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WEST
EASTERN DIVAN,
SEXTA EDICIÓN: MÚSICA Y POLÍTICA
Por
Fernando López Vargas-Machuca.
En
la sexta convocatoria -tercera en Andalucía- del West Eastern Divan
Barenboim ha decidido jugar abiertamente la carta de la política. Él nunca
ha ocultado su especial afinidad -en Alemania y en España- con la
socialdemocracia, pero tras el triunfo en las pasadas elecciones generales
del PSOE sobre el Partido Popular el gran músico no ha dejado de
relacionarse con el nuevo gobierno. Y éste con él: nos consta que José
Luis Rodríguez Zapatero le solicitó una entrevista poco después de
alcanzar la presidencia, y que la misma tuvo lugar en Madrid -sin que el
hecho trascendiera a la prensa- el primer fin de semana de abril. El
concierto que ofreció de manera gratuita en la Plaza Mayor madrileña en
homenaje a las víctimas del atentado del 11-M quizá tuviera que ver con
ello, y sin duda lo tuvo con el ascenso de su amiga socialista Carmen
Calvo a ministra de cultura. También lo han tenido que ver sus recientes
actuaciones en Granada y Salamanca en sustitución del Moisés y Aarón
previsto para el Teatro Real y suspendido por la comunidad de Madrid,
presidida ahora por no por el moderado Alberto Ruiz Gallardón -actual
alcalde de la capital-, sino por la muy conservadora Esperanza Aguirre.
En fechas más recientes, ha sido muy
comentado el hecho de que en la constitución de la Fundación
Barenboim-Said se haya incluido entre los diversos patronos al
ex-presidente Felipe González y a la esposa del actual, la melómana
Sonsoles Espinosa, y que el socialista Manuel Cháves, veterano presidente
de la Junta de Andalucía, se alterne con el artista en la presidencia del
patronato; las reacciones han llegado al punto de que desde
el
Partido Popular
se ha afirmado que esta nueva institución
"huele a PSOE" (sic). Así las cosas, el que la Junta
haya decidido ofrecer una financiación anual -momentánea, a la espera de
patronos privados- nada menos que de tres millones de euros ha terminado
destapando la caja de los truenos. No es de extrañar que en las últimas
semanas Barenboim y su proyecto hayan ocupado un lugar en la primera plana
de varios de los más importantes diarios nacionales, y que éstos hayan
presentado una visión de los hechos acorde con su línea ideológica: el más
vinculado al PSOE alabándolo sin reservas, los de derechas criticando
duramente las circunstancias arriba referidas, y el de ultraderecha...
saltando directamente a la yugular, como ha hecho casi siempre con este
artista.
Nos toca ahora mojarnos y dar nuestro
parecer sobre el tema, con la única intención de ofrecer algunos elementos
más de reflexión para que después -y eso es lo importante- usted se pueda
formar su propia, libre e independiente opinión, sea coincidente o
divergente con la nuestra, que es la que seguidamente exponemos:
1º) Un diez para el proyecto
Barenboim-Said, encomiable desde el punto de vista musical y humano, y más
aún contando con el apoyo organizativo de la Fundación Tres Culturas del
Mediterráneo y el respaldo del Premio Príncipe de Asturias, y alcanzando
gracias a la gira de conciertos -Berlín, Barcelona, Londres y Ginebra en
esta ocasión- una notable repercusión internacional. Habrá quienes piensen
que este tipo de proyectos utópicos por la paz no han pasado nunca de ser
más que demagogia (como "quisicosa solidaria" calificó el llorado crítico
Ángel-Fernando Mayo al West Eastern Divan), pero algunos aún creemos que
tales acciones de toma de conciencia son el primer e imprescindible paso
antes de pasar a la acción de construir un mundo más justo y más humano.
2º) Nada que objetar a los devaneos de
Barenboim con cuestiones puramente ideológicas ni que busque la sombra de
los poderosos. Muchos de los más grandes artistas han estado vinculados a
las circunstancias de la política, unos amparándose en los gobernantes más
influyentes de su entorno -de Bernini, Velázquez o Canova a Mozart, Wagner
o Shostakovich-, otros ofreciendo mensajes contestatarios ante las
injusticias del momento -pensemos en un Delacroix, en un Courbet o en un
Verdi, por no salir del revolucionario siglo XIX-. Eso de que la música no
debe tener nada que ver con la política no es más, a juicio de quien
suscribe, que un tan extendido como equivocado prejuicio propio de la
ideología conservadora. En cuanto a los maliciosos comentarios sobre la
tajada económica que podría Barenboim obtener, resulta muy dudoso que
saque algo de una fundación que lleva su nombre, y si llegara a hacerlo se
trataría de una cantidad sensiblemente inferior a la que podría obtener si
se hubiera dedicado a ofrecer recitales pianísticos en lugar de pasar dos
semanas de trabajo intenso con chavales aguantando las tórridas
temperaturas sevillanas.
3º) La actitud de la Junta de
Andalucía ya es más discutible. Que apoye y financie el proyecto es una
gran noticia, pero que siga manteniendo exiguas y hasta nulas aportaciones
económicas a importantes actividades musicales de la comunidad autónoma
resulta lamentable. Obviamente es mejor invertir en la Fundación que no
hacerlo en nada que tenga que ver con la buena música, eso sí, pero esto
no es ninguna excusa: se debe atender de inmediato a determinadas
prioridades hace mucho tiempo olvidadas. Por lo demás, que los que pagan
-Chaves y compañía- quieran salir en la foto es de lo más lógico y
natural, aunque a los melómanos nos moleste que la clase política en
general se interese más por la rentabilidad electoral de acciones más o
menos brillantes como ésta que por adoptar una postura totalmente
comprometida hacia la cultura.
Pasando a lo que es el Diván
propiamente dicho, hay pocas novedades con respecto a la
edición anterior:
que se ha adelantado su realización un mes, que se ha suprimido el
concierto de música de cámara, que se ha realizado a puerta cerrada un
encuentro entre políticos e intelectuales de variopinta nacionalidad, que
han vuelto a aparecer profesores de la Sinfónica de Chicago -el año pasado
sólo los hubo de la Staatskapelle de Berlín- y que, sobre todo, nunca
volveremos a ver a ese gran intelectual y comprometido ser humano que fue
el filólogo y pensador Edward Said. Lo demás todo igual, incluida la
desatención -por parte incluso del propio Barenboim- a la prensa
especializada para priorizar a los diarios nacionales, más interesados en
la vertiente política del asunto que en las cuestiones puramente
musicales, que las hubo. ¡Y vaya si las hubo!
El concierto fue el mejor de los tres
ofrecidos hasta ahora en el Maestranza por Barenboim y sus chicos. En las
ediciones anteriores, aunque se lograron portentosas lecturas de las
sinfonías Tercera y Quinta de Beethoven, no terminaron de
convencer ni el Concierto para tres pianos de Mozart ni la
Octava de Schubert. La cosa ahora ha cambiado. Primero porque la
orquesta, en la que repetían muchas caras conocidas, ha mejorado el nivel
y, salvando pifias puntuales (trompa, flauta) y algún que otro desajuste,
logró un encomiable rendimiento para tratarse de un grupo tan joven y
heterogéneo: ¡ya le gustaría sonar siempre así a la Sinfónica de Sevilla!
Segundo, porque el de Buenos Aires estuvo especialmente en vena. Un mes
antes nos había mostrado en sus dos conciertos en Granada, al frente de la
Staatskapelle de Berlín, que de una noche a otra podía pasar de mostrarse
equilibrado, introvertido y hasta celibidachiano (!) a ser de lo más
arrebatado y temperamental. En Sevilla nos ofreció la segunda de estas
facetas: un volcán en erupción.
Abrasadora la Quinta de
Tchaikovsky, mucho más convincente que su versión en disco con la
Sinfónica de Chicago, y dotada además de un fuego arrebatador. Dramático y
visceral el primer movimiento, lírico y acongojante pero sin devaneos
sonoros el segundo, de absoluta referencia el tercero por su emoción
sincera despojada de esa belleza meliflua y blandengue que a veces lo
estropea, y verdaderamente irresistible por su fuerza y garra el cuarto,
hasta el punto de que tanta pasión podía llegar a perjudicar la
planificación sonora o terminar en desbordamiento. No ocurrió así y el
éxito fue apoteósico.
¿Y qué decir del Tercero de
Beethoven que habíamos escuchado en la primera parte? Pues que la parte
pianística difícilmente se puede escuchar mejor, repleta de matices que
ahondaban en los más profundos significados de la partitura, y que la a un
tiempo lírica, meditativa y entusiasta dirección fue la propia del mayor
beethoveniano de nuestro tiempo. De propina, un Vals triste de
Sibelius tan sincero como acongojante, magníficamente planificado por la
batuta y tocado por la orquesta, y una fogosa obertura de La forza del
destino -en homenaje a Sevilla- no tan trágica y siniestra como la que
el propio Barenboim ofreciera en El Escorial allá por 1992 (imprescindible
DVD en TDK), pero sí reveladora de algunos detalles de la genialidad más
absoluta.
Evidenciando el entusiasmo y
compromiso hacia su labor, un visiblemente agotado Barenboim y un
sarcástico Felipe González protagonizaron una rueda de prensa entre las
doce y las doce y media de la noche (!!) para hacernos llegar una
declaración firmada por los antedichos y Mustafa Barghouti, Yaron Ezrahi,
Rashid Khalidi, Mariam Said, Waie said, Raja Shehadeh y Avi Shlaim, en la
que demandan "a los gobiernos español y alemán para que actúen con
urgencia asistiendo a israelíes y palestinos a salir del bloqueo político
en que se ven atrapados ambos pueblos, en un infierno de destrucción mutua
y de sí mismos". Aprovechando la oportunidad de interrogarle directamente,
pudimos obtener del maestro toda una declaración de principios musicales:
"El problema es que la mayoría de la
gente, incluida la gente culta, sigue pensando no ya que la música es
elitista, sino también que no pasa de ser más que una combinación más o
menos bonita de sonidos. Sin embargo es mucho más que eso: la música, como
creación humana que es, alberga siempre un mensaje que nos habla
precisamente del ser humano. Un mensaje que no sólo varía en cada obra,
sino que dice cosas diferentes a cada persona e incluso nos puede
transmitir mensajes distintos en momentos distintos. Cuando seamos muchos
los que reconozcamos esto, será atendida como uno de los elementos
esenciales en la formación del ser humano."
Terminamos transcribiendo el
comunicado oficial sobre los fines y objetivos de la Fundación
Barenboim-Said, para el lector que esté interesado en conocerlos. Si desea
ampliar su información, puede acudir a la siguiente página web:
http://www.tresculturas.org/
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Fines y objetivos de la Fundación
La Fundación nace
con los siguientes objetivos principales:
-Promover el
espíritu de paz, diálogo y reconciliación, fundamentalmente a través de la
música. En ese espíritu será un referente esencial la historia de la
convivencia pacífica a lo largo de los siglos en Andalucía entre las
distintas culturas.
-Promover la
acción formativa y educativa en el ámbito de la música, siempre con el
objetivo de la formación integral humanística.
-Elaborar,
promover, ejecutar y difundir proyectos de formación y cooperación en
Andalucía, en Palestina, y en otros países de Oriente Próximo.
-Crear, gestionar
y difundir un archivo sobre Daniel Barenboim y Edward Said.
Principales
proyectos
El programa de la
Fundación Barenboim-Said incluye una serie de iniciativas, todas ellas
vinculadas a la formación y la difusión musical y su relación con la
convivencia y el entendimiento entre culturas, entre las que se encuentra
el propio Taller del West Eastern Divan. Estas iniciativas son,
básicamente, las siguientes:
1.- Academia de Estudios
Orquestales
La Academia de Estudios
Orquestales es el primer
proyecto impulsado por la Fundación Barenboim-Said. A través de esta
academia, Daniel Barenboim transmite su visión sobre la formación del
músico de orquesta desde una amplia perspectiva y sobre la interrelación
existente entre músico/director e intérprete.
Este proyecto, en el que están
también involucradas las Consejerías de la Presidencia y Cultura de la
Junta de Andalucía, y que se desarrollará en estrecha cooperación con la
OJA y los conservatorios andaluces, nace con el propósito de perfeccionar
y completar la formación musical de los alumnos que estudian en los
conservatorios andaluces y aspira a ampliar sus horizontes, con clara
vocación universalista, para convertirse en un centro internacional de
formación musical.
No es frecuente que
en un centro de formación musical se prime la preparación del músico para
integrarse en una orquesta, siendo ésta, sin embargo, una faceta
fundamental en su formación.
La
visión de Daniel Barenboim de la orquesta y del músico, de la relación
entre director e intérpretes, se basa en conceptos como actitud y aptitud,
una formación que no sólo consista en la adquisición de información, en la
que se desarrolle la sensibilidad y no únicamente el talento técnico de
los músicos, de la consolidación y la integración de todos los elementos
que participan en el proceso, donde el músico es también una persona que
debe adquirir una formación humanista y universalista, vinculada a la
sociedad, con un concepto responsable de la profesionalidad.
El equipo de
profesores que impartirán clases en la Academia está integrado por grandes
solistas internacionales vinculados profesionalmente a lo largo de los
últimos años a Daniel Barenboim (fundamentalmente por su relación con la
Staatskapelle de Berlin) y profesores de los conservatorios superiores de
música de Andalucía.
2.- Celebración de grandes
conciertos y seminarios
En el marco de la
Fundación Barenboim-Said, se organizarán grandes conciertos, que, además
de traer a Andalucía la mejor música clásica, reflejarán el espíritu que
Edward Said quería dar a este proyecto. Igualmente, se organizarán
seminarios de reflexión alrededor de cuestiones como la relación de la
música y otras facetas del arte con la sociedad, el compromiso del
artista, el autor y la interpretación, y en general todos los grandes
asuntos que preocupan a los grandes maestros. Edward Said quería que estos
seminarios llevaran por título “Recordando a Ibn Khaldun”, el pensador de
Al Andalus al que se considera padre de la Sociología, por la visión
moderna y renovadora que tenía su pensamiento.
3.- Proyecto de formación educativa y musical en Palestina
y otras zonas de Oriente Próximo
Daniel Barenboim y
Edward Said siempre tuvieron la preocupación común de contribuir al
desarrollo de la formación musical en Palestina, una empresa que
trasciende, por el espíritu que la inspira, el ámbito de lo puramente
musical. En este sentido, Barenboim ha ofrecido dos conciertos en
Ramallah. Desde la nueva Fundación, se desarrollarán nuevos proyectos de
cooperación en este ámbito. Uno de los más interesantes es la creación de
una orquesta joven palestina, que Barenboim y Said se comprometieron a
constituir en el plazo de cinco años.
4.- Creación de un
archivo documental
El nuevo centro
contará con una mediateca, donde se podrán consultar obras de y sobre
Daniel Barenboim y Edward Said, así como discos y grabaciones relacionadas
con proyectos y obras de otros autores vinculados al espíritu de paz y
formación musical y humanista que la Fundación propugna.
El mundo intelectual y creativo que rodea a Daniel Barenboim y Edward Said
es extremadamente rico y variado. Edward Said afirmó que “en las
instituciones, como es el caso de una orquesta, por ejemplo, o en una
facultad universitaria, existe el poder tanto del maestro como de la
propia institución; un poder que llega a los estudiantes a través de
ciertas vías. Una de las cosas que me mantienen a raya en mi trabajo es
saber que, diga lo que diga en clase, hay todo un conjunto de obras que me
preceden. En otras palabras, aunque quiera explicarles ciertas ideas a mis
alumnos, existen los dramas de Shakespeare y la poesía de Homero o Dante”.
El archivo de la nueva Fundación tratará no sólo de contar con sus obras y
las reflexiones clave sobre los propósitos de la misma, también
incorporará esas obras que preceden y rodean a ambos autores, que son su
mundo y ayudan a entender su visión y sus planteamientos.
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