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ECCO UN ARTISTA!
Por
Rubén Flórez
Bande
Lang Lang sigue
pisando fuerte en este su segundo disco que publica la Deutsche
Grammmophon, grabado en vivo el 7 de Noviembre de 2003, cuando el joven
pianista debutaba en el Carnegie Hall de Nueva York.
Al igual que Evgeni Kissin en su debut en el mismo escenario americano,
Lang Lang también elige como primera pieza a interpretar las
Variaciones Abegg Op.1 de Schumann. Si bien Kissin, en un debut poco
cuidado, nos da una versión quizás demasiado contundente y abrupta, Lang
Lang en cambio, al igual que en su primer disco para el "sello amarillo",
despliega en esta "pequeña" obra todo su colorido y musicalidad. Escúchese
la parte "cantabile": con qué sutileza, y sin abusar de las dinámicas nos
muestra esa línea melódica tan característica. En esta "obrita", Lang Lang
exprime al máximo todos los detalles del primer Schumann, la ingenuidad en
el "animato", un leve academicismo en las variaciones ... pero todo ello
sin perder su aura romántica, bien construido, con continuidad estilística
y de forma impecable.
La segunda obra con la que prosigue el disco-recital es la Sonata en
Do Mayor HobXVI:50 de Haydn, en una interpretación no "puramente
clásica", como hace en nuestros días por ejemplo un Andsnes; Lang Lang
impregna a este Haydn de una pátina romántica, con sonoridades más densas,
cierto dramatismo en el Adagio por ejemplo: quizás para ciertos gustos sea
demasiado pesado y fuera de estilo, pero del que extrae todo su poder
melódico jugando, como él bien sabe, con las agógicas, con el pedal, etc.
El plato fuerte viene cuando Lang Lang aborda la Fantasía Wanderer
D.760 de Schubert. Aquí, Lang Lang nos brinda una lección de musicalidad
de primer orden. Sólo se puede clasificar de soberbia la interpretación de
este joven pianista, que a sus 21 años ya mostraba una madurez absoluta
(¡). Qué claridad y cierta arrogancia -que planea por toda la obra-
imprime a los temas del primer movimiento; con qué suavidad y fraseo
introduce y desarrolla el Adagio, sin decaerle en ningún momento; el
virtuosismo del vivace, apolíneo, sin "desmelene", con cierta "sorna"; y
monumental y sorprendente contrapunto-fugado, del último movimiento,
impresionante cómo construye frase a frase, sin que se pisen, con fuerza,
como si "el caminante" pisara en firme y con toda seguridad de saber a
dónde quiere llegar, y Lang Lang por lo escuchado sabe dónde quiere
llegar, porque firma una interpretación muy a tener en cuenta. Eso sí, con
permiso de Richter, claro está.
Una de las características del disco y de las cualidades interpretativas
del músico chino es su carácter ecléctico, que no se centra en una sola
época, recordando en esto a los programas de los pianistas italianos. Así
que de Schubert nos vamos a un compositor contemporáneo de la tierra del
pianista, el maestro Tan Dun, de él toca Ocho recuerdos en acuarela
Op.1. Obra esta que pretende evocar, ritmos, melodías, situaciones, que
vivió el joven compositor, en una mezcla de música popular china,
expresionismo y cierto toque europeo u occidental, como se quiera, que
hacen que estas piezas sean gratas de escuchar, con una interpretación que
a cada miniatura le da su giro, desde la nostalgia hasta la alegría. Claro
está que después de la Wanderer se esperaba algo de más enjundia,
pero estas piececitas al menos nos muestran la forma de hacer música de
otros lugares, y de conocer compositores que no suben mucho a los atriles
de estas tierras.
Después le toca el turno a Chopin, no puede faltar Chopin en un recital
que se precie, y aquí Lang Lang nos ofrece el Nocturno en re bemol
mayor Op.27 nº2" de una forma muy intimista, otra vez aquí
desgranando frase a frase -¡qué mano izquierda la suya!- mostrándonos a un
prematuro Debussy, pero que no pierde ese toque romántico (escúchese, por
ejemplo, como se propaga el finale).
La última obra del programa son las Reminiscencias del Don Giovanni de
Mozart, S.418 de Liszt. Obra propensa al descontrol, y al circo y
piruetas, como haría en nuestros días Volodos, pero en la que Lang Lang,
sin falta de tanta parafernalia y con una soberbia técnica, nos pone al
borde del infarto: jugando con el valor de las corcheas, frenando en seco
y arrancando a la carga, sin falta de aporrear, intentando buscar melodía
que como un "trufero" -y perdonen la comparación- Lang Lang la busca en
todos los lados, y que cuando llega al último acorde, en forte, sólo
apetece gritar: ¡Bravo!. Interpretaciones como estas hacen que uno entre
en calor, en este frío otoño ampurdanés.
Y como buen recital que se precie no se puede terminar sin las propinas de
rigor. La primera, los architocados "Ensueños" de las Escenas de niños
de Schumann, dilatada, y muy pensada; después del fuego anterior casi se
agradece este remanso. La segunda propina tiene el curioso título de
Caballos y la toca Lang Lang junto con su padre y arreglista de la
obra Lang Guo-ren, quien se encarga aquí de hacer sonar con todos los
registros posibles el erhu, instrumento de cuerda popular chino, como si
de un caballo se tratase. Curiosa pieza.
Y el concierto termina con el también architocado Sueño de amor
S.341 nº3 de Liszt, en una versión quizás algo presurosa, como queriendo
acabar ya, pero que no empaña, ni mucho menos, este soberbio recital.
En fin, disco muy sugerente, y que se recomienda por sí mismo, ya que
respecto al piano solo es de lo mejor que un servidor haya escuchado en
mucho tiempo. Lang Lang (seguro) seguirá dando que hablar.
REFERENCIAS:
"Lang Lang live at Carnegie Hall".
DG 474 820-2 (2 Cd's)
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