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Aimard, un espíritu creador Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Recital
de Pierre-Laurent Aimard, piano. Sonata núm. 29, “Hammerklavier”
de Ludwig van Beethoven, selección de seis estudios de Claude Debussy y
selección de seis estudios de György Ligeti. Noveno Ciclo de Grandes
Intérpretes. Fundación Scherzo. Auditorio Nacional de Madrid, 16 de
noviembre de 2004.
Se supone que todo intérprete es un creador en mayor o menor medida de obras ajenas. Aimard encarna mejor que nadie el carácter del compositor vicario, del sustituto del creador que todo intérprete debe asumir, hasta el grado de convertirse, como algunos prerrománticos pretendieron, en un poseso. Su recital, el planteamiento y sus versiones están hechas desde una rigurosa perspectiva que tiene como centro la composición. La composición es la razón de ser y la vocación de todo músico, aunque solo la ejerza por delegación. Aimard se presentó en Madrid como magnífico embajador de Beethoven, Debussy y Ligeti, tres maestros que han renovado el lenguaje en distintos momentos de la historia de la música y que se han convertido en eslabones fundamentales del progreso artístico. Cuando los creadores no solo hacen obras, sino que construyen nuevos lenguajes, nos encomiendan un legado trascendental que se convierte en referente imprescindible. El artista del piano ha escogido además obras difíciles y significativas por su carácter revolucionario: La sonata “Hammerklavier” de Beethoven, estudios de Debussy y Ligeti. Aimard ofreció una versión dura y coherente de Sonata 29 en si bemol mayor, con tal seriedad y poder de convicción que hizo tan suyas las dificultades arrostradas por el compositor hasta hacernos creer que le costaba tocarla, claramente mucho más de lo que su sobrado dominio nos permitía conjeturar. La música de Debussy se muestra con toda su lozanía en los dedos de Aimard y su carácter innovador conserva toda su fuerza, superando a la de sus muy ilustres compañeros de programa. El recital empezó muy bien con Beethoven, pero fue mejorando en su transcurso para desembocar en unas magníficas versiones de los interesantísimos estudios de György Ligeti. Con intérpretes como Aimard, que se meten la piel del compositor (eso es espiritismo), la música siempre está viva, por encima de cualquier época, pasada o presente. Su concierto lo dejó bien probado en Madrid y nos confirmó, esgrimiendo su virtuosismo inconformista, que desde el piano todavía se pueden descubrir muchas facetas del universo musical.
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