son todos los que están".
Así, del propio Mozart, aparte del Requiem había que incluir esa
pequeña joya llamada Ave Verum, también por Norrington (algo más
fino aquí); de Beethoven no podía faltar su Missa Solemnis (de la
que se incluye un fragmento del "Agnus Dei" dirigido por Jeffrey Tate;
lástima que no hayan elegido la versión de Klemperer); de Cherubini, un
autor de capital importancia dentro de la historia de la música sacra,
aparece el "Introito y Kyrie" de su Requiem en memoria de Luis XVI,
en versión procedente del ciclo dedicado a las misas de este autor que ha
grabado para EMI Riccardo Muti; otro imprescindible es Rossini, el que
aparece aquí el "Inflammatus et accensus" de su Stabat Mater,
también dirigido por Muti.
Y siguen los autores que han tenido su peso específico en la música sacra
del XIX: Schubert, con su penúltima obra, el Himno al Espíritu Santo
procedente del ciclo de sus partituras corales grabado por Wolfgang
Sawallisch, y que al menos es una obra completa y no un fragmento, aunque
hubiera sido más representativo incluir algo de la Misa D 950 (no
el sempiterno Ave María, ya que no es propiamente música sacra).
Otro nombre fundamental, Mendelssohn, tampoco aparece con lo más conocido
(Elías) sino con su Salmo 42 dirigido por Richard
Hickox; de Gounod tampoco escuchamos su Ave María sino el "Domine
salvum" de su importante Misa de Santa Cecilia, que incluye la
llamada "Oración por el ejército", un momento de música militar dentro de
la liturgia; por último, de Franck tampoco aparece el sempiterno Panis
Angelicus sino un coro de su oratorio Redención, dirigido
por Michel Plasson.
En conjunto, este cuarto CD da una buena panorámica de los autores de
música sacra importantes en este período, por más que haya habido que
dejar fuera otros nombres también fundamentales (Haydn, Berlioz, Liszt,
Bruckner).
El quinto y último disco abarca los últimos 100 años, un período que ha
destacado menos que los anteriores por el cultivo de la música sacra,
quizás un reflejo de que nuestra sociedad se va haciendo cada vez menos
religiosa, aunque en los últimos años se ha hablado de un resurgimiento
del interés por lo espiritual de la mano de las modas "New Age". Con todo,
aún es posible encontrar autores significativos dentro del género. Los más
antiguos aquí mostrados son dos rusos, Rachmaninov y Stravinsky: del
primero se incluyen dos fragmentos de las Vísperas dirigidos por
Tönu Kaljuste al Coro de la Radio Sueca, y del segundo un Credo
dirigido por Cleobury al King's College. Pero el grueso del disco se lo
llevan tres autores franceses, pues en ese país continuó habiendo durante
buena parte del siglo XX una tradición de música religiosa católica. Uno
de ellos es Maurice Duruflé, cuyo Requiem (de 1947) tal vez sea
la última obra de este género que ha ingresado en los repertorios
habituales, y del que aquí escuchamos cuatro fragmentos dirigidos por
Cleobury. Los otros dos son Francis Poulenc, representado por sus
Cuatro motetes para el tiempo de Navidad (en versión de The Sixteen,
dirigidos por Harry Christophers), y Olivier Messiaen, de cuya
importantísima obra sacra solamente se incluye el motete O Sacrum
Convivium, cantado por el coro de la London Sinfonietta dirigido por
Terry Edwards.
En el resto de nombres de este disco hay dos anglosajones: Barber con su
Agnus Dei (que es la versión cantada del famoso Adagio para
cuerdas, por eso nunca falta en una recopilación de este tipo), en
versión del Coro de la Catedral de Westminster dirigido por David Hill, y
Britten con A Shepherd's Carol dirigido, al igual que el Motete
de Messiaen por Terry Edwards. Pero los tres compositores vivos con que se
cierra esta selección pertenecen todos ellos a la Europa del Este: dos
polacos (Penderecki y Gorecki) y un estoniano, Arvo Pärt. De Penderecki se
incluye un Agnus Dei (no un Ave María como se dice en el
libreto), que utiliza algún "cluster" sonoro; de Gorecki el motete
Totus Tuus, escrito para el viaje del Papa Juan Pablo II a Polonia en
1987, de escritura más tradicional; ambos los canta el coro del King's
College, con Cleobury. En cuanto a Pärt, como cierre de esta recopilación
podemos escuchar su tétrico De Profundis dirigido por Tönu
Kaljuste.
En resumen, estamos ante una antología que se propone unos objetivos sin
duda ambiciosos, que en parte ha conseguido y en parte (según nuestra
opinión) aún es mejorable, y que por la información señalada en los
párrafos precedentes cada posible comprador de esta recopilación podrá
discernir si le interesa o no.
REFERENCIAS:
"MIL AÑOS DE MÚSICA SACRA"
Virgin 7243 5 62126 2 6 (5 CD's)
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