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Número 60º - Enero 2.005


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¿Qué hay detrás del soporte formal de una fuente documental musical?

 Por Ernesto Oviedo Armentia. Musicólogo y diplomado en Educ. Musical (Soria).

 
Villancico a 3 al Sto. Nacimiento de Andrés Algarabel[i]

Si alguno de nosotros se ha sentido alguna vez investigador y ha tenido oportunidad de adentrarse en algún archivo catedralicio o bien monacal o diocesano o estatal y ha podido “enredar” entre legajos y legajos, posiblemente se haya planteado alguna vez cómo averiguar más datos de tipo histórico, sociológico y musical acerca de ese documento que tiene entre manos.

Para hacer un breve repaso, antes de entrar en materia, vamos a analizar brevemente las distintas fuentes musicales escritas que nos podemos encontrar en un archivo cualquiera.

Los principales documentos manuscritos lógicamente son las que ha escrito el propio autor, este tipo de obras reciben el nombre de autógrafos y a veces podemos encontrarnos varias versiones de una misma obra autógrafa, esto puede ser debido a que el autor ha hecho una revisión de su propia obra y ha modificado algún aspecto de ésta bien a nivel de corrección, cancelación o adicción de alguna parte.

Por otro lado tenemos las obras apógrafas, que son aquellas copias manuscritas de una obra que han sido realizadas bajo la supervisión del propio autor con el fin, por ejemplo, de llevarlas a una editorial para su posterior publicación.  

Otro tipo de fuente musical que habitualmente nos encontramos en los archivos son las copias manuscritas; por lo general son partituras realizadas por la mano de algún copista en las que no ha participado el propio autor de la obra. A veces son esbozos de obras, guiones, borradores e incluso material de ejecución en el que podemos ver anotadas marcas de digitación, de tempo o de articulación realizadas por el intérprete que utilizó esa partitura.

Con todo este amplio abanico de posibilidades documentales que nos podemos encontrar en un archivo ¿cómo podemos obtener la máxima información sobre una obra a partir de una partitura manuscrita?

La respuesta a esta cuestión nos la ofrece la musicología anglosajona a través de lo que ha dado en denominar "paper studies", método que consiste en hacer un análisis exhaustivo al soporte de la fuente documental, lo cual nos aportará, en buena medida, información sobre la datación de la obra, el contexto interpretativo en el que se utilizaba ese documento, si es una obra original o es una copia de otra copia, etc.

Un análisis en profundidad del soporte de la fuente documental implica que nos fijemos en el tipo de papel en el que está escrita la partitura, el formato en el que están trazados los pentagramas (horizontales o verticales), la disposición instrumental de la partitura (si es para un instrumento o varios), el tamaño del documento, etc.

La observación del papel en el que está nuestro documento manuscrito nos hará calibrar el grosor del papel, su tamaño, su textura, su color, su filigrana, estos parámetros nos permitirán identificar un tipo de papel de otro; aunque sí es verdad que todas estas cuantificaciones son un tanto subjetivas, nos van a permitir adentrarnos más en el conocimiento de ese manuscrito. Por ejemplo si el papel es fino posiblemente esa obra fuera un boceto o si por el contrario el papel era más grueso pudiéramos encontrarnos ante un manuscrito concebido para perdurar en buenas condiciones a través del tiempo. Por tanto a través de la observación del papel podemos ver la intencionalidad y finalidad con la que se hizo ese manuscrito

El tamaño del papel de nuestro manuscrito también nos aporta información sobre la funcionalidad y utilidad que tenía cuando se escribió. Así un manuscrito grande con toda seguridad estaba destinado a ser colocado en un facistol para ser visto por todos los músicos y cantores mientras que un manuscrito pequeño bien pudiera ser que estuviera destinado al uso individual por parte de cada músico o cantor.

Otro dato que nos podemos encontrar en el papel es la filigrana o marca de agua que nos da información sobre dónde se ha hecho ese papel y quien lo ha fabricado, aunque no siempre esta información es totalmente fiable ya que las filigranas de prestigio eran con frecuencia imitadas por otros molineros a la hora de fabricar el papel, sin embargo saber en qué molino se hizo ese papel nos aporta la posibilidad de datar aproximadamente el documento que tenemos entre manos ya que sabemos que el papel era un bien preciado que se adquiría para ser utilizado inmediatamente y nunca se almacenaba.

Así mismo el tipo de caligrafía que se utiliza en el manuscrito nos da información sobre la finalidad que tenía esa obra, normalmente si esta escrito con una caligrafía musical impecable bien pudiera tratarse de una partitura escrita para ser regalada a algún noble, si por el contrario el manuscrito tiene una caligrafía más fluida quizás ese manuscrito tuviese una función más práctica y funcional a modo de borrador para ser utilizado por el propio músico que ha escrito la partitura o para usarla a modo de copia que facilitase la circulación de ese repertorio por otros centros copistas de las capillas musicales.

La forma en que se nos presenta el manuscrito también nos aporta información sobre cómo estaba pensada esa obra, es decir si pertenece a un libro, si es una hoja independiente, si es una particella de un mismo instrumento o tenemos todas las voces escritas, cuestiones todas ellas que nos aportan información sobre la manera en que los músicos leían y ejecutaban la partitura, si podían situarse en lugares relativamente distantes los unos de los otros o si los músicos y cantantes interpretaban alrededor de un facistol leyendo todos del mismo libro.

Si el manuscrito está escrito en un papel fino y aprovechando al máximo el tamaño del papel, con toda seguridad, nos encontramos ante un borrador ya que estas obras se escribían así por el elevado coste económico del papel que hemos comentado antes. Si por el contrario nos encontramos ante un manuscrito que tiene un tamaño cercano al A3 y doblado por la mitad probablemente esta partitura estuviese destinada para ser interpretada de forma individual leyendo cada músico directamente de su papel.

Por supuesto que todos estos datos que podemos recoger de la observación de un manuscrito hay que saber interpretarlos para poder contextualizarlos en una época. Para ello es necesario hacer comparaciones entre un grupo de fuentes que estén por ejemplo en el mismo archivo y así poder establecer conclusiones contundentes sobre su posible datación, procedencia, autor, si es una obra original o es una copia de un original. Todas estas cuestiones nos ayudarán a entender y comprender los distintos manuscritos objeto de nuestra investigación. Y es que a la hora de hacer un estudio de catalogación cuanto mayor sea el número de datos que tengamos a nuestra disposición más completo y exhaustivo será nuestro trabajo.           

 

BIBLIOGRAFÍA

PALACIOS SANZ, José Ignacio: “La música en las Colegiatas de Soria”. (Soria: Excma. Diputación Provincial, 1997).  

PALACIOS SANZ, José Ignacio: “Noticias acerca de la Capilla de Música de la Colegiata de Medinaceli (Soria)”. (Soria: Exma. Diputación Provincial, 1991).

SÁEZ DE OCÁRIZ Y RUIZ DE AZÚA, Matías: “La música en los archivos de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada. Siglos XVI al XIX.” (Logroño: Quintana Industrias Gráficas, 2001).


[i] Archivo Catedralicio de El Burgo de Osma (Soria). En este archivo la documentación más interesante que nos encontramos son los Archivos Parroquiales (con más de 10.000 libros anteriores al siglo XX), documentos sobre visitas pastorales, capitulaciones matrimoniales, dispensas de consanguinidad y la colección de partituras de la Colegiata de Medinaceli (Soria).

Esta obra pertenecía a la Capilla de Música de la Colegiata de Medinaceli (Soria) y con el devenir de los años ha pasado a formar parte del Archivo Diocesano de la Catedral de El Burgo de Osma, lugar donde actualmente se encuentra.

Esta partitura está contenida en un papel grueso y podemos ver que tiene una caligrafía musical ornamentada, tiene una gran limpieza en su presentación, por lo que diplomáticamente hablando bien podría tratarse de alguna partitura para regalar a alguien o escrita pensando en su perpetuidad. Esta partitura no presenta año de datación, sin embargo otras obras del mismo compositor que he podido estudiar dentro del mismo archivo y con la misma caligrafía musical tiene una datación de  1728, por lo cual se podría decir que esta obra está escrita en la primera mitad del siglo XVIII. Esta obra carece de anotaciones de ejecución y el original está perfectamente conservado en el archivo catedralicio de El Burgo de Osma (Soria), lo cual me hace suponer que esta partitura se ha interpretado muy pocas veces.

La disposición de las voces de la partitura es en particellas y la escritura en forma apaisada me hace pensar que cada músico pudiera interpretar su papel (si algún día se hizo) directamente desde su propia partitura.

Fotografías del manuscrito: Ernesto Oviedo