|
|
La Dama de Picas
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
Pikovaya
Dama. Ópera en tres actos.
Música de
Piotr Ilich Tchaikovsky. Libreto de Modest Ilich y Piotr Ilich Tchaikovsky
basado en la novela homónima de Alexander Sergeyevich Pushkin. Ian Storey
(Herman); Pavlo Hunka (Tumsky); Albert Schagidulin (Yeletsky); Francisco
Vas (Tchekalinsky); Viorica Cortez (La condesa); Natalia Ushakova (Lisa);
Nacy Fabiola Herrera (Polina); Sofia Aksenova (Institutriz); María José
Suárez (Masha); María Rey-Joly (Cloe). Coro y Orquesta titular del Teatro
Real. Coro de Niños de la Comunidad de Madrid. Director musical: Jesús
López Cobos. Puesta en escena: Gottfried Pilz. Teatro Real, Madrid, 20 de
mayo al 7 de junio de 2004 (segundo reparto). Producción propiedad de Los
Angeles Opera Company.
La Dama de Picas
es una ópera
relativamente frecuente y bien recibida en Madrid. El libreto, lleno de
misterio y fatalismo posromántico, es curioso y la música de Tchaikovsky
absolutamente genial. La alta inspiración de la partitura, la enorme
musicalidad que hay en cada compás, disimula las dificultades que encierra
para los intérpretes, porque todo parece discurrir con naturalidad. Así ha
ocurrido en esta producción de la Ópera de los Ángeles, que ha traído el
Teatro Real. Fue diseñada por Gottfried Pilz para la función de apertura
de la nueva etapa de dicha institución, dirigida por Plácido Domingo, y en
la que el tenor debutó como Herman. La tarea continuada y seria de López
Cobos al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real arroja cada día
resultados mejores y más evidentes. Orquesta y director han sido los
protagonistas de está producción, junto a Plácido Domingo que ha
encabezado el primer reparto, con su incombustible ímpetu y su capacidad
de asumir nuevos retos. En el segundo han rotado los cuatro papeles
principales, que han estado a cargo de artistas excelentes, dotados de
grandes voces. Ian Storey, como Herman, y Natalia Ushakova, como su
enamorada Lisa, triunfaron en sus papeles, perfectamente secundados por el
poderoso Pavlo Hunka, en el doble papel del conde Tomsky y Plutón, y por
Viorica Cortez como la infausta condesa, que encarnaba Elena Obraztsova en
las otras representaciones. La puesta en escena del maestro Pilz es
relativamente simple y eficaz, aunque algo fría. El decorado es una sala
inclinada, con las paredes constituidas por panoramas que cambian de luz y
aspecto, y a eso se redujo todo el ingenio. La escora se mantuvo igual en
todos los actos, causando cierta fatiga y algunos indicios de tortícolis
entre el respetable. Por lo demás, la puesta en escena no estorbó en
exceso, cosa de agradecer, y la maravillosa música de Tchaikovsky sonó con
todo su poder. La música triunfó y el espectáculo cumplió. (Fotografía de Javier del Real)
|