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Tonadillas en concierto
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
El maestro de baile y otras tonadillas. Tonadillas de Luis Misón, Pablo Esteve, Pablo del Moral, Antonio Rosales y Blas de Laserna. Marta Almajano, Cecilia Lavilla Berganza, Salvador Parrón. Ensemble Elyma. Director: Gabriel Garrido. Versión de concierto. Teatro Real de Madrid, 16 de junio de 2004. El
año pasado hubo en el Museo de San Isidro de Madrid una magnífica
exposición dedicada a la tonadilla escénica, comisariada por la profesora
e investigadora Begoña Lolo. Al mismo tiempo apareció un disco del grupo
Elyma, que dirige Gabriel Garrido, con algunas piezas de este divertido
género dieciochesco. El Teatro Real ha ofrecido ahora, dentro de su
Festival de Verano, un concierto con las mismas piezas y una más, a cargo
de casi los mismos intérpretes que han sido Marta Almajano (en vez de Olga
Pitarch que grabó el disco), Cecilia Lavilla Berganza y Salvador Parrón.
Las tonadillas son de inspiración popular, típicamente madrileñas y
llegaron a introducirse a finales del siglo XVIII en el Teatro Real, como
intermedios de óperas y zarzuelas. La programación de este concierto en el
coliseo madrileño tiene sus antecedentes y justificación. El teatro amplía
así los horizontes de sus propuestas con iniciativas tan interesantes como
ésta y otras que han coincidido en fechas: arias de zarzuelas del siglo
XVIII e Ildegonda de Arrieta. El Real cuenta con un público fiel,
que acude a sus convocatorias con plena confianza. Este público llenó y
disfrutó del concierto. Los cantantes estuvieron inspirados en sus
interpretaciones. Exhibieron gracia y buena dicción, facilitando la buena
inteligencia de los textos. Marta Almajano hizo gala de un depurado y
sensible estilo, Cecilia Lavilla lució una voz bellísima y equilibrada,
mientras que por su lado, Salvador Parrón mostró fuerza y simpatía. Los
cantantes tuvieron ocasión de lucirse en las tonadillas a solo, a dos y a
tres oportunamente escogidas. El programa sintetizó algunos rasgos
evolutivos de esta forma, permitió comprobar la eficacia comunicativa y la
calidad del género. Ya fuera por falta de presupuesto o de tiempo, se optó
por una interpretación en concierto, que si bien no defraudó, dejó con las
ganas de ver bailar las danzas y ver algo de escenificación. Fueron
tonadillas escénicas sin escenificar, valga la paradoja. Gabriel Garrido
condujo con carácter y donaire una orquesta correcta, en la que destacaron
guitarra y clave, mientras que las castañuelas añadieron una nota de
color. El público disfrutó de la música, los más curiosos aprendieron, y
todos juntos aplaudieron generosamente a los intérpretes. (Fotografía de Javier del Real)
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