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MERECIDO HOMENAJE A GIULINI
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
EMI se ha acordado
de Carlo Maria Giulini, una de las pocas leyendas vivas que le quedan a la
dirección de orquesta, al cumplir el maestro los 90 años en mayo pasado, y
lo ha celebrado con la reedición de las grabaciones que hiciera para la
firma, a partir de 1969, con la Orquesta Sinfónica de Chicago; una noticia
que no puede ser mejor recibida por los aficionados, puesto que el nivel
alcanzado con la excepcional formación americana marcó todo un hito, que
continuaría después de 1976, cuando la Deutsche Grammophon fichó a Giulini
para que continuara grabando para ellos con la misma orquesta.
Fue en aquella época (finales de los años 70) cuando, ante grabaciones
para DG tan extraordinarias como los Cuadros de una Exposición de
Mussogrsky-Ravel o la Novena Sinfonía de Mahler, la crítica
comenzó a hablar de la Sinfónica de Chicago como "la mejor orquesta del
mundo" y de Giulini como "el mejor director del mundo", pese a que no era
el titular de la orquesta (un puesto que ocupaba Solti) sino tan sólo su
director invitado. Como lo realmente bueno se acaba en seguida, a partir
de 1978 esta "edad de oro" daría paso a una nueva etapa en la que Giulini
grabaría sólo con la orquesta de la que fue nombrado titular, la
Filarmónica de Los Angeles, muy inferior a la de Chicago.
Ahora EMI nos trae una caja de 4 CD's con todas sus grabaciones con
Giulini en Chicago exceptuando solamente el Concierto para violín
de Brahms con Itzhak Perlman como solista, no incluido seguramente porque
el protagonismo corresponde aquí más al violinista. Es una lástima que la
DG no se haya decidido a editar por su cuenta una "segunda parte" con las
grabaciones que poseen con la misma orquesta y director, de hecho ni DG ni
Sony (los otros dos sellos para los que grabó Giulini aparte de EMI) han
reeditado nada del maestro italiano en este aniversario, por lo que esta
crítica ha de comenzar con una felicitación a EMI por ser los únicos que
se han acordado del evento.
En nuestro comentario, dividiremos las grabaciones aquí recogidas en tres
grupos: en primer lugar, las que ya se podían encontrar actualmente en el
mercado; en segundo lugar, las que alguna vez estuvieron editadas en CD,
pero hoy son ya inencontrables; por último, las que nunca habían sido
publicadas en disco compacto.
Comenzando por las interpretaciones que ya se encontraban disponibles en
el mercado, la Séptima Sinfonía de Beethoven grabada en 1971 ya
estaba incluida en el doble CD dedicado a Giulini de la serie "Grandes
Directores del Siglo XX", mientras que los fragmentos orquestales del
Romeo y Julieta de Berlioz estaban publicados en otro doble CD de la
serie "Forte" acompañando a La Infancia de Cristo del mismo
autor, dirigida por Cluytens. En este último caso la grabación no ha sido
de nuevo reprocesada, pero sí lo ha sido la Séptima, sin lograr
eliminarle apenas nada del soplido de fondo, algo mayor de lo habitual en
grabaciones de esa época.
Esta interpretación de Beethoven ya fue comentada en Filomúsica en marzo
de 2003; decíamos entonces que su presencia convertía aquel doble CD en
imprescindible, aunque el interés que tenía entonces aquella edición ha
quedado, lógicamente, muy devaluado al poderse encontrar también la misma
grabación en la caja aquí comentada. También decíamos, sobre la
interpretación, que pocas veces se habrá escuchado esta música con tanto
dramatismo, en total contraste con el componente "lúdico" o "bromista" de
tantas versiones. Es decir, un dramatismo íntimo, siempre contenido, nunca
efectista ni espectacular. Citaremos algunas frases de aquel artículo: <<
Desde el comienzo, grave y solemne, ya vemos que aquí la cosa "va en
serio".... aquí el dramatismo empieza desde la primera nota, alcanzando
una "alta temperatura" emocional en el Allegretto, que muy, muy pocas
veces se ha escuchado tan intenso... Los dos últimos movimientos continúan
en esa línea de "crispación contenida" y redondean una de las grandes
Séptimas en estéreo >>. Vuelta a escuchar hoy parece, no ya una de las
grandes, sino "la" versión en estéreo, sólo superada por la de Furtwängler
entre las grabaciones "mono".
Las escenas orquestales del Romeo y Julieta de Berlioz nos
muestran a un Giulini que sabe subrayar magistralmente la delicadeza de
momentos como "Romeo solo", la "Escena de amor" (nunca se ha oído tan
intimista y poético como aquí) o el "Scherzo de la reina Mab". Cierto es
que otros directores especialistas en Berlioz (Colin Davis o Charles Münch,
por poner dos ejemplos) pueden hacer un Romeo en conjunto más
logrado, poniendo más "garra" en el "Combate" o en la "Fiesta en casa de
los Capuletos", donde Giulini apuesta más por la delicadeza, por lo "cantabile",
la finura que permite oír todas las voces, y por un tempo a veces
parsimonioso. Como también evita cargar las tintas en los momentos
"melodramáticos", como la llegada de Romeo a la tumba de Julieta y el
posterior despertar de ella, que suenan aquí más suavizados que de
costumbre. Con todo, bastaría escuchar la "Escena de amor" para darse
cuenta de que la aportación de Giulini no puede pasarse por alto, y que
para todo aficionado a Berlioz esta grabación es "de las que hay que
tener", pese a estar hecha por un director que ha frecuentado poco al
autor francés.
En un segundo grupo estarían interpretaciones que estuvieron disponibles
alguna vez en fomato CD, pero hoy día estaban inencontrables, las cuales
son dos: la Novena Sinfonía de Bruckner, que se editó en 1994 en
la serie "Studio+" (y que no ha sido nuevamente reprocesada), y la
Primera de Mahler, que salió en serie normal en los años 80, y en los
90 apareció bajo licencia en el sello "Royal Classics" (y que sí ha sido
reprocesada de nuevo).
La Novena de Bruckner fue considerada cuando se grabó (1976) como
una de las mejores que se hubieran llevado al disco, junto con la de
Klemperer y alguna más (incluyendo por supuesto la histórica de
Furtwängler de 1944): desde el comienzo, de una tranquilidad "celestial",
escuchamos una versión donde la orquesta de Chicago nunca suena
espectacular ni prepotente (qué diferencia con Solti), todo está
suavizado, contenido, todo lo que se escucha tiene una gran belleza dentro
de una concepción, si se quiere, "triste". El mejor movimiento, sin duda
es el último, como ese "adiós a la vida" que vuelve a la paz inicial. Lo
que ocurre es que Giulini se superó a sí mismo grabando en 1989 con la
Filarmónica de Viena otra versión que, sin perder ninguna de las
cualidades de la de Chicago, añade otras: el sonido "sedoso" de la
orquesta, la mayor "garra" producto de la toma en vivo, un carácter más
"terrible" en el Scherzo... En fin, que esta versión vienesa puede
considerarse como la mejor Novena de Bruckner de todos los
tiempos, aunque la que comentamos de Chicago continúe siendo una soberbia
versión.
La Primera de Mahler posee un concepto noble, humanista, no hay
sarcasmo, no hay burla como tantas veces. En su lugar encontramos un 2º
movimiento amoroso, con una sección central de indecible delicadeza, donde
tantas veces la música suena a "grotesco"; o una Marcha Fúnebre humanísima,
donde la idea que quiere expresar el "programa" de la obra (basado en el
Titán de J.P. Richter), es decir, el cazador muerto al que
transportan los animales del bosque a los que pretendía cazar, está
expresada con una delicadeza, un "tacto" que hace sentir verdadera lástima
por él. El Finale, tantas veces sonando a burdo triunfalismo, aquí no
tiene nada de eso, sino un dramatismo contenido, a flor de piel, como el
que aparecía en la Séptima de Beethoven. En fin, esta versión no
sólo es una de las grandes Primeras de Mahler de todos los
tiempos (junto a Horenstein, Kubelik, o alguna de las de Walter-no la de
Columbia-), sino que es la mejor demostración de la genialidad de una obra
al que algún indocumentado le sigue negando su valía.
Por último, están las grabaciones que nunca habían llegado al CD, al menos
en el mercado europeo (en Japón, ya se sabe, es otro mundo). Estas son: la
Cuarta Sinfonía de Brahms, y un antiguo LP dedicado a Stravinsky
con las Suites del Pájaro de Fuego y de Petruchka.
De las tres veces que Giulini grabó la Cuarta de Brahms (para sus
dos ciclos completos con la Philharmonia de Londres y la Filarmónica de
Viena, y esta de Chicago suelta), la presente interpretación es, con
mucho, la dirigida con más "garra" (tanta que no parece Giulini,
habitualmente tan mesurado y equilibrado) y con más apasionamiento, que
arrastra al oyente desde el comienzo del primer movimiento. Una pasión
que, sin embargo, no es obstáculo para dar uno de los Andantes "dichos"
con más sentimiento de toda la discografía (realmente nadie hace este
movimiento como Giulini), o para que el tempestuoso "Allegro giocoso" no
caiga en el mero efectismo, como le sucedía a veces con la Philharmonia;
también puede deberse en parte al fabuloso rendimiento orquestal de
Chicago, donde no hay lugar para ciertas asperezas que sí aparecían con la
orquesta inglesa. El "Allegro energico e pasionato" final tiene hondura
elegíaca, aunque no aparezca la tragedia de otras versiones.
Las otras dos grabaciones de esta sinfonía por Giulini están actualmente
descatalogadas: de volver a editarse, creemos que la comentada de Chicago
sería preferible a la de la Philharmonia, y en cuanto a la de Viena (más
lenta y parsimoniosa, de sonido más dulce) es difícil elegir una u otra,
pues en Viena Giulini hace de modo inmejorable el Andante, el movimiento
final puede tener también más interés, pero en el primero y el tercero
gana claramente Chicago. Posiblemente, de tener que elegir una sola
versión de Giulini sería esta con Chicago que, por cierto, va a estar
también disponible en la serie "Great Recordings of the Century". Una
interpretación, en suma, que nos atreveríamos a calificar como la mejor
disponible actualmente en el mercado español, al menos de las grabadas en
estéreo (sólo podría estar por encima la antigua grabación "mono" de
Furtwängler en la misma EMI).
También la Suite de 1919 de El Pájaro de Fuego de Stravinsky fue
grabada tres veces por Giulini (las otras dos son: con la Philharmonia
para la misma EMI, y con el Concertgebouw de Amsterdam para Sony). La
versión con la Philharmonia fue comentada en esta revista cuando apareció
en el doble CD dedicado a Giulini de la serie "Grandes Directores del
siglo XX". En general, esta de Chicago parece preferible a aquella, pues
es capaz de un virtuosismo y un refinamiento orquestal mucho mayores. En
su versión con la Philarmonia encontramos una "Introducción" más lóbrega y
una "Danza de Katschei" mucho más efectista (sobre todo el arranque),
mientras que esta de Chicago posee una "Variación del Pájaro" y una "Ronda
de las princesas" mucho más sutiles y delicadas, una "Berceuse" mucho más
ensoñadora (la de Londres es mucho más vigorosa, parece que estemos
escuchando los Cuadros de una exposición) y un Final más sutil y
menos efectista.
En cuanto a la Suite de Petruchka (de la que no hay más
grabaciones conocidas de Giulini aparte de esta), posiblemente no se
encuentre una versión que suene más humana, más sentida, sin necesidad de
caer en lo romántico. Esto puede perjudicar en cierto sentido a la
versión, en el sentido de que Giulini nunca suena "vulgar", ni siquiera en
momentos como la "Danza de la bailarina y vals" (en "La Habitación del
moro") donde parece que la música sí pide algo más abigarrado y
"populachero", como lo que le da Pierre Monteux en su grabación completa
para RCA; Giulini es aquí sensible, delicado, en una palabra, "humano".
Pero en otros momentos Giulini supera a Monteux (el director que estrenó
la obra y, por tanto, está considerado una autoridad en Stravinsky): una
"Danza rusa" más animada, frente al más "mecánico" Monteux; una
"Habitación de Petruchka" mucho más delicada e intimista, mientras que
Monteux va más a lo "abigarrado", tal y como también ocurre en la "Feria
al atardecer" (increíble aquí el "tacto" que despliega Giulini en la
"Danza de las nodrizas"). Como ocurría con el Pájaro estamos ante
una de las mejores versiones posibles de esta Suite, y que podrá hacer
incluso que Stravinsky llegue a gustar a los no muy adeptos a este
compositor.
En conclusión, dada la calidad de las interpretaciones aquí contenidas, y
prescindiendo de lo heterogéneo de la selección de obras, sólo podemos
decir que nos encontramos ante un álbum imprescindible.
REFERENCIAS:
CARLO MARIA GIULINI: "THE CHICAGO RECORDINGS"
BEETHOVEN: Sinfonía nº 7 ; BERLIOZ: Música orquestal de Romeo
y Julieta ; BRAHMS: Sinfonía nº 4 ; BRUCKNER: Sinfonía
nº 9 ; MAHLER: Sinfonía nº 1 ; STRAVINSKY: Suites de El
Pájaro de Fuego y Petruchka
Orquesta Sinfónica de Chicago
EMI 7243 5 85974 2 4 (4 CD's)
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