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EL CONCIERTO DE BARENBOIM EN
OVIEDO
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
Oviedo, Auditorio Príncipe Felipe. 31 de julio de 2005.
Mozart: Sinfonía Concertante para vientos K 297b. Mahler: Sinfonía nº 1
"Titán". Orquesta West-Eastern Divan. Director: Daniel Barenboim.
Precedido de una gran expectación
llegaba la primera actuación de Barenboim en Oviedo, la ciudad donde
recibió el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en el 2002, si
descontamos una breve aparición en el 2003 donde tocó al piano la
"Evocación" de la Iberia de Albéniz. Se habían anunciado
asistencias de muy alto nivel que luego no se produjeron (como la de los
Príncipes de Asturias) pero, con todo, puede decirse que este era un
concierto de los de "no perderse" para toda la afición ovetense.
En esta ocasión, Barenboim nos visitaba con su orquesta "West-Eastern
Divan", formada originalmente por jóvenes músicos judíos y árabes, aunque
luego ampliada con una parte de andaluces, al tener su sede actual en
Sevilla. El concierto estaba dedicado a la memoria del fallecido Edward
Said, el intelectual palestino que junto a Barenboim puso en marcha la
idea del Divan, y recibió también el Premio a la Concordia. En el
programa, obras de Mozart y Mahler.
La Sinfonía Concertante para instrumentos de viento de Mozart nos
recordó a ese pasaje de sus Memorias donde Barenboim habla de que el
"sonido germánico" tiene unas características especiales que pueden ser
aprendidas por alguien que no sea alemán; porque eso fue lo que se nos
ofreció, un Mozart "al estilo germánico", muy serio, muy solemne, con poca
"chispa", eso sí, muy correcto en su estilo. De los solistas (cuyos
nombres no proporcionaba el programa de mano) el mejor fue el oboísta y el
menos afortunado, el trompista.
En una obra de la complejidad de la Primera de Mahler es donde se
pueden notar más las limitaciones de una orquesta, y en esta ocasión el
Divan demostró que estaba por debajo de una orquesta estable como pueda
ser la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias). Claro está,
el origen del Divan es el que es, y dado su origen parece difícil
conseguir mejores resultados (aparte de que a la OSPA nunca la ha dirigido
Barenboim). En general, lo menos bueno fueron los metales y especialmente
la percusión (con un timbalero realmente inclemente), mientras que la
cuerda al menos supo tocar con ductilidad a la velocidad (a veces
endiablada) marcada desde la batuta.
La versión de la sinfonía de Mahler siguió una línea romántica, heredera
de Wagner (similar a la de un Kubelik, de quien Barenboim dice en sus
Memorias que gracias a él comenzó a apreciar a Mahler). Es decir, nada de
lo grotesco, lo sarcástico, etc. que muchos otros directores sí ven en
esta música. En su lugar, los recursos expresivos que más utilizaba
Barenboim para "enganchar" al público fueron la aceleración del tempo (lo
que da una sensación de "arrebato", de "encabritarse"), como por ejemplo
en la coda del primer mov., y las explosiones sonoras que incluyan una
buena cantidad de decibelios. Recursos que funcionaron plenamente,
consiguiendo electrizar al público ovetense, que se fijó mucho menos en
las desafinaciones de la orquesta (ya se sabe que tampoco podíamos esperar
un dechado de perfección) y que llegó al delirio cuando se ofrecieron como
propina los 4 preludios de Carmen de Bizet, terminando con la
célebre Obertura.
Mención aparte merece la "actuación" del público ovetense, que ha vuelto a
dejar en ridículo la cultura musical de los españoles: aplausos (largos y
prolongados) tras el primer movimiento de la Concertante, con un cierto
conato de aplauso tras el 2º, acompañamiento de palmas a la Obertura de
Carmen (como si se tratara de la "Radetzky" de los
Conciertos de Año Nuevo)... Claro que, qué vamos a pedir del público de a
pie, cuando al día siguiente la noticia de la agencia Efe afirmaba que
como propina se había tocado ¡la obertura de Abu Hassan de Weber!
(que figuraba como primera obra del programa, aunque no se tocó). En fin,
no vamos a darle a estos detalles más importancia que al concierto en sí.
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