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RECITAL DE CARLOS
ÁLVAREZ EN GIJÓN
Gijón, Teatro
Jovellanos. 3 de julio de 2004. Carlos Alvarez, barítono. Rocío Ignacio
Girón, soprano. Orquesta Sinfónica de Córdoba. Director: Mariano Rivas.
Medio año después de su resonante éxito como Rigoletto,
volvía Carlos Alvarez a tierras asturianas, en esta ocasión en un recital
en el Teatro Jovellanos de Gijón. Como suele ocurrir en estos casos, la
"estrella" no acaparaba para sí todo el protagonismo, sino que lo
compartía con la soprano sevillana Rocío Ignacio Girón, y con la propia
orquesta, pues varios de los números eran instrumentales. El conjunto fue
en esta ocasión la Sinfónica de Córdoba y dirigía el gijónes Mariano
Rivas.
El programa tenía dos partes bien diferenciadas: la primera podría
considerarse dedicada a Andalucía, incluyendo una obra sinfónica de Tomás
Bretón, En la Alhambra; cuatro canciones sobre textos de García
Lorca compuestas por Miguel Ortega (colaborador habitual de Álvarez como
director de orquesta) en un estilo muy conservador, que no se apartaba del
folklorismo tópico; y varios fragmentos de zarzuela: el Intermedio de
La Boda de Luis Alonso, "Me llaman la primorosa" del Barbero de
Sevilla (ambas de de Gerónimo Giménez), y "Jerez, este vinillo de la
tierra mía" de Don Gil de Alcalá de Manuel Penella.
La segunda parte ya era puramente belcantista, con fragmentos del
Barbero de Sevilla de Rossini (la Obertura y el "Largo al factotum";
al menos en parte seguía la dedicación a Andalucía), Verdi (el "Caro nome"
de Rigoletto) y Donizetti (Obertura de Don Pasquale,
Escena de la locura de Lucia, el aria "Jardins de L'Alcazar" de
La Favorite -en francés- y el dúo "Pronta io son" también de
Don Pasquale).
Qué podemos decir a estas alturas de Carlos Alvarez, uno de los cantantes
españoles más internacionales del momento... Volvió a mostrar ante todo su
dominio escénico, su seguridad en la emisión de voz y en la matización de
cada situación que le convierten en un maestro. Su "Largo al factotum" fue
toda una lección de canto, diferenciando cada matiz de las intervenciones
de Fígaro ("Son quà", "Son là"), y lo mismo puede decirse del dúo de
Don Pasquale que fue la única pieza donde se les escuchó a ambos
cantar juntos. En las canciones de Ortega (de relativo interés, todo hay
que decirlo) y la Romanza de Don Gil de Alcalá, el acento andaluz
que les daba pareció un poco exagerado. Como propina ofreció el aria del
"Toreador" de la Carmen de Bizet y la canción Granada de
Agustín Lara.
La soprano Rocío Ignacio, que (salvo error) se presentaba ante el público
asturiano, demostró tener una voz con muchas virtudes que la hacen ser un
nombre muy prometedor: tiene un gran volumen de voz, facilidad para la
coloratura, sabe ser dulce en los momentos "piano", canta en general con
buen gusto... sólo le podríamos reprochar que emite los agudos con
excesiva dureza, quedándole algo estridentes. Su "Caro nome", siendo muy
correcto, no llegó a la altura del que le escuchamos a María José Moreno
en el Campoamor de Oviedo, el mes de enero (Rocío Ignacio ha interpretado
también a Gilda en los escenarios con Carlos Alvarez). Algo parecido puede
decirse de su Escena de la locura de Lucia, posiblemente lo mejor
de su actuación (como bis interpretó otra escena de locura, la del
Hamlet de Ambroise Thomas). En el fragmento zarzuelero, a pesar de
ser música menos difícil, fue menos convincente, tal vez porque su mundo
estilístico es el "bel canto".
La orquesta acompañó en general con corrección, aunque a veces el volumen
sonoro pudiera pecar de demasiado alto. Los fragmentos orquestales
estuvieron dirigidos con brío, casi "a paso de carga", con lo fue
imposible aburrirse, aunque para haber estado ante una buena
interpretación se hubiera requerido algo más de gracia o, ya que de
Andalucía hablamos, algo más de "salero".
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