|
|
Rarezas en Macbeth Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Macbeth. Ópera en cuatro actos. Música de Guiseppe Verdi. Libreto de Francesco Maria Piave, con material adicional de Andrea Maffei, basado en la obra de William Shakespeare. Carlos Álvarez (Macbeth), Carlo Colombra (Banco), Paoletta Marrocu (Lady Macbeth), María José Suárez (Dama de Lady Macbeth), Aquiles Machado (Macduff), Guillermo Orozco (Malcolm). Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena, escenógrafo y figurinista: Gerardo Vera. Nueva producción del Teatro Real en coproducción con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera. Teatro Real, Madrid, 2 a 21 de noviembre de 2005. La puesta en escena concebida por Gerardo Vera para Macbeth nos ha dejado a algunos aficionados fuera de juego. De nuevo ha sido difícil de comprender el sentido teatral o narrativo de los elementos añadidos y fuera de lugar, como esas tuberías que bajaban desde la corbata del escenario al foso de la orquesta. Anticipaban una escenografía que emulaba algún tipo de añeja y misteriosa arquitectura industrial que, junto a las nieblas, proyecciones y figurines, parecían querer evocar un tono cercano al expresionismo alemán. Pero nada hay más ajeno a Verdi, cuya lectura del drama de Shakespeare es luminosa y mediterránea de principio a fin. La puesta en escena no ayudó a enfatizar ese paradójico contraste que podemos encontrar entre la música y el libreto. Todo quedó en una inútil pirueta, perjudicada por los torpes movimientos marcados en escena. El experimento escénico fue fallido en su conjunto, aunque la música de Verdi discurrió, magnífica, derrochando fantasía melódica con el inconfundible tono de su creador. Paoletta Marrocu interpretó a Lady Macbeth con dramatismo y con una voz interesante, sobre todo en los agudos. Su timbre, a veces áspero, convino al maléfico personaje. Carlos Álvarez iluminó el lado humano de Macbeth, corroído por dudas y flaquezas con su calidez, solidez e igualdad vocal. Aquiles Machado tuvo una intervención muy destacada y triunfó por la belleza de su voz, por su arte de virtuoso, más que por su comedida interpretación. El coro merece una mención especial, pues desempeña con entrega y excelente resultado las amplias intervenciones que tiene encomendadas en esta obra, al igual que hizo la orquesta Sinfónica de Madrid y titular del Teatro Real, a las órdenes del maestro López Cobos. Fue un triunfo para Erato, la musa de la lírica, mientras que Melpóneme, la patrona de la tragedia, se extravió en una rara fábrica de lo insólito. (Fotografía de Javier del Real)
|