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Barbero de calidad Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Il barbiere di Siviglia. Almaviva, ossia L’inutile precauzione. Melodrama buffo en dos actos. Música de Gioacchino Rossini. Libreto de Cesare Sterbini basado en la obra de Beaumarchais. Juan Diego Flórez (Almaviva); Bruno Praticò (Bartolo); María Bayo (Rosina); Pietro Spagnoli (Fígaro); Ruggero Raimondi (Don Basilio); Marco Moncloa (Fiorello); Susana Cordón (Berta); Enrique Sánchez Ramos (Oficial); Juan Carlos Robles (Ambrogio); Jose´Antonio Sanguino (Notario). Coro de la Comunidad de Madrid. Orquesta Titular del Teatro Real. Director musical: Gianluigi Gelmetti. Diector de escena: Emilio Sagi. Escenógrafo: Llorenç Corbella. Figurinista: Renata Schussheim. Iluminador: Eduardo Bravo. Director del coro: jordi Casa. Nueva producción del Teatro Real en coproducción con el Teatro de San Carlos de Lisboa. Teatro Real, Madrid 13 al 29 de enero de 2005. La producción de El barbero de Sevilla del Teatro Real en colaboración con el San Carlos de Lisboa ha salido redonda. Lo musical y lo teatral han estado a la misma y elevada altura. El primer reparto vocal ha sido excelente. Flórez borda el papel del conde desplegando sus mejores virtudes belcantistas con una voz preciosa y un fraseo impecable. María Bayo se entrega en su interpretación y convence con unos agudos algo duros pero exactos. El Don Bartolo de Bruno Praticó es gracioso y cálido a la vez. Spagnoli proporciona la viveza y picardía que conviene a Fígaro, apoyándose también en unas grandes cualidades vocales. Raimondi está, como siempre, imponente y su gran presencia física y vocal resulta estremecedora. Susana Cordón es una revelación. Sorprende en su papel del Berta y arranca ovaciones. En fin, todo el reparto resulta excelente individualmente y en un conjunto que está especialmente equilibrado. Se advierte que detrás hay un buen trabajo musical e interpretativo. La puesta en escena de Sagi es moderna, divertida, teatral y muy minuciosa. Hay sorpresas e innovaciones, pero son coherentes y respetuosas con la obra. Lo cantantes están dirigidos con un gran sentido lúdico y con algunas heterodoxias, pero siempre bajo una incuestionable lógica teatral y musical. Como es habitual en sus trabajos, los figurantes completan y animan las escenas con humor y buen gusto. Todos los objetos y elementos del decorado están integrados en esos movimientos y bailan, literalmente, al ritmo de la música. El decorado, formado por paneles rodantes, se transforma a ojos vista y un simple mantel, una florecilla, una mesa o un fuste convencional quedan incorporados de manera sorprendente y enriquecedora al espectáculo. Casi todo el espectáculo está concebido en un resplandeciente blanco y negro, con una sutil iluminación. En la última escena los tonos viran hacia un inesperado multicolor. El maestro Gelmetti es un artista extrovertido y comunicativo. Gobernó la orquesta con brío consiguiendo obtener de ella casi toda la ligereza que la pieza demanda. Este Barbero ha sido un magnífico espectáculo, inspirado y repleto de talento, elegancia, humor y buen gusto. No solo hay que celebrar su puesta en escena, sino también su retransmisión por la televisión y la radio públicas, recuperando una experiencia que debería ser mucho más habitual. Además está prevista la edición de un DVD. Todos estos ingredientes contribuyen ha rematar una excelente faena. (Fotografía de Javier del Real)
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